“Periodistas son quienes hacen de su oficio un compromiso cotidiano para una sociedad más justa, más democrática e igualitaria”, decía un cartel en una escuela mendocina, para enseñar a los niños que el 7 de junio es el Día del Periodista.
Me hubiera encantado abrazar a los maestros que todavía creen en este oficio. Yo, como ellos, pienso que es una herramienta poderosa contra el abuso de poder, para levantar la voz cuando se violen los derechos, para contar cada día qué pasa de veras y por qué.
Muchos auguran a este oficio su pronto final, pues ya millones informan por las redes lo que sucede y el ChatGPT nos responde todas las dudas.
Creo que es al revés: ante el barullo informativo, cargado de falsedades intencionales y de mentiras alegres, los ciudadanos necesitan más del buen periodismo.
Un periodista hoy puede contrastar abiertamente múltiples fuentes, procesar miles de datos, colaborar con colegas de cualquier lugar gratuitamente, leer a velocidad de la luz millones de páginas.
Tiene más y mejores herramientas para escuchar, preguntar, estudiar y aprender de la ciudadanía y trabajar con ella para informar juntos.
Con todo ese acervo, puede poner la mira en lo que anda mal e informar mejor que nadie.
Si dejamos a los ciudadanos sin el periodismo, irán derecho al cadalso, adonde los llevan los prestidigitadores de esta época, magos del artificio, que manipulan miedos y posan de salvadores.
Ellos saben que el periodismo puede ser muy potente. Como reza un dicho africano, somos como mosquitos, pero quien crea que no hacen daño, intente dormir en una habitación llena de mosquitos una sola noche.
Por eso buscan silenciarnos. Desprestigian, encarcelan, demandan, hacen leyes adversas, fuerzan al exilio o quitan la nacionalidad.
No sólo los gobiernos atacan. A mis colegas colombianos Jaime Vásquez, Mardonio Mejía y Jorge Méndez los mataron el año pasado posiblemente grupos criminales.
Su coraje nos llena de ánimo para comprometernos con un periodismo que, como decía el cartel escolar, sirva a la democracia, a la igualdad y a la justicia.