Tal vez no nos gustan sus formas. Incluso no tenemos su misma matriz ideológica. Tampoco lo votamos. Pero, cada vez más, advertimos que su cruzada contra los excesos de la política y del Estado es una causa necesaria, justa y urgente. Porque la inflación y la corrupción generadas por una dirigencia indolente nos han devastado.
Córdoba sí lo votó en forma masiva. Pero nuestros políticos, y en particular el gobernador y su equipo, parecen no advertir que la motosierra y el mensaje “anticasta” también los interpela con fuerza.
En nuestra provincia no se está haciendo nada por ajustar y reconvertir el Estado. Seguimos pagando la fiesta con altos impuestos, en particular el de Ingresos Brutos, que se lleva más de la mitad de las ganancias finales de cualquier emprendimiento (¿quién tiene una rentabilidad mayor al 10% a fin de año?).
De los $ 1.400 billones que ingresan a la Provincia como recursos propios, $ 1.200 billones los aportan las empresas, vía Ingresos Brutos.
Seguimos pagando también los servicios más caros, como por ejemplo la energía de Epec, mientras los muchachos se la reparten vía la bonificación anual por eficiencia (BAE).
El gobernador Martín Llaryora se da el gusto con 14 ministerios de nombres y funciones que se superponen y ocho agencias (que escapan al control oficial).
Le dedica $ 27 mil millones a publicidad, no corta el gasto en cuestiones superfluas y no encara la transformación de los agujeros negros del Estado cordobés: Epec, Caminos de las Sierras, Lotería, Banco de Córdoba, Caja de Jubilaciones, Apross, obra pública, etcétera.
Los mismos fideicomisos que hoy escandalizan a nivel nacional –en la mira de Milei–, siguen vivitos y coleando en nuestra provincia.
Los servicios básicos que justifican el Estado provincial –seguridad, justicia, educación y salud– no arrojan noticias de cambio. Y los ministros ni siquiera nos cuentan qué piensan hacer, a nueve meses de haber triunfado. El nuevo ministro de Educación, Horacio Ferreyra, no responde a los interrogantes. ¿Cómo arreglará las más de 500 escuelas deterioradas? ¿Qué nueva política diseñó para revertir la decadencia de la escuela pública y la deserción?
El ministro de Seguridad, Juan Pablo Quinteros –más histriónico–, no convocó aún a la ciudadanía a volver a denunciar de manera simple los miles de robos que sufrimos a diario. Sin ese mapa online del delito, ¿cómo es que planifica algo distinto? En este, el principal punto de dolor de los cordobeses, parece que se está improvisando, tratando de lanzar anuncios que calmen la bronca, pero sin avanzar en los cambios sustanciales.
Cuando el gobernador se toma un avión oficial para ir a pasear por los medios de Buenos Aires y pelearse con el Presidente, en lugar de concentrarse en configurar y anunciar un paquete urgente de medidas de ajuste y transformación del Estado provincial, está cometiendo un error grueso: ser parte del problema y no de la solución.
Tal vez ha llegado el momento de tener aquí nuestro propio Milei, dispuesto a hacer lo que haya que hacer para desestatizar nuestra sociedad.
* Presidente de Civilitas; dirigente del PRO Córdoba