Si yo soy el fabricante de un producto, producir ese producto cuesta $ 20, la mitad del costo es material importado y el costo de ese material aumenta un 10% debido a una variación en el tipo de cambio, ¿es justo –desde lo matemático y lo moral– trasladar ese aumento del 10% al precio del producto que ya tengo fabricado y listo para la venta? ¿O sería más justo aplicarlo sólo al nuevo producto que voy a fabricar con el nuevo costo?
Cuáles son las consecuencias de ese aberrante e injusto comportamiento, muy naturalizado en Argentina.
Perspectiva matemática-financiera
El costo real de fabricación del producto ya terminado fue de $ 20.
De esos $ 20, $ 10 correspondieron a materia prima importada.
El nuevo aumento del 10% se aplica sólo al material importado, lo cual implicará un aumento de $ 1 en futuras producciones, no en la actual.
Por lo tanto, desde una perspectiva estrictamente matemática, no es correcto aumentar el precio de un producto ya fabricado basado en un costo en el que no se incurrió al momento de su producción.
Perspectiva moral-ética
Si hablamos de justicia hacia el consumidor, subir el precio de un producto ya fabricado debido a un costo futuro no es justo, porque el consumidor estaría pagando por un riesgo que el productor aún no enfrentó.
Desde el punto de vista del productor, es comprensible la necesidad de proteger márgenes y anticiparse al contexto económico inestable.
Sin embargo, eso no justifica, éticamente, trasladar un costo que no ocurrió todavía, al precio de un producto que ya está listo.
En un contexto de transparencia y equidad, lo más justo sería aplicar el aumento sólo a las próximas unidades que se fabriquen con el nuevo costo de materia prima.
Conclusión
Matemáticamente: no corresponde aplicar un aumento de precio a productos ya fabricados, sobre la base de costos futuros.
Moralmente: aunque algunos lo consideren necesario para la supervivencia del negocio, sigue siendo más justo y transparente aplicar el aumento sólo a las futuras unidades.
El resultado es la creación de u círculo vicioso:
- Sube el dólar y suben los precios de forma anticipada.
- El consumidor pierde poder adquisitivo
- Se piden aumentos salariales
- Aumentan los costos y suben los precios otra vez.
Y así se repite el ciclo.
Es válido proteger un negocio, claro. Pero eso no debe hacerse a costa del sentido común, de la matemática ni de la ética.
Cobrar más por algo que ya está producido con un costo menor no es una medida de defensa: es una distorsión que termina perjudicando a todos, incluso al que produce, porque destruye la confianza del mercado.
Vivimos en un país atravesado por la inflación, con un tipo de cambio que varía de modo constante y que condiciona todos los aspectos de la economía.
En este contexto, es común ver que, ante cualquier aumento del dólar, los precios de los productos suben de inmediato, incluso cuando ese aumento todavía no impactó directamente en el costo de producción.
Defiendo el capitalismo. Creo en la libre empresa. Pero también creo que no puede haber un verdadero sistema sano si se basa en el aprovechamiento del miedo, en lugar de la confianza y la transparencia.
Anticiparse puede ser prudente. Pero cobrar hoy lo que todavía no cuesta más, eso ya no es defensa: es especulación. Y la especulación, cuando se generaliza, destruye el tejido social y la economía real.
- Juris doctor