El 20 de octubre de 2011 los portavoces de ETA anunciaban el abandono de las armas. El saldo de la larga noche de ETA dejó 854 asesinatos, 84 secuestros y más de dos mil heridos. Familias devastadas y mucho sufrimiento en ambos lados del conflicto.
Lo paradójico es que la mayor parte de estas muertes se dieron durante la democracia, una vez finalizada la dictadura de Francisco Franco.
ETA fue una organización clandestina que planificó y ejecutó secuestros, atentados y asesinatos, pero que también tuvo, en la vereda del frente, al Estado español respondiendo con métodos tan clandestinos y violentos como los de la organización vasca.
Fue un movimiento que nació en el contexto de la convulsa década de 1960, en la que aparecían otros movimientos terroristas similares –el IRA irlandés, por ejemplo– unido al contexto particular de la España de Franco.
Según Eduardo Madina, exdiputado del Partido Socialista al que ETA le amputó una pierna en un atentado con explosivos, lo que quería ETA era elevar a categoría de total la visión particular que tenía de lo que debía ser el País Vasco. Con su promesa de dejar la violencia en 2011, se abría una nueva vía a la esperanza y la pluralidad, que al día de hoy sigue necesitando esfuerzos y sostén.
Nacionalismo no separatista
Hace 10 años que el País Vasco viene dando pasos en su desescalada hacia la no violencia, la convivencia y la normalización. Y hace 10 años que se le puso fin al último enfrentamiento armado de Europa. También, poco a poco las cárceles empiezan a vaciarse, si tenemos en cuenta que en 2011 había 595 presos en España y otros 140 en Francia, y a una década del cese armado quedan sólo 185 presos pertenecientes a la banda.
La sociedad vasca cambió. Todo es reciente y toca el tiempo de sanar una herida que duró medio siglo. Las últimas encuestas muestran que las cuestiones identitarias están cada vez menos presentes en Euskadi. Existe una brecha entre aquel País Vasco de hace unas décadas y el de 2021.
La identidad vasca y la defensa de la independencia han ido perdiendo fuelle, aunque eso no quiere decir que haya desaparecido: quieren más autonomía y competencias, pero se alejan de un proceso de independencia.
El Partido Nacionalista Vasco, que hoy gobierna la Comunidad Autónoma, es eso: nacionalista pero no separatista.
Los y las vascas que dicen sentirse “igual de vascos que españoles” han pasado del 32% al 40% en los últimos años. Además, el apoyo a la independencia tocó su piso más bajo en 2021, con sólo un 19% de apoyo, según el Sociómetro elaborado por el Gobierno Vasco.
Esto muestra cómo la apuesta por la independencia tiene poco recorrido en el actual panorama político.
Nuevas preocupaciones
Las preocupaciones de los ciudadanos vascos ya no pasan por ETA; preocupan la pandemia del Covid-19, la economía, la llegada de los fondos europeos, el precio de la electricidad. Sin embargo, en la arena política la sombra de ETA sigue presente; dentro de la política sigue siendo una arista estructural que direcciona los discursos de algunos partidos y agrupaciones.
No hay un solo relato sobre lo que fue ETA, lo que significó ni por qué actuó cómo actuó. Hay tantos como la diversidad del pueblo vasco y tantos como las formas del conflicto pueden tocar a cada uno.
Si hasta hace unos años ETA podía ser algo así como un tema tabú, hoy se habla libremente de ella en la literatura, el cine y las ficciones. Hay cierto boom de la cuestión vasca desde que Fernando Aramburu publicara Patria, la novela superventas que narra el conflicto vasco a través de los ojos de dos familias, y que recientemente fue llevada a la pantalla chica por HBO.
Aquella tarde de 2011 una nueva fase se abrió paso, un nuevo tiempo para Euskadi se vio llegar. Hoy el País Vasco es –porque siempre lo fue– una sociedad diversa y abierta, donde nunca hubo una sola forma de ser vasco o vasca y donde ETA es una realidad incómoda. Esta efeméride redonda de una década permite que la ciudadanía continúe su camino de convivencia y construcción.
Si en un futuro habrá un País Vasco independiente, no lo sabemos. El panorama actual parece indicar lo contario, pero la historia no es lineal.
* Periodista especializado en Política Internacional