La semana pasada, los gobernadores de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, y de Córdoba, Martín Llaryora, suscribieron los convenios para avanzar con el préstamo de U$S 100 millones que otorgará el fondo saudí para la ejecución de los bloques B y C del acueducto biprovincial.
El bloque A ya está en ejecución con financiamiento del fondo kuwaití, por otros U$S 50 millones.
En conjunto, el proyecto tendrá su punto de partida en la toma de agua sobre el río Coronda, en Santa Fe; luego, las cañerías se extenderán hasta llegar a Córdoba capital; y una vez finalizada la obra, suministrará agua potable a más de un millón de habitantes de ambas provincias.
No es poco poner en marcha una obra de esta magnitud y alcance en el contexto complejo que atraviesa nuestro país. Tiene razón nuestro gobernador al afirmar que se trata de “una experiencia única en la República Argentina”, en cuanto a la coordinación de distintos niveles de gobierno, provincias, equipos técnicos y organismos internacionales.
En ese cuadro, quiero destacar una continuidad de la que, como santafesinos y cordobeses, debemos estar orgullosos.
Este acueducto es la concreción de un proyecto que nació hace más de una década, cuando los gobernadores Juan Schiaretti y Hermes Binner firmaron un convenio en el que plasmaron la voluntad de llevarlo adelante.
Luego, con José Manuel de la Sota tomamos la decisión de salir a buscar financiamiento internacional, la única forma de concretar una obra de tal envergadura.
Desde 2015, las tratativas prosiguieron con Schiaretti, por el lado cordobés, y Miguel Lifschitz y Omar Perotti, por el santafesino. Siempre en un marco institucional de respeto, colaboración, intereses comunes y proyección a futuro que, estoy seguro, preservarán los mandatarios que vengan.
Ese es el camino por transitar para sumar grandes infraestructuras; para generar más y mejores condiciones para el desarrollo productivo, energético y vial; para la conectividad; para crear trabajo y arraigo; en definitiva, para cambiar positivamente la vida de nuestros comprovincianos.
Obras para generaciones
El proyecto del acueducto biprovincial Santa Fe-Córdoba es una buena oportunidad para demostrar que es posible construir políticas de Estado que avancen durante distintos períodos de gobierno. Porque, además de ser obras que no empiezan ni terminan de un día para el otro, una vez concretadas trascienden las sucesivas generaciones y por eso nos animamos a tomar un compromiso de pago extendido en el tiempo.
También vale la pena destacar en el concierto nacional el rol de dos provincias comprometidas con el federalismo, convencidas de que no podremos bajar la pobreza y la indigencia, dejar atrás las crisis e iniciar un proceso sostenido de crecimiento y desarrollo si no es por medio del diálogo, en forma colaborativa y planificada.
Hablamos de dos provincias ricas, sí, pero también responsables a la hora de administrar recursos, establecer impuestos, planificar su crecimiento y tomar endeudamiento.
Casualmente, en esa misma semana en que se firmaron los acuerdos con el fondo saudí, los santafesinos conmemoramos un nuevo aniversario del nacimiento del brigadier Estanislao López, defensor como pocos de la autonomía y los intereses de Santa Fe, promotor del federalismo que tanto nos cuesta plasmar en los hechos.
Lejos de pretender estar a la altura de sus batallas, pero acudiendo a su ejemplo y su guía, defendamos lo que representa haber concretado un proyecto como el acueducto Santa Fe-Córdoba, y también la historia y las tradiciones que nos unen con otras provincias, las coincidencias que nos acercan, los caminos que hemos iniciado juntos, el futuro que no podrá ser si no es en común.
Apropiémonos de lo que hemos logrado con espíritu solidario y sentido de la integración; pongamos en valor los principios que defendemos, no sólo por el porvenir de los santafesinos y cordobeses, sino de todos los argentinos.
* Exgobernador de Santa Fe; diputado provincial