Hace pocos días, las tarifas del transporte urbano del Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba) tuvieron un incremento del 45%, un porcentaje bastante mayor en relación con las subas anteriores.
De esa manera, los colectivos comenzarán a cobrar una tarifa mínima de $ 76,92, que llega a un máximo de $ 105,45 para los trayectos más extensos.
En el caso de los trenes, las tarifas oscilarán entre $ 37 y $ 77, que pueden alcanzar hasta $ 150 cuando no se cuente con la tarjeta Sube.
Como se observa a simple vista, esos valores están muy lejos de lo que le cuesta trasladarse, por ejemplo, a quienes residen en la ciudad de Córdoba, donde el boleto del transporte urbano asciende a $ 240 y se anticipa un nuevo aumento.
Algo similar sucede en la mayoría de las provincias. Lo que demuestra, una vez más, que más allá de estas últimas correcciones persiste la notable inequidad en los subsidios para el Amba, con relación al resto del interior.
A modo de ejemplo, recordemos que, entre enero y septiembre 2023, el Gobierno nacional había destinado al Amba el 80% de los $ 284.027 millones del Fondo Compensador.
Las provincias se quedaron sólo con los $ 57.844 millones restantes, aunque luego se le sumaron $ 33.000 millones.
De esos montos, la más beneficiada fue Córdoba, según la consultora Politikon, con $ 11.223 millones. Le siguieron Santa Fe ($ 8.214 millones), Tucumán ($ 5.357 millones), Salta ($ 4.711 millones) y la provincia de Buenos Aires (excluyendo partidos del Gran Buenos Aires) con $ 4.387 millones.
El actual Gobierno nacional prometió resolver esta inequidad, para lo cual plantea subsidiar la demanda (directamente a los pasajeros) en lugar de la oferta (las empresas). Para ello se extendería el uso de la tarjeta Sube a todo el país.
Pero aún hay muchas dudas y no está del todo claro cómo se implementaría este sistema, si realmente haría más equitativa la distribución, si se podría hacer en todas las provincias, etc.
Lo que sí queda claro es que mientras en Buenos Aires la gente dispone de un sistema que funciona –con frecuencias razonables y coches confortables– en Córdoba y en otras ciudades del interior se sostiene, con mayor o menor grado de eficiencia, a fuerza de tarifa.
En algunas ciudades, largas esperas, unidades llenas en horarios pico y en condiciones que dejan mucho que desear, son algunas de las características del servicio a las que los pasajeros ya se acostumbraron.
Esto, a su vez, desalienta el uso del transporte urbano y crea más caos de tránsito en las calles debido a la presencia de vehículos que suele trasladar sólo a quien lo conduce.
Este círculo vicioso tiene múltiples explicaciones y, en especial, variadas responsabilidades. El de la inequidad en los subsidios es una de ellas.
Urge solucionar esta situación que produce una tremenda disparidad entre la ciudadanía, ya que recarga en la espalda de unos lo que beneficia a otros.
Después de tantas décadas de haber profundizado ese modelo, va siendo hora de una reparación, que lleve algo de justicia al interior de Argentina.
