“¿Tenés algún dato nuevo de encuestas?”. Esa es la pregunta recurrente de dirigentes peronistas, en el último tramo de la agitada campaña a intendente de la ciudad de Córdoba.
Algo cambió respecto de los días previos a la campaña provincial, cuando desde el oficialismo mostraban una catarata de encuestas con una importante ventaja a favor de Martín Llaryora sobre el opositor Luis Juez.
Se sabe: la diferencia fue mucho más estrecha que la pronosticada. Sólo 64 mil votos, sobre un universo de casi 2,1 millones de votantes.
Ahora hay cautela entre los peronistas. “Será una elección palo a palo”, admiten quienes se animan a pronosticar, sin certezas sobre el resultado.
Es evidente que para el oficialismo es una realidad distinta. También lo marcan sus acciones en la campaña.
La semana previa a los comicios provinciales, Llaryora evitó responder o cruzarse con Juez. Ahora, el candidato a intendente Daniel Passerini va “a fondo” contra Rodrigo de Loredo, como lo describió uno de sus colaboradores directos.
El viceintendente, con el apoyo significativo de Llaryora, encontró una hendija para tratar de incomodar a su principal rival, y la explotará hasta el último minuto de la campaña: los presuntos nexos con causas de narcotráfico de familiares directos de dos candidatos a concejales de Juntos por el Cambio.
Hay una cuestión llamativa, por no decir contradictoria: el PJ cumplió 24 años en el poder provincial y es el máximo responsable en la lucha contra el narcotráfico.
Sin embargo, trata de acorralar a la oposición en un debate por una cuestión tan sensible, como admite el propio Passerini.
Si bien los dos candidatos cuestionados por el PJ son de su espacio, De Loredo podría utilizar el argumento del crecimiento del narcotráfico en los últimos años para hostigar al oficialismo, pero aparece a la defensiva ante las embestidas de Passerini y de Llaryora.
Tal vez el candidato a intendente de Juntos por el Cambio padece los efectos de una denuncia sin pruebas, y por lo tanto irresponsable, de Luis Juez, quien el día después de las elecciones provinciales acusó al PJ de cambiar “votos por drogas” en barrios carecientes de la Capital, donde Llaryora le ganó por amplio margen.
“Todo viene de aquella frase poco feliz de Luis (Juez)”, reconocen en el búnker deloredista.
La grave denuncia de Juez puso el tema en debate. Aunque seguramente Passerini y Llaryora hubieran utilizado lo mismo el hecho de que dos candidatos a concejales opositores (un deloredista y una dirigente del PRO) tengan familiares directos procesados en causas de narcotráfico.
Mientras los opositores hablan de “campaña sucia”, Llaryora y Passerini le exigen públicamente a De Loredo que tome una decisión sobre sus dos candidatos cuestionados, que por los lugares expectables que ocupan en la lista, seguramente serán concejales a partir del 10 de diciembre.
El candidato opositor no parece dispuesto a darles con el gusto a los peronistas. “Que prueben que los candidatos tienen antecedentes delictivos. Nadie puede responder por sus parientes”, dice en público y en privado De Loredo, sin poder evitar su incomodidad por la situación.
Qué impacto tiene esta discusión en la campaña, se sabrá el domingo 23 de julio en las urnas.
No obstante, los peronistas aseguran que “le están entrando las balas” al candidato opositor, en referencia a que pagará un costo político en las urnas.
Por lo bajo, tanto Llaryora como Passerini se quejan del tratamiento del tema en los medios. “Si los familiares directos de los candidatos procesados en causas de narcotráfico fueran peronistas, estaríamos dando explicaciones a cada instante en los medios. No pasa lo mismo con Juntos por el Cambio”, apuntan los oficialistas.
De Loredo trata de mostrarse mesurado y acusa al oficialismo de estar “desesperado”. Le pide a Passerini que vuelta a discutir propuestas. Es evidente que la cuestión lo descoloca y lo saca de su plan de 60 propuestas.
“Saben que están perdiendo y están desesperados. Apelan a cualquier cosa, como esta mentira. Ninguno de nuestros candidatos figura en ninguna causa de narcotráfico”, retruca Juan Negri, jefe de campaña del candidato a intendente opositor.
Última curva
En la carrera por la sucesión del intendente Llaryora, queda la recta final hasta los comicios del 23 de julio.
Resta menos de una semana de campaña y lo más probable es que los dos principales candidatos no cambien sus libretos.
Passerini seguirá machacando con la cuestión del narcotráfico. Y sumará otro eje que ya aparece en los últimos spots de campaña: es parte del equipo de Llaryora y trabajará junto con el futuro gobernador para mejorar la ciudad.
Más allá de esta estrategia oficialista, en conversaciones privadas, a los dos referentes peronistas les cuesta creer que esté en riesgo el triunfo en la Capital si tres semanas atrás Llaryora ganó con amplitud como candidato a gobernador. Además, su gestión municipal tiene niveles de aprobación superiores al 65%.
El candidato opositor insistirá con sus propuestas, pero en el fondo tiene un convencimiento: los capitalinos buscarán equilibrar el poder, eligiéndolo como el contrapeso del nuevo gobernador peronista.
La duda se develará en las urnas. Mientras tanto, los dos principales candidatos a suceder a Llaryora afrontan la última curva de la campaña con distintos ritmos de carrera: Passerini, a fondo, mientras De Loredo modera, sin ocultar su preocupación por las denuncias de los peronistas.
