Siempre hemos necesitado proveernos de alimentos, fundamentalmente para conseguir energía y de esta manera desarrollarnos para tener un buen vivir.
Nuestra vida es sostenida por los alimentos que contienen los nutrientes esenciales para tener una existencia que sea saludable.
Tener una vida sana es lo que todos queremos. Este vivir en plenitud no solo se alcanza procurando el alimento natural, sino también adquiriendo el alimento espiritual que es muy importante para poder desarrollar una vida abundante.
La falta de este alimento hace que perdamos la fuerza interior que tanto necesitamos, llegando a debilitarnos por no estar fortalecidos como realmente queremos.
Vivir una vida solamente materialista es lo que produce en el interior del ser lo que se ha dado en llamar la angustia existencial, que se caracteriza por producir un gran vacío espiritual.
El consumismo es lo que hoy domina la mente y los corazones de millones de personas en todo el mundo que buscan de esta manera obtener la felicidad para sus vidas, pero con el correr del tiempo se dan cuenta que en realidad no es lo material lo que les da esa paz y esa tranquilidad que tanto anhelan.
Es entonces que, como hemos visto últimamente en numerosos casos, cuando tienen que enfrentar circunstancias adversas reaccionan con un temperamento irascible que demuestra la ausencia de una verdadera paz interior.
Ante situaciones parecidas, Jesús le dijo a los que le seguían: “Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia” (Juan 10;10). También les dijo: “Yo soy el pan de vida”, y luego añadió: “Las palabras que les he dicho son espíritu y vida”.
Cuando estamos en situaciones que humanamente no podemos resolver, creo que tenemos la oportunidad de poder acudir a nuestro Dios, quien es el dador de esa vida abundante que hace que lo imposible se transforme en posible ante su milagrosa intervención.
La comunión personal con Jesús nos permite encontrar las respuestas a tantos interrogantes que todos tenemos en este tiempo tan difícil que nos ha tocado vivir.
Alimentarnos de lo espiritual nos fortalece, para que con su ayuda cada día podamos obtener los resultados positivos que tanto esperamos.
En Él confiamos, no nos ha de fallar.
Quiera Dios que así sea.
Dios te bendiga.
*Pastor evangélico, miembro del Comipaz
