El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, nos encuentra en un contexto argentino particular. Ello nos invita a reflexionar sobre el papel de las mujeres en la sociedad actual, los desafíos que aún enfrentamos y la necesidad de redoblar esfuerzos para alcanzar la igualdad real.
En Argentina, al igual que en muchos países de América latina, la desigualdad de género sigue siendo un desafío persistente. Es fundamental destacar el papel clave que juega la inclusión de género en el desempeño económico y cultural.
No se trata sólo de una cuestión de justicia social: aumentar la participación de las mujeres en la fuerza laboral y en puestos de liderazgo genera beneficios económicos medibles. Cuando las organizaciones adoptan perspectivas inclusivas, se crean oportunidades equitativas y se mejoran la toma de decisiones, la innovación y el éxito financiero.
Según un informe del Foro Económico Mundial, los países con mayor igualdad de género tienden a experimentar un crecimiento económico más sólido y una competitividad más robusta. No obstante, Argentina enfrenta desafíos significativos en esta área.
Datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) muestran que en 2023 la tasa de participación laboral de las mujeres en el país fue del 51,8%, en contraste con el 74,4% de los hombres.
Esta brecha de género en la participación laboral no sólo refleja desigualdades estructurales, sino que también representa una oportunidad desaprovechada para la economía argentina.
Perspectiva integral
Para abordar esta problemática, es esencial entender el impacto de la inclusión desde una perspectiva integral. La Teoría Integral de Ken Wilber, la cual aplicamos en Integralis Consulting, ofrece un marco valioso al explorar dos dimensiones clave: la personal (interior individual) y la cultural (interior colectivo).
En la dimensión personal, el liderazgo femenino contribuye a enriquecer la toma de decisiones y fomentar la innovación. Un estudio de Harvard Business Review destaca que las mujeres superan a los hombres en 17 de 19 competencias clave de liderazgo, incluidas colaboración, resiliencia e inspiración.
Sin embargo, los sesgos inconscientes y las barreras estructurales siguen limitando el desarrollo de mujeres líderes en Argentina.
En cuanto a la dimensión cultural, las organizaciones con un fuerte compromiso con la igualdad de género no sólo promueven un entorno laboral más equitativo, sino que también logran una mayor satisfacción del cliente al comprender mejor los mercados diversos.
Un estudio del Banco Mundial demuestra que las sociedades con mayor igualdad de género tienen instituciones más sólidas y menor corrupción, lo que sugiere que la inclusión no sólo beneficia a las organizaciones, sino también a la sociedad en su conjunto.
A pesar de los beneficios comprobados de la inclusión de género y según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), sólo el 15% de los roles directivos en empresas de América latina y el Caribe son ocupados por mujeres.
Esta realidad no limita únicamente el desarrollo profesional de las mujeres, sino que también impide que las organizaciones aprovechen una fuente clave de talento y liderazgo. Esta situación perpetúa las disparidades laborales y también afecta el acceso de las mujeres a recursos económicos y oportunidades de liderazgo.
Un potencial no explotado
A pesar de este contexto desafiante, la inclusión de género presenta una enorme oportunidad económica para Argentina. Un estudio del Instituto Peterson de Economía Internacional señala que las empresas con al menos un 30% de mujeres en puestos de liderazgo pueden experimentar hasta un 6% de aumento en sus márgenes de ganancia neta. Además, Credit Suisse destaca que los equipos con diversidad de género toman mejores decisiones de inversión hasta en un 87% de las veces.
En términos de emprendimiento, los negocios liderados por mujeres en Argentina han demostrado ser más rentables con menores inversiones iniciales en comparación con aquellos liderados por hombres. Sin embargo, las emprendedoras siguen enfrentando barreras significativas, como el acceso limitado a financiamiento y tecnología, especialmente en sectores como inteligencia artificial (IA) y las disciplinas Stem.
Un estudio del Departamento de Género y No-discriminación (Gedi) de América latina y el Caribe, dependiente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revela que las economías de la región que reportan menores brechas de género en ciertos sectores clave también registran los mayores niveles de productividad laboral por hora trabajada.
Hacia una Argentina más inclusiva y competitiva
En última instancia, la inclusión de género no es sólo una cuestión de justicia social, sino una estrategia clave para el crecimiento económico y la competitividad de la Argentina. Al adoptar una perspectiva integral y promover políticas inclusivas tanto en el sector público como en el privado, el país tiene la oportunidad de reducir las brechas de género, potenciar el talento femenino y generar un impacto positivo en su desarrollo económico y social.
El enfoque integral fomenta tanto el desarrollo del liderazgo individual como la transformación cultural, porque las organizaciones pueden aprovechar todo el potencial económico de la inclusión. Invertir en la igualdad significa una ventaja estratégica que impulsa el crecimiento y la resiliencia a largo plazo.
La inclusión de género no beneficia únicamente a las mujeres, sino que impulsa el crecimiento económico, fortalece las instituciones y mejora la sociedad en su conjunto.
Argentina enfrenta el desafío de transformar su cultura laboral y sus políticas públicas para alcanzar una verdadera igualdad de género. Pero también tiene la oportunidad de liderar con el ejemplo en América latina, demostrando que la inclusión es justa, pero también rentable.
* Senior director de Integralis Consulting