Vivimos en un mundo de días bastantes convulsionados. Países donde sus habitantes no solo sufren desencuentros propios, sino también con otros países, con los que están permanentemente enfrentados.
Por eso, cuando hablamos de paz generalmente nos referimos a la ausencia de conflictos o de guerras entre naciones, pero la paz también tiene un significado mucho más amplio, se relaciona con un estado de bienestar y armonía a nivel personal que nos permite estar bien con uno mismo y, en consecuencia, estar bien con los demás.
Esa paz que nos puede brindar un bienestar integral de la vida, que incluye la salud física, mental y, en mi humilde opinión, también la espiritual, otorgándonos así bienestar y armonía. Por tal motivo, me parece importante la paz interior a nivel individual para llegar a alcanzar de esa manera la paz a nivel colectivo, logrando por medio de ella la ausencia de guerras y conflictos.
Creo que la paz se concreta cuando hay ausencia de violencia, enfrentamientos o perturbaciones, que afectan no solo nuestro interior individualmente, sino también colectivamente en todos los seres humanos de este mundo.
Es así que surgen por lo tanto la tolerancia, el respeto, la Justicia, que son valores imprescindibles y tan importantes para lograr una paz necesaria y permanente. Convivir en paz nos permite disfrutar de la ausencia de conflictos, aceptando las diferencias y teniendo la capacidad de escuchar, reconocer y respetar a los demás para poder vivir de esta manera en forma pacífica.
Habrá quienes creen que esto es una utopía, pero personalmente pienso que si todos nos proponemos esta forma de convivencia, seguramente podremos alcanzar esa paz que todos queremos, pero que tanto cuesta conseguir.
El salmista David dice en la Biblia: “En paz me acuesto y me duermo, porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado” (salmos cap. 4 vers. 8). Vivir cerca de Dios nos permite alcanzar la confianza que, puesta en El, nos ayuda a poder obtener la paz interior necesaria que tanto necesitamos. También dice David: “Apártate del mal, y haz el bien: Busca la paz y síguela” (salmos 34:14).
Es imprescindible tener que apartarnos del mal. Hacer el bien contribuye a que podamos conseguirla y seguirla. Convivir con el mal hace que nos alejemos de ella, Dios nos ayude a conseguir esa paz al acercarnos a él.
Dios te bendiga.