“Si Juez va a ser el representante de Milei en Córdoba, estamos bien. Es una ficha que no crece. Si esa es la apuesta, no hay de qué preocuparse”. El gobernador Martín Llaryora no es indiferente al manifiesto acercamiento que el senador Luis Juez viene mostrando en las últimas semanas hacia el presidente Javier Milei. El líder del Frente Cívico no es el único que envía señales a las “fuerzas del cielo”.
Frases como las de arriba drenan desde lo más alto del poder provincial en momentos en que se profundiza la recesión y hay pronósticos sombríos para los próximos meses. “Lo peor aún no pasó”, se remarca desde el Centro Cívico, al compás de la profundización de la caída de los ingresos propios, de los giros automáticos que llegan de la Nación y de los no automáticos, que a esta altura son insignificantes respecto del arranque del año pasado.
Al mismo tiempo que ausculta los efectos de la inclemente caída de la actividad en todos los sectores de la economía, celebra el reciente acuerdo salarial con los docentes –lo que abre un período de paz al menos hasta mayo– y se prepara a salir al mercado local para cubrir los baches financieros de la gestión, Llaryora no se priva de ensayar una proyección hacia adelante sobre la reconfiguración del mapa político local. No sólo el gobernador lo está haciendo: también sus principales opositores en la provincia.
Llaryora está viendo lo evidente: la capacidad ultrapragmática de Juez para interpretar y usufructuar para sí el momento de aguante que todavía le está haciendo el grueso del electorado cordobés a Milei. Pese a los efectos que la licuadora libertaria está produciendo en los ingresos de la mayoría, hay hilo aún en el carretel de la paciencia social al Presidente.
Los mileístas dieron muestra este miércoles del interés que tienen en Córdoba de cara al 2025. Karina Milei, eje del poder libertario, estuvo en la Capital para dar una señal unívoca a las tribus locales: La Libertad Avanza le pertenece Javier Milei. Y eso debe traslucirse en la Justicia Federal. El empoderado fue el diputado nacional Gabriel Bornoroni, que no para de escalar en la consideración de la Casa Rosada. Martín Menem, su jefe en la Cámara Baja, fue tajante al respaldarlo con toda la fuerza.
Juez, el mejor alumno
Javier y Karina Milei celebraron el discurso que dio Juez en el Senado antes de votar en contra de la derogación del DNU. El rechazo que recibió el megadecreto estaba cantado. Pese al revés legislativo, aquella sesión le sirvió al Presidente para contrastar a leales con aquellos que “no la ven”. Los hermanos que habitan la Casa Rosada no repararon en la contradicción en la que incurrió el senador al fundamentar su respaldo: como buen bilardista que es el Presidente, lo único que importó fue el resultado.
El ministro del Interior, Guillermo Francos, resumió el edulcorado momento cívico-libertario en una respuesta que dio al ser entrevistado hace unos días por La Voz. “Consideramos que Juez es una referencia nacional de Córdoba. Lo escuchamos con mucha atención. Y él habla con el presidente Milei. A mí no se me escapa de ninguna manera que es una figura que podemos tener en cuenta hacia el futuro en nuestra organización política”.
En el Panal, tomaron nota de esa reflexión. “Martín también habla con Milei”, dicen en la mesa chica del gobernador, desde donde se remarca que, ahora, la relación entre Llaryora y la Rosada es “excelente”. La foto sonriente del gobernador junto a la ministra Patricia Bullrich en el despacho principal del Centro Cívico y las coincidencias que tuvieron ambos al hablar del flagelo narco validaron la restauración del vínculo, que en febrero tuvo un pico de tensión, el cual encendió en Juez la chispa de la oportunidad.
El senador no es el único opositor a Llaryora que cree que si Milei consolida un programa de gobierno y muestra señales de recuperación una vez que cese el temporal del ajuste, el proyecto político del libertario tendrá combustible para 2025 y más allá. El radical Rodrigo de Loredo piensa lo mismo, aunque se diferencia de su socio político en el arrojo.
El dos veces candidato a intendente capitalino conduce un bloque en Diputados totalmente partido, tironeado por una mayoría de gobernadores que –con matices entre ellos– banca la dirección del camino trazado por Milei y una conducción partidaria que lo rechaza de plano. La relación personal entre Martín Lousteau y De Loredo es helada por estos días. No así entre el diputado y su socio local Marcos Ferrer, brazo derecho del presidente nacional de la UCR en Córdoba.
Sobre Ferrer, hay expectativas en el Panal. Creen que el riotercerense puede ser la renovación partidaria de los boinas blancas, que tienen aplazada su interna hasta septiembre. Lo comparan con Llaryora, por ser de una ciudad importante del interior, aunque plantean una duda crucial: “¿Se animará a pelear en la interna?”. Como casi siempre, el peronismo cordobés se interesa en tallar el perfil de eventuales adversarios. Especialidad de la casa, le dicen.
De Loredo no saltará a las filas libertarias, como especulan, con interés manifiesto, algunos correligionarios que sigan cuestionándolo por la jugada electoral del último año.
El diputado dice en la intimidad que no piensa en las legislativas de 2025, cuando vence su mandato. En dos videos que subió a las redes en los últimos días, De Loredo se muestra en la posición que menos paga hoy por hoy en la política argentina: la moderación. Cambio sí, pero con institucionalidad. Más gestión y menos licuadora, es la síntesis que trasuntan sus piezas audiovisuales.
Como pasó con Mauricio Macri hace una ya una década, una nueva referencia nacional atrae con distintas intensidades e intereses a los actores locales del sistema político. No se puede imaginar siquiera qué pasará más allá de mitad de año, pero nadie duda de que Milei está llamado a ocupar el lugar que dejó vacante en Córdoba el flamante presidente del PRO.
