Este miércoles, el presidente en ejercicio, Alberto Fernández, se despidió de todos sus empleados en la Casa Rosada, poco antes de partir de viaje a Brasil y a un par de días de abandonar su cargo para entregárselo a su sucesor, Javier Milei.
“Hoy es mi último día, mañana me voy a Brasil y ya no estoy volviendo acá”, dijo el mandatario al compartir el tradicional brindis de fin de año.
Fernández defendió su gestión, y a los “trabajadores estatales”. Luego de agradecer “a todos y todas”, Fernández recordó los tiempos de la pandemia, y destacó que “ustedes todo el tiempo estuvieron, todo el tiempo trabajaron”.
El Presidente dijo que se iba “con la tranquilidad de haber puesto todo”, y enumeró los que consideró logros que heredará la próxima gestión, como “no tener que pagar U$S18.000 millones de deuda por año como me tocó a mí”, “no recibir 10 puntos de desocupación”, “recibir 7000 obras públicas nuevas, 4000 terminadas”, entre otros datos.
También “un satélite más que pusimos en órbita” y “vacunas que se hacen acá” por si retornara el Covid.
Sostuvo que se irá “con la tranquilidad de haber recompuesto el salario de los trabajadores estatales, aunque tengo el enorme pesar de no haber podido resolver el problema de la pobreza”.
“Me voy por la misma puerta que entré, con el mismo auto en el que entré, y a la casa de donde salí. Y espero verlos a todos siempre, ustedes y yo sabemos que trabajamos por la gente”, afirmó, y volvió a parafrasear al cantautor Luis Alberto Spinetta, al afirmar a modo de despedida: “Mañana es mejor”.
Luego del discurso, el Presidente se prestó a decenas de pedidos de selfies de empleados de distinto rango que se agolparon a su lado. No quiso dar declaraciones, porque-como explicó a los periodistas-”di como cuarenta notas” en los últimos días.
Luego de un forcejeo con dos movileros radiales, que lo consultaron sobre su “balance”, Fernández buscó la salida hacia el Patio de las Palmeras, mientras su custodia empujaba a quienes lo rodeaban.
