La guerra de relatos es una realidad y es tan potente como la guerra en el campo de batalla, impulsada por la tecnología informática y por la incontrolable y adictiva pulsión por las pantallas y las redes sociales.
Millones de personas en el planeta forjan su opinión viendo imágenes en redes sociales, sin saber que muchas fueron “producidas” de manera deliberada e intencional.
De hecho, todo indica que Hamas, además de controlar Gaza, lo hace con las imágenes que de allí provienen, al igual que todo tipo de contenido audiovisual.
El objetivo parece ser la manipulación emocional, para disparar la indignación a partir de que las personas son sensibles, solidarias y empáticas, más allá de la innegable crisis humanitaria en la que los gazatíes estuvieron y están sumidos a causa de Hamas.
Shiri Bibas y sus hijos pequeños, Ariel y Kfir, no se ven en redes, no se muestra su tragedia. Kfir, un bebé de apenas meses de vida que falleció asfixiado, al igual que su hermano, ambos probablemente estrangulados durante su cautiverio luego de haber sido secuestrados en su propia casa.
Decenas de rehenes permanecieron secuestrados durante 22 meses, y el mundo parece haberlo olvidado. Sin embargo, los líderes de Hamas visitan Qatar, son financiados por Irán y el Líbano no prohíbe a Hezbollah como partido político.
Las brutales imágenes de los crímenes del 7 de octubre de 2023 parecen haber caído en el olvido. O, por lo menos, no se observan en redes –salvo por alguna publicación orgánica– referencias a no olvidar a personas que fueron quemadas, atravesadas por metralla o violadas en sus casas o cuando asistían a una fiesta electrónica.
Lamentablemente, el atentado a las Torres Gemelas a manos de Al Qaeda continúa arrojando víctimas 24 años después, cuando se identifican restos de personas que allí murieron. Aquel dantesco escenario constituido como el más grave atentado en occidente, junto con los perpetrados contra la Embajada de Israel y contra la Amia en la Argentina, siguen siendo heridas abiertas. Sin embargo, no fluyen historias y posteos al respecto.
Bots, troles y granjas de creación de contenido se basan en el uso y la aplicación de tecnología accesible y barata, trabajan en el articulado de campañas para instalar a influencers sintéticos y conceptos manipulados acompañados por fotos, sonido y videos que podría emparentarse con un deep fake, información sin validar ni posibilidad alguna de auditoría, pero con altísimo impacto.
Europa enfrenta una crisis migratoria. Valores que forjaron su cultura hoy se ven amenazados por la cercanía a regiones con opresión, pobreza, democracias frágiles, tiranías o guerras civiles.
Sin fronteras que limiten el tránsito y con la “libertad de expresión” usada en medios y redes para influir en la opinión pública, parece ignorar la masacre de 200 cristianos en Nigeria el 14 de junio, y las más de 20 mil muertes en la última década a manos del fundamentalismo islámico.
Destinamos cada vez más tiempo a los dispositivos y a estar conectados, bombardeados por información que penetra nuestra dermis y psiquis 24 horas. E-mails, mensajes en WhatsApp, en Telegram y en otras redes sociales, ver reels en Instagram o en Tik Tok es como hacer gimnasia; la reputación y confianza que imprimían periodistas, periódicos y medios tradicionales a la hora de informar parece haberse diluido por la tecnología liviana, irresponsable y maniquea.
Moderar, regular y legislar deberá ser una obligación, no una opción. Mientras tanto, la educación y la responsabilidad constituyen un bastón de apoyo para que los relatos del presente no prosperen en el futuro.
(*) CEO de BTR Consulting