Durante todo 2024, desde nuestro centro de estudios monitoreamos la imagen de gestión del presidente Javier Milei en la provincia de Córdoba, siguiendo también las mediciones de consultoras colegas a nivel nacional y en otras provincias.
A mediados del año pasado, caracterizábamos su imagen como “inelástica”: no se modificaba al ritmo de los cambios económicos o políticos, como sí ocurría en gobiernos anteriores. Sus seguidores mostraban una adhesión férrea, mientras que sus detractores mantenían un rechazo igualmente firme, más allá de los resultados de su gestión. Incluso quienes lo apoyaban reconocían el impacto negativo de sus políticas en su vida cotidiana.
Hoy, sin embargo, esa dinámica está cambiando. El Gobierno nacional parece estar ampliando su base de representación.
Un gobierno sin precedentes
Mucho se ha hablado de la debilidad institucional de Milei en el Congreso; de la ausencia de una estructura política tradicional; de su tensa relación con los medios, reemplazada por una estrategia de comunicación digital, y de su política económica de ajuste feroz y sincero, que en teoría la sociedad no podría soportar.
Lo cierto es que, superados los 400 días de gestión, quedó desacreditada la idea de que Milei “no llegaría ni a la esquina”. Hoy debemos reconocer que avanzó varias cuadras.
Las comparaciones con el gobierno de Carlos Menem son frecuentes, muchas veces alimentadas por el propio Presidente. La aplicación de políticas ortodoxas, en aquel momento siguiendo las recetas del Consenso de Washington, permitió controlar la inflación y dio inicio a una década de poder menemista, cuya caracterización excede esta nota.
Pero también es interesante trazar paralelismos con el gobierno de Mauricio Macri, en especial con su segundo año (2017). En aquel momento, la economía mostraba signos de mejora y Cambiemos logró un fuerte respaldo electoral en las legislativas de medio término. Se hablaba entonces de una nueva forma de hacer política que “vino para quedarse”.
¿Por qué esta comparación? Porque la política económica de Milei es similar a la de Macri, según sus detractores. Sin embargo, para el propio Presidente, estamos ante “el milagro económico más importante de la historia”, con Luis Caputo como el “héroe” que lo lleva a cabo.
Curiosamente, abundan registros de Milei en los que criticaba duramente a Caputo en el pasado, al igual que elogios suyos a Domingo Cavallo, a quien ahora parece haber dejado de lado. Pero nadie resiste un archivo, y no se lo pediremos al Presidente.
¿Milei-Macri o Milei-Menem?
Predecir el futuro de su gobierno en un país de alta volatilidad económica es arriesgado. La clave sigue estando en la economía.
¿Tendrán razón quienes advierten que el carry trade es sólo un negocio financiero de corto plazo y que estamos ante una burbuja a punto de estallar? ¿O serán los oficialistas quienes acierten al sostener que lo peor ya pasó y que Milei logró que la sociedad soportara el ajuste necesario para que la economía diera la vuelta?
Si, en plena campaña electoral, el Gobierno posterga decisiones clave y luego se ve obligado a devaluar, disparando la inflación, ¿qué pasará con su credibilidad? ¿Será el ancla cambiaria una solución sostenible? ¿O la economía logrará ganar competitividad por otras vías, como sostiene el oficialismo?
Si la respuesta es la primera, Milei podría correr la misma suerte que Macri: la inflación descontrolada minaría su principal capital político. No hace falta buscar demasiadas pruebas para ver cómo las bruscas devaluaciones golpean a la sociedad y a los gobiernos. Basta recordar la crisis de 2018 y sus consecuencias para Cambiemos.
Pero, nobleza obliga, muchos creíamos que la sociedad no toleraría un ajuste de la magnitud del último año. Y, sin embargo, aquí estamos.
Si, en cambio, la respuesta es la segunda –si el Rigi atrae inversiones; si algunos brotes verdes se consolidan; si la baja de la inflación fomenta el crédito; si la apertura económica genera competencia real; si el Gobierno logra apoyo internacional y sella un acuerdo con el FMI–, entonces podríamos estar ante un nuevo ciclo de poder en Argentina, que se prolongue más allá de este mandato.
Si la economía no resiste y la inflación vuelve a dispararse, Milei podría enfrentar el mismo destino que Macri: un desgaste acelerado y un deterioro de su proyecto político. Pero si logra consolidar el crecimiento, atraer inversiones y estabilizar la economía, podría abrir un nuevo ciclo de poder, como el que Menem supo construir en los años 1990.
Por ahora, la partida sigue abierta y la historia aún no ha decidido a cuál de los dos se parecerá más. Sí tenemos una certeza, y es que, de cara a la opinión pública, el Gobierno enfrenta su mejor momento. ¿Será efímero o duradero?
* Director de la consultora Pulso Social