Durante años, a los cordobeses nos vendieron una idea: el “modelo Córdoba”. Una fórmula contradictoria que combinaba distancia del kirchnerismo con las mismas prácticas que lo definieron. O sea, kirchnerismo de buenos modales.
El resultado fue un poder anclado en sus privilegios que se fue degradando hasta dejar de dar respuesta a la gente. Y esa misma gente ahora le dijo basta.
Los resultados de las últimas elecciones lo confirmaron: Córdoba ya no compra el discurso de una moderación insulsa ni la comodidad del medio. El votante provincial, históricamente pragmático, entendió que no hay medias tintas entre libertad y populismo.
El ciclo se agotó porque se agotaron las excusas. Ya no alcanza con las obras faraónicas y la dádiva. El cordobés quiere más libertad y nuevas oportunidades. Quiere que Córdoba sea protagonista de la nación una vez más.
Y es lógico. Porque Córdoba tuvo siempre la chispa liberal en su sangre. No queremos más planificación ni impuestos que nos ahogan a cambio de nada. Queremos libertad para emprender y comerciar.
Reacción cultural
El apoyo masivo a Javier Milei en la provincia no fue un fenómeno de redes ni un capricho generacional. Fue una reacción cultural, un grito de independencia.
El cordobés promedio (comerciante, productor, profesional, quien madruga y paga sus impuestos) se cansó de ser tratado como menor de edad.
El llamado “cordobesismo” dejó de ser una bandera de independencia para convertirse en un refugio de poder. Una cultura que confunde gestión con administración de favores. Que trata los derechos como concesiones y no como garantías.
Para esa lógica, la libertad económica es un lujo, no una condición; el derecho a la propiedad se castiga con un Impuesto Inmobiliario desproporcionado, en lugar de promoverse. Y la igualdad ante la ley se aplica sólo a algunos; para otros, la puerta giratoria.
Mientras tanto, el ciudadano común (quien trabaja, produce y paga) se mueve entre la inseguridad y la resignación. Porque en una provincia donde quienes mandan se sienten dueños, los demás sólo son inquilinos.
¿Ahora nos escuchan?
Mientras escribía esta nota, el Gobierno provincial anunció una “baja histórica de impuestos”. Un pequeño paso en la dirección correcta, es cierto. Pero llega a destiempo. Algunos venimos hablando del tema impuestos hace años. ¿Recién ahora nos están escuchando?
Córdoba, una vez más, marcó el pulso del país. Pero esta vez no lo hizo con un gobernador carismático ni con un eslogan de campaña. Lo hizo con un voto que reclamó autenticidad, responsabilidad y coraje.
Porque el cordobés, al final del día, no quiere que le den: quiere que lo dejen ser. Y cuando el cordobés se propone conquistar su libertad, no hay fuerza sobre la tierra que pueda pararlo.
*Diputado nacional; presidente de La Libertad Avanza Córdoba






















