Juan Schiaretti es el único gobernador peronista que no está ante la disyuntiva de apoyar a Alberto Fernández o avalar a Cristina Kirchner.
Es opositor a dos puntas en ese enfrentamiento en la cúspide del poder que tiene en vilo a todo el sistema político, y que le suma tensión institucional al desmadre económico con pico inflacionario que empobrece a los argentinos.
Todo sobre el futuro del gobierno de Córdoba
En el Panal, la conclusión es siempre la misma desde 2008: nada positivo puede surgir para el oficialismo cordobés del kirchnerismo. Si la opción de Schiaretti en 2019 fue oponerse desde el momento mismo en que la sociedad entre los Fernández entusiasmó a todo el peronismo nacional, ahora que el fracaso de aquella osadía parece una evidencia, lo que hace el Gobierno de Córdoba de modo permanente es reiterar que se opone a todo.
De todas las formas posibles y de modo cada vez más exagerado.
Pedidos de informes y citación a funcionarios nacionales al Congreso; proyectos de ley que tienen escasa perspectiva de ser aprobados pero que igual exacerban al kirchnerismo –desde la propuesta de baja de retenciones al agro a la iniciativa schiarettista para el traspaso de Aysa, Edenor y Edesur, o el proyecto de equidad en el reparto de subsidios– y reclamos por todas las vías.
En los últimos días, fue la reducción del suministro de gas a las industrias cordobesas el detonante de una queja provincial que tuvo impacto político en todo el país.
La protesta de Córdoba por las retenciones es encabezada por Schiaretti, quien en la actualidad parece liderar a las entidades agropecuarias más que acompañarlas en sus planteos. Son los funcionarios provinciales quienes advierten sobre inminentes decisiones nacionales que afectarán más gravosamente al campo.
La evidente escalada crítica que el lunes pasado mostró la Región Centro con la asunción de Schiaretti como presidente temporario por momentos pareció incomodar al gobernador entrerriano Gustavo Bordet.
El santafesino Omar Perotti acompañó de mejor talante los reclamos del cordobés, quien aprovecha cada espacio disponible para marcar diferencias con la Nación. Esa actitud desafiante es evidente.
¿Hacia afuera o hacia adentro?
Lo que no está tan claro es el objetivo de Schiaretti. Su intento de proyección nacional parece haber encontrado el momento, pero aún no tiene ni el espacio, ni los socios, ni la trascendencia que busca el schiarettismo. Cualquier perspectiva de liderazgo para el cordobés parece depender mucho más de los desmoronamientos institucionales que pueda ocasionar la crisis interna del Gobierno que de la capacidad de construcción de esa opción republicana y antigrieta que defiende Schiaretti.
Mucho más concreto es el rédito local de esa estrategia: a 20 meses de la finalización del ciclo de Schiaretti en la Gobernación, la única competencia planteada dentro de los límites de Córdoba se vincula a determinar quién es más opositor al Gobierno nacional.
Luis Juez y Rodrigo de Loredo, quienes hoy son los principales referentes de la siempre convulsionada oposición cordobesa, están dando en ese territorio la pelea por la proyección hacia 2023. Mario Negri es el otro gran protagonista de esa estrategia que hace pie en el Congreso Nacional. No hablan de Córdoba quienes pretenden desafiar al peronismo cordobés.
Hablan de la crisis nacional y ganan espacio como opositores acérrimos. En una provincia donde 9 de cada 10 votantes rechaza al kirchnerismo, ese es el primer mandamiento de cualquier candidato.
El schiarettismo no quiere perder terreno en ese frente y sube su nivel de confrontación. El intendente capitalino Martín Llaryora, candidato cada vez más indiscutido de Hacemos por Córdoba, procura sumarse cada vez con mayor frecuencia a esa dinámica, a la espera de que finalmente la discusión se centre en el eje que sostendrá el intento de continuidad del peronismo: la gestión provincial y la gestión municipal.
En todos los frentes
No se trata de las únicas estrategias que amasa el oficialismo.
El trabajo territorial se multiplica en toda la provincia, sin distinciones ya entre Capital e interior, y el trabajo hormiga sobre los dirigentes opositores también se ejecuta sin descanso: sean los intendentes radicales que pretenden la re-reelección tanto como los peronistas; los huérfanos del PRO que buscan asilo o los los dirigentes del PRO que no están huérfanos pero prefieren que continúe Hacemos por Córdoba si la alternativa es el liderazgo de Juez. Nada le es ajeno al peronismo.
Tampoco la irrupción en Córdoba del fenómeno libertario que está alterando todas las encuestas nacionales y que empieza a manifestarse con claridad en las mediciones provinciales. En el Panal aguardan con expectativa los movimientos de Javier Milei en Córdoba.
Consideran que ninguna candidatura presidencial puede prescindir de una construcción sólida en la segunda provincia del país y confían en que si eso ocurre, será en directo perjuicio de Juntos por el Cambio y, más específicamente, de Luis Juez.
Nadie descansa en el oficialismo. Aun los más optimistas se preparan para un año de batallas permanentes. En todos los frentes.
