“Es mentira que los números no nos dan. Estamos mejor de lo que creíamos que íbamos a estar para este momento. Si no votamos ahora, es porque hay una estrategia macro que tiene que ver con el proyecto nacional de Juan”. Martín Llaryora se muestra confiado. El único candidato oficializado de toda la grilla provincial reconoce y acepta el liderazgo del gobernador Juan Schiaretti.
Esa conducción marca que, por primera vez desde la fallida aventura presidencial de José Manuel de la Sota en 2015, el peronismo correrá el riesgo de contaminar la cuidada escena provincial cordobesista de la influencia que podría tener para el electorado de Córdoba que se mezclen las aguas del Suquía con las del Río de la Plata.
“Nacionalizar es un riesgo concreto y estamos dispuestos a correrlo. Schiaretti es el único conductor y responsable del rumbo que tomemos. Para dar un paso más, hay que arriesgarse”, repite en privado Llaryora, que reparte tiempo completo entre gestión capitalina y armado electoral provincial.
En el seno del llaryorismo reconocen que hay una diferencia sensible con el schiarettismo: la fecha de la votación. El intendente capitalino cree más probable que los comicios terminen realizándose más cerca de las Paso nacionales del 13 de agosto, aunque, si la decisión corriera por su cuenta, replicaría el calendario de 2019 y votaría a mediados de mayo. Específicamente habla del 14, el segundo domingo de ese mes. Para eso, Schiaretti debería anunciarlo 90 días antes, por ejemplo el 1° de febrero, cuando inaugure el año legislativo en la Unicameral.
Está descartado, sin embargo y pese a versiones en ese sentido, que los comicios provinciales sean el mismo día que las primarias nacionales. Es póliticamente inconveniente para el PK, aunque jurídicamente realizable por imperio de la ley de simultaneidad de elecciones.
Riesgo y oportunidad
Solapar el tablero provincial con el nacional implica un peligro para Hacemos por Córdoba. En el plano nacional, Juntos por el Cambio, el rival provincial del PJ, fue votado en masa por los cordobeses desde 2015 hasta 2021. Sólo De la Sota, cursando todavía el final de su último tercer mandato, logró ganarle a Cambiemos en la provincia con aquella sociedad llamada UNA que había forjado con Sergio Massa.
Pero el contexto actual es otro. En agosto de 2015, Cambiemos daba sus primeros pasos y eran pocos los que imaginaban que esa alquimia novedosa terminaría derrotando al kirchnerismo y gobernando el país. Pasó y ese espacio no deja de marcar récords de adhesión en Córdoba cada vez que lo nacional está en juego. “Es jugar con fuego”, admiten en el peronismo.
Después del no apoyo del presidente Macri a los candidatos provinciales de su espacio en 2019 y del estratégico guiño para la continuidad de Schiaretti, los líderes nacionales de Juntos por el Cambio ahora sí aseguran en público y de cara a su electorado que quieren ganar Córdoba.
Eso está diciendo por estas horas Horacio Rodríguez Larreta, de gira por la provincia. Patricia Bullrich, otra precandidata presidencial del PRO, lo repetirá a finales de mes, cuando recorra estas tierras. Ese es un hecho novedoso, aunque complejo de cuantificar en incidencia. El peronismo no desconoce ese componente. Igual, la decisión política es intentar disputar el partido nacional, además del provincial.
Schiaretti, como otros gobernadores con los que habla, se imagina siendo una pieza clave de la conducción política que sucederá al Frente de Todos. Cerca de él reconocen que aspirar a la presidencia es casi utópico. La expectativa más realista es la de ser parte en un rol relevante de “la reconstrucción del país”, dicen sus más fieles alfiles políticos.
Sobre ese objetivo, el gobernador dio algunos pasos en el arranque del año. A la reunión con el exgobernador salteño Juan Manuel Urtubey le sumó otra con su par puntano, Alberto Rodríguez Saá. El volumen aún es modesto para incidir en el tablero nacional, pero cerca del titular del Panal se asegura que hay más de un par de gobernadores que dieron su compromiso de estar, aunque pidieron tiempo para acoplarse.
En ese lote se menciona al entrerriano Gustavo Bordet, al santafesino Omar Perotti y al sanjuanino Sergio Uñac. “Hay que darles margen a que resuelvan el juego en sus provincias y luego se sumarán”, confían en el schiarettismo. En ese polo aún en edificación se da como miembro seguro al radical Facundo Manes, aislado en Juntos por el Cambio. Últimos suspiros del cordobesismo.
Hay una fecha apuntada en todas las agendas políticas: el 24 de junio. Ese día se deben inscribir las candidaturas para las Paso. Si el espacio antigrieta se constituye, Schiaretti será precandidato, más allá de la llamativa desprolijidad con la que se comunicó el saldo de la reunión del martes con Urtubey.
Esa fecha clave en el calendario nacional comenzará a convivir con el cronograma provincial. El domingo 25 de junio es un punto en el almanaque que se baraja como posible fecha de votación provincial, aunque nada está definido. Tampoco está resuelto que los capitalinos voten para suceder a Llaryora el mismo día en que lo haga toda la provincia, como pretende e impulsa el candidato oficialista.
Tiempo y trampa
Luis Juez y Rodrigo de Loredo estarán de vacaciones fuera del país por unos días y por eso no hubo foto con Rodríguez Larreta, que debió conformarse con postales más módicas –una llamativa con un intendente del PJ aliado a Llaryora– y pintorescas. Todo le suma al alcalde porteño, cuyo principal objetivo es hacer pie en una provincia macrista por excelencia.
Sin avances sobre quién terminará quedándose con la candidatura provincial en nombre de la coalición, Juez y De Loredo parecen atrapados en una trampa que ellos mismo se construyeron: la indefinición. Esa situación, que para el diputado radical es una estrategia política en sí respecto del PJ, sin embargo, tiene costos asociados.
Lo que está en juego este año, a diferencia de 2021, es el territorio propio. Y hay intendentes radicales que quieren saber quién los conducirá. Algunos comienzan a hacer saber que no les da lo mismo que sea uno de su propia raza o Juez.
En esa no resolución opositora, Llaryora ensancha la oportunidad de seguir pescando en la pecera ajena. Tiene a su favor que posee abundante carnada fresca. Y también lo ayuda que hay un puñado de mojarras rojas y blancas predispuestas a morder el anzuelo de la tentación y de cambiar de estanque.
