El protocolo sanitario de vuelta a clases diseñado por la Provincia establece que el barbijo debe usarse siempre, en niveles primario y secundario, tanto afuera como adentro del aula. Niños, niñas y adolescentes, desde los seis años en adelante, deben llevar los elementos de protección personal para evitar contagios de Sars-Cov-2, así como de otras infecciones respiratorias.
La decisión se fundamenta en una regla básica de educación para la salud. Para que una medida sea efectiva, debe usarse y promoverse siempre. Quienes la sostienen comparan esta herramienta con el preservativo. Su uso no puede indicarse “a veces”. Para prevenir las infecciones de transmisión sexual, se debe utilizar en todo momento. Además, en el caso del tapabocas, la incorrecta manipulación (tocarlo con las manos sucias, llevarlo al bolsillo al sacarlo) puede favorecer su contaminación.
La circulación del Sars-Cov-2 está bajando en la actual tercera ola, pero la pandemia no terminó. Se siguen reportando casos y nuevos linajes en el mundo.
Otro punto a tener en cuenta es que ya circulan en la provincia otros virus respiratorios, como la gripe H3N2 y H1N1. El barbijo también previene el resto de las infecciones que se transmiten por el aire, especialmente en aquellas escuelas que no pueden garantizar el distanciamiento físico dentro del aula ni una buena ventilación.
En la otra vereda, hay quienes sostienen que no sería necesario usarlo siempre. Esgrimen, antes que nada, la baja circulación viral que en Argentina ya se percibe del virus del Covid. Este indicador es utilizado por el CDC (Centro de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos) para definir políticas públicas vinculadas a la exigencia o no de barbijos en distintas situaciones. Por caso, no recomienda su uso permanente si la circulación y cantidad de casos es baja.
El otro argumento es que no se pueden pedir medidas que la población no esté dispuesta a cumplir. Así como hay personas que se acostumbraron a llevar el tapabocas siempre (al olvidarlo, sienten que se dejaron algo fundamental, como en una época fue el reloj de mano), otras en cambio están cansadas.
Esgrimen, por otra parte, que el barbijo puede –en algunas situaciones– dificultar el proceso de enseñanza y aprendizaje.
En cualquiera de las dos bibliotecas, la comunicación es fundamental. Mensajes claros, transparentes y validados en evidencia científica harán que no se tiren por la borda los aprendizajes alcanzados con esfuerzos durante más de dos años.