El 21 de junio fui invitado por el Rey de Arabia Saudita, custodio de las dos Sagradas Mezquitas, junto a otro miembro de nuestra institución del centro islámico de Córdoba, a visitar La Meca y, a la vez, cumplir con el ritual de la peregrinación, que es el quinto pilar de la religión islámica.
En Buenos Aires, fuimos despedidos por el embajador del Reino de Arabia Saudita y demás autoridades de la Embajada. A nuestra llegada a la ciudad de Jeddah, nos sorprendió la inmensidad de su aeropuerto, que seguramente es uno de los más grandes del mundo, porque tan sólo en siete días recibió a más de tres millones de personas que llegaron para cumplir con ese ritual.
Fuimos recibidos por altas autoridades del aeropuerto y de inmediato nos trasladamos a la ciudad de La Meca, distante 65 kilómetros. El hotel era un seis estrellas de gran categoría. Al día siguiente, tuvimos una reunión con el viceministro de Asuntos Religiosos del reino quien, entre otras informaciones, nos dijo que el rey en persona supervisa que esos tres millones de personas reciban la mejor atención.
También nos dijo que el Reino de Arabia Saudita destina tres millones de voluntarios, hombres y mujeres para servir a los visitantes, prácticamente uno por cada peregrino. El reino saudí exige a las empresas de telefonía móvil otorgar de manera gratuita a cada persona visitante un chip para que siempre esté conectada, sobre todo ante alguna emergencia. Los hospitales móviles brindan una atención más que espectacular, y las farmacias, por orden del Gobierno, están obligadas a otorgar gratuitamente los remedios que pueda necesitar un peregrino con sólo mostrar su pasaporte.
Más de 40 mil personas de las fuerzas de seguridad controlaban el tránsito vehicular y los accesos a la mezquita mayor. Ninguna de ellas portaba armas.
El último día de la peregrinación, los musulmanes se deben dirigir al Monte de Arafat, a 20 kilómetros de la Mezquita Mayor, donde permanecen desde el alba hasta que se pone el sol. 60 mil ómnibus fueron dispuestos para trasladar a esa cantidad de personas y regresarlas a La Meca en un solo día. 15 mil ómnibus más estaban de reserva para cualquier urgencia.
Durante 15 días nos brindaron una atención espectacular y a nuestro regreso también fuimos recibidos por el embajador del Reino, quien ofreció un almuerzo en honor a los invitados del rey. Un viaje maravilloso.
* Imán, miembro del Comipaz
