La diferencia entre un dirigente político del montón y un líder es que este último se anticipa a los acontecimientos. Y el tiempo es el único que tiene la verdad, cuando se toma una decisión política.
El gobernador Martín Llaryora deberá esperar los próximos meses para saber si acertó al subirse al airado reclamo del campo al presidente Javier Milei para que reduzca las retenciones a las exportaciones de granos.
En realidad, el apoyo del mandatario provincial a los ruralistas viene desde que llegó al Centro Cívico, el 10 de diciembre de 2023.
Hurgando en el pasado, el respaldo de los gobernadores peronistas al sector agropecuario se consolidó en 2008, durante el prolongado conflicto del gobierno kirchnerista con el campo.
En los últimos días sucedió algo que puede reactivar esta pulseada. La Mesa de Enlace de Córdoba, integrada por las cuatro entidades agropecuarias, emitió un duro comunicado reclamando “urgente medidas políticas” a la Nación para “revisar los derechos de exportación”.
Llaryora no dudó en pararse en la vereda del campo. Como tampoco titubearon en 2008 el gobernador Juan Schiaretti y José Manuel de la Sota, en ese momento, el líder del PJ cordobés.
En aquel enfrentamiento que terminó con el “voto no positivo” en el Senado del vicepresidente Julio Cobos, nació el profundo antikirchnerismo de los campesinos. También el encono del PJ cordobés con los K.
Hoy el contexto es diferente, pese a que el reclamo es el mismo. El kirchnerismo no está en el poder. Lo ocupa Javier Milei, que llegó de manera meteórica a la Casa Rosada, con un granítico respaldo del interior.
Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, La Pampa y el interior de la provincia de Buenos fueron distritos donde Milei arrasó a Sergio Massa, el candidato que tenía la bendición de Cristina Kirchner.
En el oficialismo cordobés admiten que el escenario político es distinto. Aunque advierten que se está “larvando” un malestar en “las bases” del campo.
“Hay dos cuestiones para entender al campo. Ideológicamente es antikirchnerista, después del conflicto de 2008. Y se levanta cuando le tocan el bolsillo. Los productores hoy están perdiendo plata. Si el Gobierno no toma medidas, se puede reavivar el conflicto”, aseguró un peronista con experiencia de gestión, que conoce de primera mano el humor de los campesinos cordobeses.
Desde el Centro Cívico también tratan de incomodar a los opositores. Los peronistas se preguntan, por ahora en privado, qué piensan Luis Juez y Rodrigo de Loredo sobre el reclamo del campo.
Ambos opositores seguirán aceitando sus vínculos con Milei. Descuentan que antes de junio, el Presidente tomará medidas en favor del campo.
Así como Llaryora se diferencia de Milei, Juez y De Loredo tratan de consolidar su relación con la Casa Rosada. Tienen una coincidencia de hierro: en 2027 no podrán disputarle el poder al PJ cordobés sin el aval del Presidente.
Como para Llaryora, y su estrategia de diferenciarse de Milei, el tiempo también dirá si la decisión de los dos opositores de pegarse al Presidente fue la acertada.
En el oficialismo, según sus allegados, Llaryora considera que la discusión es más profunda que el reclamo puntual de bajar las retenciones. El gobernador está convencido de que el modelo libertario es similar al menemista de los ‘90.
“Martín (Llaryora) está convencido de que a este modelo ultraliberal no le interesa la producción. Con Milei ganan los bancos, la industria extractiva, los servicios y los importadores, y pierden los sectores productivos”, graficó uno de los funcionarios que más fielmente difunde el pensamiento de Llaryora.
En público, el gobernador no lo dice en estos términos. Aunque leyendo entrelíneas sus discursos asoma nítida su postura: apoyo a los productores agropecuarios e incentivo de la obra pública estatal para sostener la actividad económica.
“Tratamos de ser un amortiguador para los que están sufriendo las medidas que se toman para estabilizar la economía”, dijo Llaryora en el acto de inauguración de la nueva sede de la Bolsa de Comercio de Córdoba, el 20 diciembre pasado.
Milei lo escuchó a pocos metros, desde la oficina del titular de la Bolsa, el macrista Manuel Tagle. El Presidente no le respondió, pero en su discurso dejó sentado que su modelo es distinto al del gobernador peronista.
En la campaña para las elecciones legislativas de octubre, Llaryora no deberá esforzarse para diferenciarse de Milei.
El Presidente también está convencido sobre su visión de país, que es distinta a la de Llaryora.
El gobernador seguirá abrevando en la avenida del medio, una posición a la que Milei se refirió de manera despectiva y con ácidos insultos, en una entrevista televisiva, el 14 de julio pasado.
“Los imbéciles de la teoría del centro, en realidad, son una mierda que favorecen al mal. No hay lugar para grises. El centrismo biempensante es funcional a los hijos de puta”, dijo, lapidario, el Presidente.
Cuando propinó esos insultos, Milei no estaba pensando en Llaryora, ni en Schiaretti. El Presidente disparó munición gruesa contra Horacio Rodríguez Larreta y el senador radical porteño Martín Lousteau.
Más allá de los nombres propios, hay un hilo que une a Llaryora y a Schiaretti con los dos dirigentes vilipendiados por el Presidente: construir un espacio moderado entre los extremos que representan Milei y Cristina Kirchner.
Espacio en construcción
Llaryora repite en privado que su prioridad es la gestión provincial y que su objetivo electoral es buscar su reelección en 2027.
Una verdad a medias. El gobernador también mira el futuro horizonte político. Junto a Schiaretti, con el partido Hacemos, están trabajando un nuevo espacio nacional. En esa construcción política están cerca de sumar un socio, que seguramente irritará a Milei: Maximiliano Pullaro, el gobernador radical de Santa Fe.
El partido Hacemos que fogonean Schiaretti y Llaryora está negociando en Santa Fe un acuerdo con la alianza Unidos de Pullaro.
El gobernador santafesino impulsa una reforma constitucional en su provincia, que le permitiría ir por su reelección.
Llaryora y Pullaro tienen tantas coincidencias ideológicas como de construcción político-electoral: comparten consejos de un consultor, y también el apoyo de fuertes grupos empresarios.
Milei dice que su prioridad es derrotar al kirchnerismo. Aunque percibe en esta construcción “del medio”, tal vez, un “enemigo”, para el futuro, según el áspero léxico polarizador del presidente libertario.
El 2027 está lejos, aunque los políticos tienen su propio calendario: trabajan en el presente, pero nunca dejan de mirar las urnas en el horizonte, por más lejanas que parezcan.