Tengo un pariente argentino que vive en el exterior. Cada tanto viene a visitarnos. En una de esas visitas, me dijo: “Cuando vengo a Argentina, no bien cruzo la frontera, escucho comentarios de gente que se queja y hablan de lo mal que la están pasando. Es como que veo una sociedad triste, en el exterior los argentinos tenemos fama de quejosos”.
Creo que este comentario tiene en parte algo de verdad. Hemos atravesado en diferentes circunstancias momentos bastante difíciles en nuestro país, que de alguna manera han mostrado ese estado de tristeza.
Justamente en estos días ocurrió algo que fue tremendo. Una ciudad de Argentina, Bahía Blanca, padeció una terrible inundación. Esto hizo que la mayoría de sus habitantes perdieran casi todas o absolutamente todas sus pertinencias, quedando de esta manera totalmente desprotegidos. Es entonces cuando apareció a nivel nacional un sentimiento de solidaridad, el país entero expresó su empatía y respeto por esta gente afectada, mostrando el deseo de ayudar a sus necesidades, apoyando y respaldando a personas sin siquiera conocerlas.
Esta colaboración mutua entre individuos permitió mitigar las consecuencias de este terrible desastre, fortaleciendo los lazos sociales y fomentando así una comunidad más unida y equitativa.
La solidaridad es un valor humano que consiste en ayudar a los demás sin esperar nada a cambio. Por tal motivo, en medio de tanto negativismo, aparece un positivismo tan importante en este tiempo para los argentinos.
El filósofo Seneca dijo: “El que da un gran servicio recibe una gran recompensa”. La Argentina es un país bendecido por Dios. Solemos decir que este país tiene de todo. Dios nos ha proporcionado tantas cosas y debemos ser agradecidos por todo eso.
Dios le dijo a su pueblo: “Si obedeces al Señor tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre. Bendito serás en la ciudad y bendito en el campo. Benditos serán el fruto de tu vientre, tus cosechas, las crías de tu ganado, los terneritos de tus manadas y las crías de tus rebaños. Benditas serán tu canasta y tu mesa de amasar. Bendito serás en el hogar y bendito en el camino” (Deuteronomio 28: v. 3 al 6).
Hoy hay quienes tienen mucho y que compartieron algo de lo mucho, y también otros que tienen poco y que compartieron algo de lo poco.
Dios te bendiga.
*Pastor evangélico, miembro del Comipaz