Este viernes, el presidente Javier Milei acaparará la atención nacional con su primer discurso sobre el estado del país ante el Congreso de la Nación. Hará un repaso breve, pero extremadamente duro, de la pesadísima herencia que recibió de la administración de Alberto Fernández.
Milei sueña con 40 puntos de rating. Por eso atrasó su mensaje al horario central del encendido televisivo. Los golpes de efecto lo estimulan. Al igual que tuitear mensajes agresivos y descalificantes en las redes sociales. Las personas con síndrome de Down debieron padecer en los últimos días esa práctica presidencial inexplicable.
Ese día, al margen de lo que haga y diga el jefe del Estado, se correrá el velo del Congreso, una zona roja y peligrosa para la debilidad legislativa del oficialismo.
Concluida la etapa de sesiones extraordinarias, que terminó con un saldo negativo para los libertarios –por más relato victorioso que busque instalar Milei tras el fracaso de la “ley ómnibus”–, lo que comienza es un juego distinto y de riesgo para el Presidente. Milei sólo puede autoculparse por haberse complicado el terreno parlamentario: es responsable único de la pelea con el 95% de los gobernadores.
Diez firmas para pedir una sesión y otras 129 voluntades para alcanzar el cuórum –o dos tercios para avanzar sobre tablas sin paso por comisión– serán suficientes para llevar al recinto cualquiera de los proyectos con los que los mandatarios provinciales intentarán recuperar parte de lo podado por la motosierra presidencial, que tiene como único y principal objetivo el equilibrio fiscal.
Esa es la contraofensiva federal que estará habilitada y disponible desde el lunes próximo en el Congreso de la Nación. Resta saber qué grado de articulación tendrán los opositores a quienes Milei denuesta y detesta.
La oportuna salida judicial que encontró el chubutense Ignacio Torres a su enfrentamiento con la Nación, y el drástico cambio de posición de los rebeldes patagónicos –que pasaron de la amenaza de pisar la manguera de la producción del petróleo a invitar a Milei a que los visitara no bien encuentre un lugar en su agenda–, no son casuales. Este viernes habla Milei. Desde el lunes, las mayorías que la política logre reunir en el Congreso también tendrán la palabra.
Qué quieren los gobernadores
Aunque no haya todavía una agenda definida ni mucho menos consensuada, los puntos que sobresalen son bien específicos y apuntan a un solo objetivo: obtener oxígeno financiero en medio de la quita de los recursos practicada por Milei y agravada día tras día por imperio de la semiparalización de la economía.
La restauración del Fondo Nacional de Incentivo Docente (Fonid) es el punto sobre el que hay mayor consenso. Sería la punta de lanza de otras iniciativas en el mismo sentido. Los gobernadores les apuntan a fondos de asignación específica que, aseguran, ya no tienen razón de ser si no son distribuidos a las provincias. Aparecen allí los recursos que se recaudan por vía del impuesto a los combustibles y que engordan un fondo para el transporte. Hay otros que se componen de una parte de la recaudación del IVA y que ahora van a la Anses. Son apenas dos ejemplos de una lista de casi media docena.
Milei, sin embargo, aún tiene algunas cartas. La primera se apalanca en el pavor que todavía representa para algunos espacios políticos –en especial para los cordobeses schiarettistas, llaryoristas y cambiemitas– votar junto con el kirchnerismo.
Esta semana, el bloque K de Unión por la Patria aprovechó el espíritu solidario que impregnó la disputa entre Chubut y la Nación y lanzó una propuesta a todo el arco opositor de un “acuerdo federal parlamentario en defensa de las provincias y de la Nación”.
En el oficialismo provincial, dudan de aceptar la invitación. Temen que cualquier coincidencia con sectores del kirchnerismo termine siendo usada por Milei en su contra. No todos en el bloque Hacemos Coalición Federal piensan lo mismo. Hay otros diputados no cordobeses de esa heterogénea bancada que creen posible votar junto con los K, siempre y cuando se trate de temas troncales, como, por ejemplo, el incentivo docente.
Milei tiene además, en último instancia, la posibilidad de vetar todo lo que considere contrario a los intereses de sus lineamientos. Para eso necesita que los opositores no logren los dos tercios. En el Senado, los no oficialistas pueden llegar a ese número sin que ello represente una misión imposible. Más peleado es el escenario en Diputados.
Todo está abierto. Marzo marcará una bisagra en el Congreso.
