En un país como Argentina, donde la inflación y la devaluación del peso son realidades constantes, la búsqueda de refugios seguros para preservar el valor del capital se convierte en una prioridad.
En este contexto, el sector inmobiliario emerge como una de las alternativas más confiables. El “ladrillo” demostró ser un activo resistente y estable a lo largo del tiempo, que supera crisis económicas y fortalece su posición como un refugio de valor.
A diferencia de otros instrumentos financieros, los inmuebles tienen la ventaja de ser tangibles, lo que genera una sensación de seguridad y control. En momentos de incertidumbre, la posibilidad de poseer un activo físico y duradero, que además puede generar ingresos pasivos a través de alquileres, resulta atractiva.
En una economía con alta volatilidad cambiaria, los bienes raíces también se destacan por estar tradicionalmente dolarizados, lo que protege a los inversores frente a la depreciación de la moneda local.
Históricamente, los inmuebles han mostrado una capacidad de adaptación a escenarios inflacionarios. En Argentina, la inflación no sólo afecta el poder adquisitivo de las personas, sino también su capacidad de ahorro.
Además, las inversiones inmobiliarias absorben los pesos sobrantes de empresas y personas, y los transforman en un activo dolarizado al momento de entregarse la unidad. Este mecanismo protege el capital y también facilita el acceso a activos de mayor estabilidad.
Nuevos modelos de negocios
Hoy, los desarrolladores inmobiliarios están apostando por modelos de negocio más flexibles y accesibles, como el financiamiento en cuotas en pesos ajustadas por índices de inflación o la posibilidad de invertir en fideicomisos al costo.
Estas opciones permiten a los inversores protegerse de la inestabilidad mientras participan en proyectos de largo plazo con gran potencial de rentabilidad. Si bien existen otras alternativas de inversión, como criptomonedas o instrumentos financieros tradicionales, el mercado inmobiliario mantiene una ventaja clave: su estabilidad.
Un ejemplo reciente de esta resiliencia es el notable crecimiento del mercado inmobiliario en Buenos Aires. Según el Colegio de Escribanos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en octubre de 2024 se registraron 5.987 escrituras de compraventa, un incremento del 31,3% respecto del mismo mes del año anterior. Este dato evidencia la recuperación del sector y la confianza renovada de los inversores.
Hay múltiples factores que hacen de este el momento ideal para invertir en real estate. En primer lugar, la estabilidad del mercado inmobiliario argentino es un factor clave. Pese a las fluctuaciones económicas, el mercado de bienes raíces ha mantenido un nivel de estabilidad y seguridad que otros sectores no pueden igualar.
Además, las tasas de interés favorables actuales presentan una oportunidad dorada para los inversores. Con tasas de interés históricamente bajas, financiar la compra de una propiedad es más accesible que nunca. Esto facilita la entrada al mercado para nuevos inversores y también permite a los inversionistas experimentados ampliar sus carteras de manera eficiente.
La flexibilidad de pago es otro motivo convincente para invertir ahora. Proyectos actuales ofrecen la posibilidad de pagar en 36 cuotas, con o sin adelanto, y se adaptan a las necesidades del inversor. Esta flexibilidad financiera facilita el acceso a propiedades de calidad sin comprometer la estabilidad económica del inversor.
El ladrillo sigue siendo un refugio de valor indiscutible para los argentinos. En un contexto económico desafiante, invertir en bienes raíces no sólo protege el capital, sino que también permite construir un futuro más estable y sostenible. La resiliencia del sector inmobiliario frente a las crisis es un recordatorio de que, a pesar de las fluctuaciones económicas, el valor del ladrillo permanece.
* CEO y confundador de Baigun Realty