–¿A qué edad te transformarse en el “Juanca”?
–”Juanca” fui siempre, porque desde muy chiquito me nombraron así y en todos lados me conocían de esa manera. Después, a lo mejor, puede ser que el nombre, al ser jugador profesional, haya transcendido más. Pero “Juanca” fui de chiquito y, al no alejarme nunca de los lugares donde frecuenté, quedó instalado para siempre. Es mi modo de reconocerme también. Juan Carlos muy pocas veces me dicen... “Juanca” fui desde chiquito.
–¿Se deja de ser jugador de fútbol en algún momento?
–En un momento lo empezás a dejar, pero no es tan fácil. Siempre te sentís internamente jugador de fútbol. Una vez que nos retiramos, no conseguimos nunca más sentir y vivir lo que te genera entrar a una cancha.
–Contame una anécdota de Rodrigo. ¿Era tan loco lindo como lo pintan?
–Era tal cual se mostraba... Rodrigo era tal cual se mostraba en el escenario. Siempre cuento una anécdota: fuimos a un boliche de la costanera a verlo en el año 1998, cuando todavía no tenía el gran éxito. Un día martes. Y en eso que nos vimos, nos saludó, salió corriendo por arriba de la barra, saltó del escenario, porque estaba lleno el lugar, que no era muy grande. Me vio, me abrazó y me acuerdo de que le quisieron robar una cadenita de Belgrano y tiró un par de manos (risas). Era un loco lindo, la verdad que sí…
–¿Qué opinás de esa teoría del penal que atajaste contra River para el ascenso de Belgrano y de que la pelota haya ido justo al lugar donde tenías la imagen de Rodrigo en la camiseta?
–Yo creo… No creo que todo es casualidad. Dios nos manda señales. Siempre creí eso y todo el tiempo estamos viviendo cosas que nos sorprenden. Suceden cosas para ir mostrándonos o para ir despertando nuestra fe. Soy un tipo creyente, un tipo de fe.
–¿Por qué Las Palmas es tu lugar en el mundo y qué significa ese club en tu vida?
–Porque es el lugar donde nací, porque es el lugar que cuando me tocó irme y ser jugador profesional, siempre me sentí “Juanca”. Porque es el lugar donde hice mis amigos y desarrollé mi vida, es el lugar donde conocí a mi señora. Porque mi abuelo fue uno de los fundadores y nos inculcó ese amor por el club, más la responsabilidad de llevarlo adelante. El club es parte de nuestra vida. Nosotros no entendemos nuestra vida sin pasar por el club, sin estar un momento ahí. Este lugar nos juntó y no deja que nos separemos.
–¿Cuál fue el mejor dirigente que conociste?
–Siempre voy a nombrar uno: el ‘Pololo’ Herrero. Un dirigente respetuoso, tenía relación con todo el fútbol de Córdoba. Un dirigente que tuvo una capacidad económica importante y que perdió todo, entre otras cosas, por el club, que le debía un dinero importante, y él estaba pasando una mala situación. Era el Belgrano de la quiebra. Y cuando agarra el fideicomiso judicial, le ofrecen devolverle la plata. Su respuesta fue: “Cómo le voy a cobrar a Belgrano en el momento más duro de su historia”. Por eso lo pongo a ‘Pololo’ en el máximo pedestal.
–¿Cómo fue dirigir a tu hijo?
–Fue maravilloso, de las sensaciones más hermosas y de las responsabilidades más grandes. Tuve que demostrarles a él y al resto que no tenía privilegios por ser mi hijo. Nos fue muy bien durante los casi cuatro años... Aparte era un jugador que, por sus características, me encantaba. Thiago es un jugador de personalidad. A veces, al igual que a mí, nos dominaba y cometíamos errores. Pero me gusta ese jugador ganador, que no arruga, que va al frente. Muchas veces lo tuve que corregir… Me decía: “Vos hacías lo mismo”, ja ja… Pero me encantó dirigirlo.
–Si no hubieras sido futbolista profesional, ¿a qué te habrías dedicado?
–Nunca lo pensé. Enfoqué desde muy chico mi cabeza en ser jugador. Lo deseaba tanto que no sé cómo me hubiera pegado no conseguirlo. No fue fácil. Por momentos corrió peligro. Vender diarios con mi viejo, seguro lo iba a hacer, porque sentía esa tradición de mi familia. Lo hice en algún tiempo. Gracias a Dios, pude llegar.
–¿Qué lugar ocuparon tu papá y tu mamá?
–Mis viejos fueron padres siempre presentes, nos acompañaron a cada uno de sus hijos a desarrollarse en lo que soñaban. Y la situación no era fácil, mi viejo vendía diarios, no es que eran acomodados. Nos dieron lo mejor que pudieron y cuando faltó (porque sabemos que faltó), no lo hicieron notar.
–¿Qué fue lo más loco que te pasó con un hincha de Talleres?
–Me ha pasado de estar charlando con gente en algún lugar y los tipos al último te dicen: “¿Sabés qué? Soy hincha de Talleres, te he puteado un montón de veces”. No pasa nada, tengo muchos amigos de Talleres. Me acuerdo de una en la cancha de Las Palmas, que jugábamos contra Las Flores. Yo estaba atrás del arco viendo el partido. Y vino un hombre grande, mayor, a saludarme. Creí que se quería sacar una foto, pero me dice: “Me vengo a disculpar”. Era un abuelo. “Yo te insulté muchas veces, soy de Talleres… Pero afuera de la cancha me han contado que sos muy buena persona. Y ahora me doy cuenta de que es así”. Me hizo llorar, lo abracé… Son las cosas que suceden por el desconocimiento de la persona. Todos te miden como el jugador. Y como jugador, para el rival se generaba eso, que me putearan, ja ja.
–¿Qué comida y qué música no pueden faltar en una cena romántica?
–De romanticismo tengo cero, eh. Soy un tipo muy cariñoso, aunque muchos no lo crean, a mi manera. Como comida, no puede faltar un sándwich de milanesa. Como romántico, ni califico… Si invito a mi señora a una cena romántica, me mira raro y dice: “¿Qué cagada te mandaste?”.
–¿Es cierto que rechazaste una propuesta muy importante laboral para llevar a tu hija a Disney?
–Sí, es cierto… Lo teníamos programado a ese viaje hace un año. Mi hija es fanática de Mickey. Esperamos que creciera para poder llevarla. Surgió la oportunidad, estaba sin trabajar y armamos el viaje. Tuve una propuesta para ir a trabajar con “el Ruso” (Zielinski) y prioricé el viaje. Después Las Palmas se quedó sin técnico, dirigí el Regional, llegamos a la final con Sarmiento de La Banda y me perdí el viaje. Viajó mi señora con mi hija. Me querían matar. Pero no podía dejar el plantel, y nos quedamos con mi hijo…
–¿Qué es lo que todos deberíamos aprender de tu hija Arantza?
–Nosotros de Arantza, como muchos papás que tienen un niño especial, aprendemos que sí existe la posibilidad de amar más a una persona que a vos mismo. Eso te lo genera un hijo. Pero estos chicos lo generan en todo el entorno. Arantza te enseña a no quedarte con los problemas, a pasar rápido del momento de tristeza, a vivir cada momento con felicidad, a valorar tremendamente las cosas simples. A no esperar estridencias. Y a brindar amor.
–¿Es cierto que no existe un hincha más fiel que el de Belgrano?
–Como hincha de Belgrano, te tengo que decir que sí. Yo conocí todos los momentos de Belgrano. Pero los hinchas de los otros clubes dirán lo mismo del suyo…
–¿Qué se siente que haya gente que te lleve en la piel con un tatuaje?
–Me parece algo loco… Yo he tenido mis personas admiradas, pero nunca se me ocurrió tatuármela. Cuando me dicen: ‘Firmame para tatuarme’, les digo: “No… cómo te vas a tatuar mi firma”. Me parece algo muy loco.
–¿Qué aprendiste en la pandemia?
–Creo que no aprendimos mucho… Salimos de la pandemia y volvimos a vivir en la vorágine de siempre. Como sociedad, deberíamos haber aprendido a valorar el tiempo, el compartir. Yo quizá antes sólo pensaba en el fútbol y ahora valoro más los momentos con mi gente. Yo perdí un amigo en la pandemia y no lo pude despedir. Valoro eso… Si decimos “vamos a acá”, hay que ir… Fue un dolor muy grande, fue mi primer amigo en Las Palmas y añoro todo. Desde compartir un viaje al río hasta dormir en carpa. Lo sigo extrañando…
–Completá la frase. Una vida sin amigos es:
–… una vida insulsa. No tiene gusto, no tiene sabor. Los amigos son los hermanos que elegimos. Pero hay que conseguirlos y tienen que ser buenos. Yo, gracias a Dios, tengo buenos amigos. Le dan sentido a todo.
–¿Qué tan importante fue tu señora en tu carrera?
–Fue mi sostén, desde que me tocó irme de Córdoba. Me fui a Bolivia y no me quería quedar solo. Ella dejó sus estudios para acompañarme. Ella me sigue en Las Palmas desde que jugaba en la Reserva. Siempre fue la que sostenía mis momentos. Me costaba mucho estar lejos de mi gente, soy muy arraigado a Córdoba. Hasta hoy me acompaña en todo. Si dirijo Las Palmas, está detrás del alambrado. Y el trabajo que hace la mujer del jugador con los hijos es invalorable. Ella fue una mamá espectacular. Siempre supo ocupar su lugar.
–¿Qué diría Juan Carlos Olave del “Juanca” Olave?
–Es difícil separarlos… Diría que es buena gente, leal, honesto, con muchos errores. Que tiene su carácter, su personalidad, pero es un tipo que piensa mucho en los demás. Y trataría de ayudarlo a corregir algunas cosas, que van con el gen, para que intente disfrutar más…
Perfil de Juan Carlos Olave
Exarquero cordobés de 49 años. Se formó en Las Palmas y se volvió ídolo en Belgrano, donde atajó 382 partidos. También pasó por Bolívar (Bolivia), Gimnasia y Esgrima La Plata, Murcia (España) y River. Hoy es DT y su último club fue Racing de Córdoba.