Sólo después del 26 de octubre la escena política nacional tendrá definido su nuevo contorno. Antes habrá dos estaciones clave: las elecciones distritales del 18 de mayo en la Ciudad de Buenos Aires y las del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires.
Aunque haya ejes de discusión locales en cada caso, el debate estará nacionalizado. Para entender qué sucederá en todo ese trayecto, con octubre incluido, cabría imaginar dos cuadrantes para el debate: el de la economía y el de la política.
En la economía, competirán dos discursos. La narrativa que aspira consolidar la Casa Rosada: que la inflación fue controlada y eso mejora de manera concreta la economía de las familias. El discurso que sostiene la oposición: si la inflación baja por recesión interna y endeudamiento externo, lo que empeora es el ingreso real del cual subsiste toda la economía familiar.
En la política, se enfrentarán dos tendencias. El Gobierno nacional promoverá una polarización discursiva y fáctica intensa en torno de un eje: Javier Milei. Buscará que la escena se divida entre quienes plebiscitan favorablemente su gestión y quienes la obstruyen.
La oposición no articulará un frente común: las diferencias contra Milei abarcarán una gama de grises. Como la elección de octubre es legislativa, la oposición polarizará en el discurso pero fragmentará en los hechos, para capturar bancas.
El diseño de esta matriz simplificada que anticipa el trazo grueso del año electoral quedó transparentado con nitidez después del hecho político y económico más relevante en lo que va del año: el acuerdo con el FMI.
De ese hecho, se desprendieron: la liberación del cepo cambiario, la respuesta favorable de los mercados, la estabilidad inicial del dólar y la hiperactividad oficial para neutralizar los movimientos de precios. Y una línea de acción política compartida: la apuesta a la agresividad discursiva exacerbada en el Gobierno y en la principal vertiente de oposición, la que lidera Cristina Kirchner.
Casi todos los sondeos de opinión describen una escena política donde persiste la polarización de la última elección presidencial, pero con una evolución sutil. El bloque que respalda al oficialismo vira gradualmente del apoyo por afinidad y expectativa a un respaldo al aguardo de resultados.
El bloque opuesto no consigue ni por asomo una uniformidad argumental, el tendón que los une es la aversión a Milei. A ese rasgo de la identidad presidencial que el historiador Pablo Gerchunoff describe con acierto como una sumatoria de personalismo despectivo y monotonía fiscal.
La polarización de alta intensidad que caracterizó al proceso de 2023 mantiene sólo uno de sus rasgos más potentes: la antinomia personal. La contradicción entre soluciones propuestas para la crisis parece entrar en pausa a la espera de resultados.
En las encuestas, este matiz se advierte cuando se comparan las opiniones sobre la responsabilidad de la crisis y la salida de la crisis. Todavía las respuestas a lo primero culpan al gobierno anterior y siguen favoreciendo a Milei. Las respuestas sobre lo que vendrá son más cautelosas.
Ante este panorama de una polarización que cambia sus contenidos y una fragmentación política que sigue en fisión nuclear, los principales actores comienzan a plantear sus estrategias electorales.
El de Milei es un oficialismo que ha elegido como principio no ampliar su espacio con alianzas. Sólo le interesa la fusión por adquisición. El primer examen de esa estrategia será la elección en la Ciudad de Buenos Aires, donde el mileísmo propició la fragmentación del espacio oficialista para resguardar la identidad del proyecto presidencial.
En la provincia de Buenos Aires es donde emerge con claridad la estrategia de la principal oposición. El desdoblamiento de la elección local todavía puede ser utilizado por el partido gobernante en el principal distrito electoral del país como una primaria del kirchnerismo.
Aunque Cristina Kirchner preside el PJ nacional, está claro que su partido no tendrá un diseño electoral unificado en todo el país. La expresidenta está obligada a dirimir en su bastión la condición de primera electora para la elección presidencial de 2027. Axel Kicillof se juega su autonomía.
La consecuencia para el resto del sistema político: frente a la apuesta de polarización identitaria que propone Milei, la oposición ya decidió responder con una fragmentación preventiva. En otros términos: hasta el momento, Milei apuesta a sostener estable su núcleo duro de apoyo; la oposición tiende a la dispersión por falta de unidad estratégica.
Esto tiene una consecuencia adicional desde la perspectiva de la calidad institucional. El umbral de sostén de esa calidad es el registro de la oposición.
Dos frente al espejo
Pero la historia de las sociedades no sólo se informa con esos grandes vectores sistémicos. Cuenta además la acción personal de los actores protagónicos de ese proceso. No hay que descuidar las expresiones que comienzan a asomar sobre el modo en que imaginan su propio futuro.
Milei confesó en una entrevista que aspira a una reelección presidencial y luego al retiro. En esas declaraciones, anticipó lo que hará la noche del 26 de octubre si el resultado lo favorece. También deslizó un anhelo de difícil concreción: ningún expresidente en la Argentina consiguió el objetivo de un retiro bucólico.
En el caso de Cristina Kirchner, las dificultades que se compró al ocupar la presidencia del PJ nacional comienzan a ser obvias. No hay modo de congeniar una estrategia política amplia manteniendo un ojo en el calendario electoral y el otro en la agenda de citaciones judiciales.
El peronismo territorial ya eligió provincializar hasta donde pueda el lance político de 2025. Desde la impunidad de opinión que le otorga ser hoy el político desclasado por antonomasia, Alberto Fernández lo señaló en una entrevista: el peronismo como identidad fue abandonado por las mayorías.
Como presidenta del PJ nacional, Cristina está entrampada entre la interna en su espacio por la sublevación bonaerense, los tiempos de la causa Vialidad que la Corte Suprema acelera y el debate parlamentario por la ficha limpia.
Se mezclan en su tablero la prospección y la fuga.