El presidente Javier Milei quedó envuelto en un escándalo después de haber promocionado en la red social X el token cripto $Libra, en la noche del viernes. Un escándalo cuya onda expansiva aún está en pleno desarrollo y que podría transformarse en su “cisne negro”, en el evento inesperado que puede cambiar el destino de su gobierno e implicar, entre otras cuestiones de peso, un pedido de juicio político.
“¡La Argentina Liberal crece! Este proyecto privado se dedicará a incentivar el crecimiento de la economía argentina, fondeando pequeñas empresas y emprendimientos argentinos. El mundo quiere invertir en Argentina”, escribió Milei en referencia a una cripto cuyo valor, antes de ese posteo, era igual a cero.
Poco después, los más diversos miembros del oficialismo no sólo aseguraban que el mensaje presidencial era auténtico, sino que se sumaban a la iniciativa, lo replicaban y hasta algunos invertían sus dineros.
Cuando $Libra orilló un valor de cinco dólares, su cotización se desplomó de nuevo a poco más de cero y la comunicación presidencial desapareció. “No estaba interiorizado de los pormenores del proyecto”, dijo Milei, después de borrar su tuit inicial. Nadie puede alegar ignorancia para quedar a salvo de una causa judicial, y Milei habría violado, al menos, la Ley de Ética Pública: promovió un producto determinado, perfectamente identificado. Y sin evaluar su seriedad.
Desde ese momento, el Gobierno no atina a frenar la ola en contra, que excede con creces a los integrantes de “la casta” que estudian un posible juicio político.
En las redes sociales, Carlos Maslatón recordó que hace un par de años Milei cobraba honorarios por difundir criptomonedas de baja calidad. Un especialista advirtió un dato que abonaría la eventual existencia de un contrato publicitario: el mensaje de Milei estuvo fijo por horas, lo que significa que era la comunicación más importante. Los analistas internacionales se inclinan por pensar que se trató de una estafa.
En medio de ese torbellino crítico, Hayden Mark Davis, uno de los responsables del proyecto $Libra, se presentó como “asesor de Milei” y brindó detalles de la fallida iniciativa.
Por un lado, negó de manera rotunda que se tratara de una estafa, porque los creadores no habrían abandonado el proyecto, de modo que aún existiría liquidez en el mercado de $Libra. Por el otro, aseguró que Milei había aceptado ser un promotor de la cripto, lo que incluía su compromiso de realizar videos con gente de “alto perfil”.
Entre una cosa y otra, confesó haber realizado operaciones de compra con información privilegiada, calificó a su cripto como una “memecoin” (una moneda digital que se inspira en un personaje real o ficticio o en una comunidad) y dijo estar a la espera de que el Gobierno argentino le diera instrucciones.
La confusión no puede ser mayor. Si los creadores no retiraron los fondos, ¿por qué se derrumbó la cotización y quedaron damnificados miles de inversores? ¿Milei retiró su mensaje después de que la cotización cayó, o la cotización cayó porque retiró su mensaje? Si Milei es sólo un promotor, ¿por qué debe dar instrucciones? ¿Hasta dónde llegan los vínculos entre Milei y los creadores de $Libra? Si esto era una broma, ¿qué tipo de broma era?
La responsabilidad presidencial es una parte clave de la investidura. Difícil imaginar que este suceso no impacte de modo negativo en su gestión y en la estabilidad política y económica del país.