La liturgia del cierre de listas provinciales arrojará en las próximas horas esos saldos y retazos tan caros al mundillo de la política partidaria. Y que normalmente no tienen correspondencia en otros límites ni un impacto similar del tenor que le asignan los actores de esas negociaciones.
Es que la elección cordobesa para gobernador viene ya con la particularidad de que hay pocas incógnitas de peso por resolver. Hay dos aspirantes con chances, Martín Llaryora y Luis Juez. Y por razones distintas y con consecuencias que también pueden ser diferentes, ambos harán campaña con sus fórmulas respectivas que no son fórmulas.
Los candidatos a vicegobernador que anunciarán en las próximas horas estarán más vinculados a cuestiones de compensación interna que a binomios con tracción de votos.
Porque la centralidad de la campaña que se viene será Martín Llaryora-Juan Schiaretti frente a Luis Juez-Rodrigo De Loredo.
Los que apuntalarán a los contendientes por la Gobernación son un precandidato presidencial para las Paso del 13 de agosto y un candidato a intendente de la ciudad de Córdoba para la elección del 23 de julio.
Serán los cuatros protagonistas de la elección, con el resto de los nominados en cada uno de los espacios jugando roles secundarios. Si se repasan las apariciones públicas, los carteles, los gestos, está cada vez más claro que la campaña girará en torno de esos binomios, que no son binomios en lo formal.
De cada lado se endilga al de enfrente debilidades en sus construcciones. En cada campamento, se encargan de marcar diferencias y falta de apoyo de la otra dupla, pese a que hasta acá la gestualidad pública de cada par es de sintonía.
El gobernante peronismo cordobés cree que la dupla Juez-De Loredo terminará con una sobreexpectativa en armar un binomio provincial que, al no concretarse, rompió los diques de contención de líderes y simpatizantes con el radicalismo. Y con ello consolidó las chances de Llaryora. Dicen tener una diferencia a su favor marcada en las encuestas de intención de voto para una votación que será dentro de casi dos meses.
En la oposición de Juntos por el Cambio, sostienen que al aproximar la elección provincial al inicio del cronograma nacional y desdoblar la elección capitalina, forzaron a Llaryora a quedar atado a Schiaretti. Los opositores dicen que arrancan la campaña con una intención de voto similar a la del oficialismo.
Debilidades y fortalezas
Pero todavía falta la campaña. El oficialismo tiene la ventaja de las estructuras estatales más importantes puestas a disposición de promocionar a sus candidatos, pero la desventaja de gobernar en un contexto de crisis grave, malestar social e incertidumbre. En el comando de campaña de la coalición gobernante, sostienen que la previsibilidad y las fortalezas de gestión son altamente competitivas.
Dicen en el re-rebautizado Hacemos Unidos por Córdoba que el verborrágico Juez siempre está expuesto a perder votos con sus dichos en el fragor proselitista.
En Juntos por el Cambio, entienden que su candidato funciona muy bien en estos contextos de rechazo ciudadano a la política. Los consultores porteños que han comenzado a diseñar la campaña (cuando ya Llaryora tiene grabadas la mayoría de las piezas publicitarias) le aconsejaron a Juez que se muestre previsible, que exponga equipos técnicos, pero que no guarde sus lanzallamas verbales.
De todos modos, falta rato para saber cuál será el valor central que estará en juego en la elección cordobesa del 25 de junio.
Mientras tanto, y para completar esa particularidad de la centralidad de dos fórmulas que no son fórmulas, es muy probable que los dos principales binomios sean encabezados por un dirigente de origen peronista secundado de alguien de origen radical. Pero en tiempos de difusos límites condicionales, tal vez eso sea una anécdota sólo limitada a ese mundillo de lo electoral.