La emoción es una naturaleza humana que Dios depositó en el corazón del ser humano, al que creó a partir de un puñado de barro, le insufló su espíritu, le dio razón, la emoción, y le reveló una ley que gobierna la primera y dirige a la segunda. En realidad, el ser humano es un conjunto de emociones; de hecho, son la parte distintiva de él, y, más aún, son los rasgos de su personalidad más visibles y presentes, ya que tienen un impacto fuerte y significativo en uno mismo y en los demás aspectos morales de su fe y su comportamiento.
Estas emociones fueron creadas por Dios Todopoderoso para una misión, que en sí es beneficiosa para los seres humanos. Las religiones celestiales no vinieron para abolir y eludir las emociones, ni para impedir que fueran practicadas y utilizadas. Sin embargo, las emociones tienen sus lugares y sus tareas en la vida de cada ser humano, y no debe ir más allá de ello para arreglar otros asuntos, como hechos, juicios, decisiones y percepciones, ya que las emociones no son producto de eso, tampoco son una de sus herramientas.
Estas emociones están presentes en los asuntos familiares de una persona, en sus tareas educativas, en sus relaciones con sus amigos, en su moral y en sus valores generales, como la misericordia, la compasión, la generosidad, la motivación para hacer el bien y la benevolencia hacia la humanidad. Ese es su loable hogar y su acción deseada.
Las emociones son instintos, son sentimientos humanos y desbordantes a los que las personas están predispuestas en todos sus asuntos. Algunas personas controlan y gobiernan sus emociones con el equilibrio de la razón y la lógica. Otras se dejan llevar por ser débiles o desordenadas.
Hoy, tenemos pandemias que asuelan el mundo por doquier. Algunos ven en estas una oportunidad preparada para aquellos con sentimientos religiosos desenfrenados y fuertes que no tienen fuente ni asidero. Han sido utilizados de manera inapropiada, y han surgido en lugar de la verdad y, a veces, se han vuelto abrumadores.
Este es un llamado a monitorear nuestras emociones y en especial las de la juventud para que no sean llevados a situaciones extremas. El primer enemigo de las emociones descontroladas es la correcta comprensión de la verdad de la religión, su realidad, su lógica, su ciencia y la prueba de ello. Debemos controlar nuestras emociones y convertirlas en guías para nuestras vidas no sin antes comprenderlas adecuadamente como corresponde…