Eid al-Adha (se celebra este 28 de junio) es la fiesta más grande para los musulmanes, en la que se lleva a cabo la mayor obligación para ellos, que es la peregrinación a la Mecca. La peregrinación (en árabe, Hajj) es fundamental y representa el quinto pilar del islam, donde los musulmanes se paran en el Monte Arafat para realizar la adoración a Dios y celebrar al día siguiente el bendito Eid al-Adha. Los rituales del Hajj continúan hasta el duodécimo día de Dhu al-Hijjah que es el último mes del calendario islámico.
Una serie de actos religiosos, además de los rituales que se extienden por tres días, se reúnen en Eid Al-Adha, conocida también como la fiesta del Sacrificio, donde los musulmanes faenan todo tipo de ganados lícitos para consumir y distribuyen su carne a los pobres y necesitados en todas partes del mundo, siguiendo así una tradición fundamental del profeta Ibrahim (Abraham).
La historia comenta que el profeta Ibrahim fue sometido a una severa prueba, en la que Dios le revela que debe sacrificar a su hijo primogénito. Cuando hubo alcanzado la edad de acompañar a su padre en sus tareas, este le dijo: “¡Hijo mío! He visto en sueños que te sacrificaba para Dios. Considera tu parecer. Y él dijo: ¡Padre! Haz lo que se te ordena y si Dios quiere encontrarás en mí una persona sometida a las órdenes del Señor” (Corán, 37:102).
Sin titubear ni protestar, el hijo se entrega para ser sacrificado para que su padre cumpla con lo predestinado.
“Y cuando ambos lo aceptaron con sumisión, lo tumbó boca abajo, entonces le dijimos – a Ibrahim–: Ya has confirmado la visión que tuviste. Así es como recompensamos a los bienaventurados. Y lo rescatamos –al hijo– poniendo en su lugar una magnifica ofrenda” (Corán, 37:103).
Esta celebración seguirá siendo una oportunidad para la trascendencia del alma y del espíritu, y un buen espacio para el regocijo del corazón. Porque el bendito Eid al-Adha es la fiesta para pedir perdón de los pecados y el regreso a Dios Todopoderoso, como si las almas abrieran una nueva página en este día, para comenzar con su Creador una determinación más fuerte, donde se destaca la solidaridad y las buenas obras.
Nada más gratificante que la alegría de aquel que cumple con todos sus deberes, especialmente con los prójimos, para ser recompensado y a la vez renovar el compromiso y la voluntad de lograr lo mejor para sí mismo y para los demás.
* Imán, miembro del Comipaz
