Pese al mensaje ambiguo del gobierno, los exportadores aceleran la registración de ventas de cereales antes de que venza el plazo de la rebaja temporal de retenciones el próximo lunes 30 de junio.
En los últimos días, las anotaciones alcanzaron nuevos récords, en parte, también movilizadas por una baja en el precio internacional de los granos.
Las dudas las sembró este miércoles el vocero presidencial Manuel Adorni al referirse al tema durante una conferencia de prensa que ofreció en la Casa Rosada.
Consultado sobre la posibilidad de una extensión de la rebaja temporal, el portavoz no fue tajante como en otras oportunidades acerca de su finalización.
“Lo que se había anunciado era una modificación transitoria, excepto para las economías regionales. Todavía no hay ninguna determinación, en caso de que la haya la vamos a comunicar, pero todavía no hay ninguna definición al respecto”, dijo Adorni, permitiendo múltiples interpretaciones.

Por la sequía y una baja en los precios internacionales, a principio de año, el gobierno redujo del 33 al 26% las alícuotas para el grano de soja, del 12 al 9,5% para el trigo, la cebada, el maíz y el sorgo, y del 7 al 5,5% para el girasol.
A mediados de mayo, Caputo anunció la prórroga de la reducción a 9,5% para el trigo y la cebada hasta marzo del año próximo, para darle certidumbre a la próxima campaña.
Con este escenario, resta conocer que decisión tomará el gobierno con relación a soja, maíz, sorgo y girasol.
Frente a este escenario, durante la semana se aceleraron las declaraciones de venta de soja y subproductos. Por ejemplo, el último martes se alcanzó un récord, según precisó el economista Salvador Vitelli: 750.000 toneladas, para agosto por 270.000 toneladas y otras 750.000 toneladas para septiembre.
Vitelli recordó que para aprovechar el beneficio de la rebaja de alícuota hay un plazo de 15 días hábiles desde la presentación de la Declaración Jurada de Venta al Exterior (DJVE) para ingresar el país el 95% de las divisas.
De allí que se espera para mediados un ingreso de dólares que refuerce las reservas del Banco Central.
Si bien la baja temporal de enero tenía entre sus justificativos la sequía y la caída de los precios, hoy una de esas dos condiciones se mantiene, ya que el precio de la soja cayó hasta los U$S 376.
Este descenso genera las condiciones necesarias para que los exportadores se apuren a inscribir sus operaciones.
Costos más altos
Un informe de IERAL determinó que Argentina tiene los costos de producción agropecuaria más altos en una comparación con Estados Unidos, Brasil, Uruguay y Paraguay
El estudio abarca un total de trece bienes y servicios, clasificados en seis grupos: fertilizantes, herbicidas, fungicidas, transporte de carga, combustible y maquinaria (ver Tabla 1, precios expresados en dólares).
El trabajo determinó que Argentina “es más cara en dólares que los otros países en la mayoría de los 13 productos relevados”.
Así, indicó que es más cara en el 85% de los casos con respecto a Brasil (en 11 de los 13 productos); en el 69% de los casos con respecto a Paraguay (9 productos); en el 77% de los casos con respecto a Uruguay (10 productos); y en el 62% de los casos con respecto a Estados Unidos (8 productos).
No obstante, las brechas de precios que encarecen la producción local no son tan grandes: los fertilizantes resultan en promedio 3,3% más caros en Argentina; herbicidas un 7,8%; fungicidas un 1,4% y los combustibles (gasoil grado 2) un 11% más onerosos.
Las excepciones que se encontraron fueron: 1) transporte de cargas (flete granario por camión de 400 kilómetros), donde Argentina resulta un 23% en promedio más cara que el resto de los países, con una tarifa de U$S 35,7 por tonelada kilometro (un nivel muy similar, levemente inferior al de Uruguay U$S 37,1 tonelada kilometro); y 2) maquinaria agrícola, particularmente en tractores, donde Argentina se ubica 27% más cara que el promedio de los otros países, y en menor medida en cosechadoras, donde la brecha no llega al 10%.
Los factores que explican el encarecimiento de estos insumos se destacan: los resabios de las restricciones cambiarias, cargas impositivas acumulativas, regulaciones laborales muy rígidas, elevados costos logísticos internos, menor escala operativa y un contexto de mayor incertidumbre y volatilidad.
“Estos elementos, en conjunto, limitan el funcionamiento pleno de los mecanismos de arbitraje de precios y restan competitividad”, concluyó IERAL.