La Cámara Federal porteña confirmó el procesamiento contra Alberto Fernández por dos hechos de lesiones leves y un hecho de lesiones graves, doblemente agravados por el vínculo, abuso de poder y autoridad, y amenazas coactivas.
Esta decisión, tomada con un voto mayoritario, lo deja a un paso de enfrentar el juicio oral en la causa por violencia de género iniciada por la denuncia de la ex primera dama, Fabiola Yañez.
La Justicia corrobora un contexto de violencia habitual y poder asimétrico
La resolución judicial confirmada por la Cámara concluyó que, a raíz de la prueba desarrollada hasta el momento, “se demuestra que la relación se encontraba atravesada por violencia habitual y constante, fundamentalmente psicológica, con episodios de violencia física recurrente”.
El procesamiento firmado por el juez Julián Ercolini, ahora ratificado por los camaristas Martín Irurzun y Eduardo Farah (con la disidencia de Roberto Boico), atribuye a Fernández tres delitos que, en concurso, representan una pena de 3 a 18 años de prisión.
En este expediente se dio por corroborado que existió un “contexto de violencia de género signado por la particular relación asimétrica de poder entre Alberto Ángel Fernández y Fabiola Andrea Yañez, por lo menos desde el año 2016 hasta el 6 de agosto del 2024”.
Se sostiene que el expresidente “se habría aprovechado de la especial situación de vulnerabilidad preexistente al vínculo en la que se encontraba inmersa la nombrada”.
Acoso, hostigamientos y violencia psicológica continua
Se acusa al ex Presidente de haber “ejercido con habitualidad y de modo continuo, violencia psicológica contra Yañez, bajo las formas de acoso, hostigamientos, controles, indiferencia, insultos, culpabilización, destrato, retiro de la palabra, ninguneos y hostilidad”.
Tras conocerse la resolución de primera instancia, Alberto Fernández, representado por Silvina Carreira, apeló buscando la nulidad de la causa e insistió en su inocencia.
En su descargo inicial, Fernández afirmó: “Nunca cercené su libertad de movimientos y nunca le condicioné sus vínculos y amistades. Sí debo decir que si alguien fue agredido en la pareja, ese fui yo. Si alguien debió soportar insultos y malos tratos en la pareja, ese fui yo”.
Para respaldar su argumento, señaló que “en los momentos de embriaguez, ‘ella se ponía violenta, me atacaba con una fuerza singular. Yo solo atinaba a atajar sus manos para evitar sus golpes’”.
Finalmente, negó todos los delitos y, esencialmente, sostuvo que “jamás agredió físicamente a la ex primera dama”. Sin embargo, ninguno de sus argumentos logró revertir el procesamiento.
La clave en la configuración de la violencia
La resolución judicial subraya que este caso de violencia de género se asienta en “una relación asimétrica de poder entre Fernández y Yañez”. Se plantea que “el desarrollo personal, profesional, la vida política y pública del imputado se encuentra por demás acreditado y se ve contrastado con el desarrollo que tuvo la víctima , incluso luego de iniciar la relación con el nombrado, se observa un bajo perfil”. Esta asimetría “habría estado presente desde el inicio de la relación y fue determinante para la configuración de las distintas violencias verificadas en autos”.
Se recordó que Alberto Fernández no solo fue presidente de la Nación, sino que también ejerció diversos cargos públicos, como funcionario, abogado y docente, con un amplio reconocimiento social. Esta trayectoria instaló a nivel simbólico una certeza de asimetría. Se citaron manifestaciones de Fabiola Yañez, como “él impone miedo a un montón de gente, saben que es capaz de hacer cosas, que tiene amigos muy importantes”, “Nadie quiere ponérselo en contra todos le tiene miedo porque tiene más poder”, y “ustedes saben que yo no soy hija de juez como él”.
Por ello, se concluyó que los episodios de violencia se enmarcaron en esta dinámica desde los inicios de la relación en 2016 hasta la denuncia y la imposición de la prohibición de contacto en agosto de 2024.
Con la confirmación del procesamiento, Alberto Fernández será el primer ex presidente de la Nación en sentarse en el banquillo de los acusados para dar explicaciones en un caso de violencia de género