Parafraseando al escritor peruano Mario Vargas Llosa, que en su libro Conversación en la Catedral incluyó el leitmotiv “¿En qué momento se jodió el Perú?”, es válido preguntarse tras los resultados de las elecciones del domingo pasado, “¿En qué momento se jodió Alemania?” o “¿En qué momento se jodió Alemania?”.
Alemania es el líder indiscutido del espacio europeo por volumen económico y por historia, además de haber tenido líderes que eran el piloto del avión del Viejo Continente. En cambio, hoy muchos se preguntan quién es el piloto del bloque europeo.
Sin Merkel, con Francia pasando por problemas más un Macrón con escaso nivel de aceptación, Italia y España están demasiados ocupados en sus propios temas.
Alemania viene de dos años de escaso o nulo crecimiento, y sumado a varios puntos claves como la discusión por la inmigración, el crecimiento de la ultraderecha, y la pérdida en la discusión de temas estratégicos. Según el FMI, es el único país del G-7 que se contrajo en los últimos dos años.
Adicionalmente a eso, tiene un bajo nivel de productividad, está perdiendo la lucha en el sector global de autos eléctricos, casi no compite en Inteligencia artificial y la oposición denuncia que la excesiva burocracia eliminó la capacidad de innovación de la industria.
El mensaje de las urnas fue un castigo para el partido oficialista SPD de Olaf Scholz, de centro izquierda, que surgió como partido obrero, aunque en esta oportunidad poco pudo hacer para las clases más bajas.
Mientras el partido CDU de Friedrich Merz –el de Angela Merkel– ganó y volverá a gobernar deberá concertar probablemente con los verdes, aunque la gran noticia que revoluciona a Europa es el 20% que obtenía el ultraderechista Alternativa para Alemania de Weidel.
Cuando fui invitado por la Universidad de Viadrina (Frankfurt) para dictar cursos de comercio internacional, me encontré con muchos profesores que destacaban el estancamiento en innovación, el manejo de la economía por parte de abogados –hacían la broma de que se parecían a Argentina– y decían una frase “reglas, reglas, reglas” (decían “rules, rules, rules” en inglés), como demostración de la excesiva regulación que destruyó industrias importantes.
El ganador Merz propone ir en contra de la inmigración, recorte de gasto público (¿la motosierra alemana?) y disminuir claramente la cantidad excesiva de regulaciones acompañado por reducción de impuestos. Parece una mezcla de Trump con Milei.
Alemania en el contexto global
En algunos temas, Europa vive en el pasado. En 2003, Europa representó 45,9 de cada 100 dólares del comercio internacional. Sin embargo, las exportaciones europeas representan 36 de cada 100 dólares.
Por ejemplo, Alemania es un buen caso de estudio. A principios del siglo 21, Alemania representaba 10 de cada 100 dólares del comercio mundial y era el principal exportador mundial de bienes. Ahora, Alemania supone 6,7 de cada 100 dólares y es el tercer exportador. Está pérdida de participación significa menos exportaciones, menos empleo y, de alguna manera, es causa de alguna debilidad o en productividad o en calidad. Por ejemplo, Alemania es aún el 1 en mercado global de autos con 20% del mercado, aunque solo es 10% del de autos eléctricos.
Otros países europeos corrieron por la misma calle. Francia pasó del 4,8% de las exportaciones mundiales (2003) al 2,5% en 20 años. Reino Unido del 4,2 al 2,2, con el Brexit incluido. Italia redujo su participación global del 4% al 2,8%, y finalmente Holanda del 3,5% al 3,1%, este país podría reducir la carencia.
La economía mundial tiene tres motores, dos principales –Estados Unidos y China– y otro secundario que es Europa. Hoy está funcionando con dos, pero hay pronósticos de colisión entre ellos.
Conclusiones
Alemania tiene enormes desafíos por delante, como volver a crecer, resolver la situación inmigratoria, mejorar su productividad y volver a convertirse en un jugador global importante en bienes y servicios. En el medio lo deberá hacer mientras se convierte en locomotora de una Europa que, como vimos, ha perdido participación en el comercio y economía mundial, mientras Trump comienza una guerra comercial con China que puede debilitar el contexto global.
Para algunos especialistas alemanes que pude entrevistar, ese país se puso en la mochila temas que debe resolver Europa o el mundo, como la inmigración y el cambio climático. Fue el país –por lejos– que más migrantes recibió y también que más obligaciones se puso respecto a la generación de energías limpias.
Una Alemania más fuerte y más activa puede ser un jugador importante en el juego geopolítico global en el que la pelea Estados Unidos-China parece va a impactar fuerte. Para Argentina y América latina sería una posibilidad para el acuerdo Mercosur-UE, además de que si recupera el crecimiento, el mundo y Argentina necesitan que el tercer motor vuelva a funcionar correctamente.
* Docente Universitario. Profesor invitado en Universidad de Viadrina (Alemania) y Montpellier (Francia)