La propagación del virus Covid-19 se sumó a la crisis de deuda del país. Los números publicados por el Indec esta semana le ponen dato a lo que vemos todos los días en nuestros barrios: 41% de pobreza en el Gran Córdoba y 47% en Argentina, con un 10% de compatriotas sumergidos en la indigencia.
Dejemos que esos números nos digan algo: casi la mitad de los argentinos estamos bajo la línea de pobreza.
Como sabemos, el problema de la Argentina es la desigualdad. Profunda hacinación y falta de oportunidades en nuestros barrios son la contraparte de un sector de la sociedad dispuesto a desestabilizar el orden democrático con tal de no entregar un 2% de su fortuna por única vez.
Cuando los casos aumentaron, los comedores siempre tuvieron la opción de cerrar para resguardarse, la gran mayoría continuó aun a riesgo de vida con mucha valentía, demostrando que al frente de muchas copas de leche y ollas populares hay verdaderos héroes.
Inclusive algunos que debieron cerrar realizan recorridos por los barrios dejando la comida y el bolsón en las puertas de las casas, respetando el protocolo y no bajando los brazos en este duro momento.
Frente a la crisis sanitaria, desde la organización comunitaria y barrial se han acompañado acciones de prevención, difusión y abordajes territoriales de detección de Covid-19.
Los referentes comunitarios han demostrado ser tan esenciales en este contexto de crisis provocado por la pandemia, como lo son, por ejemplo, los trabajadores de la salud.
Además, se están llevando a cabo cursos y formaciones virtuales, como la Diplomatura Integral de Cuidados. ¿Cuál es entonces el rol de los más humildes en las políticas de cambio?
Está probado que las organizaciones sociales son una rueda esencial en el diseño e implementación de un plan de igualdad. Como dijo la compañera Lorena, de Barrio Chino: “Miren si no vamos a ser esenciales que cubrimos al COE en el barrio porque sabemos que están colapsados y además triplicamos las raciones de la olla, cubrimos casos de violencia de género, atendemos a las familias aisladas.”
Demostramos desde la organización que podemos trabajar en conjunto por el bien de todos, garantizando un plato de comida y previniendo el desastre sanitario en barrios sin cloacas, con falta de luz, seguridad y los servicios básicos.
¿Cómo no vamos a tener esperanza en la Argentina que viene? ¿Cómo no vamos a creer que una Córdoba mejor es posible? ¿Cómo no vamos a luchar por un país, una provincia y una ciudad más igualitaria? Donde todos tengamos posibilidades de vivir mejor, si nos levantamos muy temprano todos los días para poner en marcha nuestras cooperativas de trabajo, si nos quedamos hasta tarde por el último plato de comida en un centro comunitario.
Hay militantes, trabajadores sociales, de la salud y cientos de cordobeses que están poniendo el hombro a esta situación para sostener un tejido social deteriorado por 4 años de fuga de capitales y ya 8 meses de pandemia.
Lo afirmó el Papa Francisco: “Sé que muchas veces no se los reconoce como es debido porque para este sistema son verdaderamente invisibles. A las periferias no llegan las soluciones del mercado y escasea la presencia protectora del Estado. Tampoco ustedes tienen los recursos para realizar su función. (…) Sin embargo, no se encierran en la queja: se arremangan y siguen trabajando por sus familias, por sus barrios, por el bien común”.
Hoy, más que nunca, estamos ante la obligación de distinguir como país y provincia a los que todavía están en el frente de batalla contra el virus, contra la desigualdad, por una Argentina de pie.
En tiempos difíciles para los trabajadores es importante reconocer a los que están dejando todo para que nadie quede en el camino, para hacer de este un país más justo, los verdaderos héroes de la batalla por una Argentina en salud, educación y de pie.
* Coordinadora provincial Somos-Barrios de pie