Promover el turismo social durante todo el año permite el acceso equitativo al descanso y al esparcimiento. Esto es, un plan integral motorizado por el Estado, al que puedan acceder, sobre todo, familias de presupuestos hogareños acotados.
No se trata de la gratuidad lisa y llana, sino de fomentar estadías vacacionales en función de tarifas subsidiadas acordes al bolsillo de los viajantes. Con base en ese espíritu de confraternidad, a mediados del siglo pasado se edificaron los primeros complejos hoteleros destinados al turismo social.
Lo precedente nos introduce en la situación actual de uno de los símbolos vacacionales de la provincia de Córdoba: la Unidad Turística de Embalse, ubicada en esa localidad del Valle de Calamuchita.
Lo concreto es que las décadas se consumieron, la bonanza mutó en crisis y las decenas de gobiernos constitucionales y de facto que se sucedieron en el poder nacional tuvieron objetivos disímiles respecto de ese conglomerado de siete hoteles, enmarcado por una belleza paisajística que llama a disfrutar.
En síntesis, las malas gestiones y las profusas promesas de remediación edilicia y de recuperación de los niveles de ocupación quedaron en letra muerta. La medianía superó al progreso y la incertidumbre campea sobre el futuro del complejo.
Como informamos días atrás, el Gobierno nacional tomó dos resoluciones que alientan la decepción: la Unidad Turística de Embalse, que funciona bajo la órbita de la Secretaría de Turismo de la Nación, a cargo del todoterreno Daniel Scioli, no recibe reservas de alojamiento desde el primer día de este mes.
Además, se ordenó frenar las obras de reformas de uno de los hoteles, con el agregado de que la firma contratista hizo mutis por el foro y despidió a todos los operarios.
Scioli negó que los hoteles de Embalse y de Chapadmalal, en la Costa Atlántica, estén en proceso de privatización. Con todo, fuentes oficiales recrearon una idea que nunca prosperó y sobre la que tampoco se conocen los motivos: el gerenciamiento mixto o la concesión por una cantidad determinada de años.
Desde la concepción de que el turismo no se debe limitar sólo a las épocas veraniegas, urge tomar las medidas conducentes (sobre todo en materia de infraestructura) pensadas en que ese motor de las economías regionales debe operar todo el año.
Cerrar puertas a mansalva en aras de un ajuste desmesurado no debe caer sobre esa franja de viajantes de bajos recursos que dependen de un salvavidas del Estado para sus merecidas escapadas de fines de semanas largos o durante el receso escolar de mediados de año.
Un desafío que compromete también a las autoridades de la provincia de Córdoba, cuyas anteriores administraciones también ensayaron soluciones para los hoteles de Embalse, que por distintas razones no llegaron a concretarse.
El turismo social es una necesidad cultural, como lo son el mantenimiento y las puertas abiertas de ese centro emblemático de la localidad de Embalse.
