Las elecciones legislativas de 2025 dejaron más preguntas que certezas. La Libertad Avanza volvió a ser la fuerza más votada y ampliará su representación en el Congreso, lo que confirma que su narrativa sigue interpelando a una parte significativa del electorado.
El peronismo, con casi el 32% de los votos agrupados mayoritariamente bajo el nombre Fuerza Patria, mantuvo su peso histórico.
Entre ambos polos, la alianza Provincias Unidas –integrada por seis gobernadores– buscó romper la lógica binaria, pero no consiguió captar a ese tercio del electorado que prefirió no ir a votar.
Casi un 32% del padrón decidió no participar. Es el porcentaje más alto de abstención en una década y una señal que excede lo coyuntural.
Expresa el cansancio de una parte de la ciudadanía, que percibe que la política perdió su capacidad de interlocución: ya no logra traducir las preocupaciones sociales en acción ni las demandas colectivas en un horizonte compartido.
Argentina vive un ciclo largo de polarización que funciona como una forma de orden frente al desconcierto: ofrece certezas rápidas, enemigos claros, explicaciones sencillas.
Pero también reproduce el vacío que dice llenar. Mientras oficialismo y oposición disputan el sentido de “la gente”, una porción creciente de la sociedad se retira silenciosamente del compromiso democrático.
La abstención refleja algo más que desinterés: marca una fisura en el lazo que conecta representación con legitimidad.
Para sostenerse, la democracia necesita de un entramado de vínculos y confianza recíproca –entre ciudadanos, dirigentes y generaciones–, el cual hoy se encuentra en un estado de fragilidad que tenemos que mirar, entender y abordar.
El desafío es doble: repensar la representación y recuperar la conversación. La política no puede limitarse a administrar lo existente: necesita volver a imaginar el futuro.
Para eso, hacen falta liderazgos capaces de formular preguntas incómodas; de sostener el disenso sin caer en la confrontación destructiva; de construir cooperación en medio de la incertidumbre.
La democracia necesita una nueva generación de líderes que asuma el liderazgo como una práctica ética y colectiva: que escuche antes de responder; que innove e incorpore la tecnología sin perder empatía.
Desde Potencia Argentina+, creemos que es necesaria una nueva generación de líderes que puedan entrenarse en esa práctica y sean capaces de recomponer la confianza, revitalizar la conversación pública y construir juntos las respuestas que este tiempo nos exige.
Director Ejecutivo de Potencia Argentina+
























