Marcos Juárez resultó una ola de 17 puntos de diferencia que hace una semana postergó los incipientes planes nacionales de Juan Schiaretti. Y que arrasó, también, con la foto triunfal a la que aspiraba Martín Llaryora en su estrategia para disputar la Gobernación. Ese impulso fue para Juntos por el Cambio. Y fue muy superior al esperado.
Todo lo que Marcos Juárez postergó en Hacemos por Córdoba, lo anticipó en la oposición provincial.
Desde hace una semana, se vive un clima de ebullición entre los socios que se disputan fotos, actos, padrinazgos y candidaturas en Juntos por el Cambio. Todas esas vertientes pugnan entre sí, pero reiteran su juramento de unidad y por ahora coinciden en un único objetivo común: minar la gestión de Llaryora en la Municipalidad de Córdoba.
Al fin y al cabo, Luis Juez, Rodrigo de Loredo y todos los anotados del PRO para suceder a Schiaretti batallan principalmente contra el liderazgo provincial que logre construir Llaryora desde esa administración municipal compleja y conflictiva, que hasta ahora era considerada una tumba política.
Ramón Bautista Mestre fue el último intendente de Córdoba en llegar a la gobernación, y hace 15 años Juez estuvo cerca –el viernes volvió a conmemorar aquella derrota que el Frente Cívico adjudica a un supuesto fraude–, pero Llaryora apuesta todo al Palacio 6 de Julio: que la gestión sea la plataforma de despegue provincial y que además sea un símbolo de renovación que necesita Hacemos por Córdoba tras 24 años en el poder provincial.
El peronismo está satisfecho con esa gestión que logró sacar a la Capital de la perspectiva de derrota sistemática y ponerla en la de territorio político expectable para Hacemos por Córdoba. Los llaryoristas reiteran que Marcos Juárez demostró la importancia de la aprobación de una gestión municipal, siguen con obsesión un tablero que incluye un calendario creciente de obras, inauguraciones y grandes eventos, y hasta se dan el gusto de recibir distinciones por los avances en materia de digitalización e innovación. Es obvio que ahí es donde apunta la oposición.
Competencia de denuncias
Tras el envión de Marcos Juárez, se desató una carrera de denuncias. De cada expediente municipal y de cada contratación directa –son demasiadas en la administración Llaryora–, la oposición pretende derivar un escándalo similar al del fallido show de Ulises Bueno. Sea por los trabajos de recuperación de espacios verdes y colocación de plantines, la Cumbre de Economía Circular, la Vuelta Ciclística, la puesta en valor del Palacio 6 de Julio o la ciclovía elevada que atravesará el río Suquía. Todo es millonario. Y para la oposición, todo es escandaloso.
En los cinco días hábiles que pasaron desde la elección de Marcos Juárez, hubo denuncias mediáticas impulsadas por el juecismo desde el Tribunal de Cuentas, todo el conjunto opositor arremetió en el Concejo Deliberante contra las contrataciones directas que implicó la Cumbre Mundial de Economía Circular, y desde el PRO, Sebastián García Díaz recopiló rumores e informes periodísticos y le pidió al Ministerio Público Fiscal que investigue penalmente a la gestión Llaryora. Solo los cuestionamientos a la Provincia por la inseguridad reinante compiten con ese plan de denuncias contra el municipio.
En simultáneo irrumpió en escena –un mes antes de la fecha establecida para la negociación paritaria semestral– un reclamo intempestivo del gremio de los municipales (Suoem), que desde el jueves paraliza todo lo que aún puede obstaculizar en el municipio.
El peronismo no tiene dudas de que ese conflicto es parte de la misma embestida opositora. Pero aun cuando no lo sea, los objetivos del gremio y de la oposición son similares en un punto estratégico: los recursos con los que la administración Llaryora financia las obras, las inversiones en equipamiento y los eventos provienen mayoritariamente de una reasignación del gasto que redujo la masa salarial.
El gasto en sueldos comenzó a ser un problema en la gestión de Juez en el municipio, y lo fue de modo creciente hasta fin de la gestión de Ramón Mestre hijo: también es obvio que el peronismo cordobés tarde o temprano pondrá en consideración esas gestiones municipales.
Otra obviedad: la inesperada derrota acarreó costos extras para la vieja guadia schiarettista, y Llaryora recuperó el terreno que había perdido en la diminuta mesa donde el peronismo cordobés toma sus decisiones electorales.
Con ese cambio, se reinstala la puja por una única fecha electoral para la Capital y la provincia. El nombre del viceintendente Daniel Passerini está cómodamente instalado y cuenta con un plus: muy posiblemente sea intendente en funciones durante la campaña.
Seis meses de especulaciones cruzadas
Lo que viene son al menos seis meses de especulación: el PJ apuesta a no fijar las fechas hasta tanto Juntos por el Cambio defina sus candidatos, y en la oposición De Loredo intenta mantener la incógnita sobre su apuesta –si será candidato a intendente o a gobernador– hasta que el peronismo diga las fechas.
Es Juez quien sigue en punta como candidato opositor más instalado y quien dio la primera señal de que no sólo piensa en ganarle a Hacemos por Córdoba, sino en gobernar luego: el viernes debutó un centro de estudios que empieza a trazar diagnósticos, y que luego desarrollará propuestas.
La otra gran novedad post Marcos Juárez fue el blanqueo de que Schiaretti contribuirá con la estrategia del peronismo nacional para suspender las elecciones Paso, que Juntos por el Cambio considera vitales para ordenar su tumultuoso proceso interno.
Los schiarettistas se atajan aclarando que siempre estuvieron en contra de las Paso, y los opositores salieron en masa a denunciar que el PJ cordobés nuevamente será funcional al kirchnerismo.
Schiaretti observa en la suspensión de las Paso una complicación extra para la organización nacional de Juntos por el Cambio. Eso representa un plus para las desdibujadas aspiraciones nacionales del gobernador cordobés y también un obstáculo adicional en el armado opositor cordobés. Las razones institucionales son secundarias, como casi siempre.
