Le llevó un año darse cuenta de que era por ahí y sólo por ahí. El gobernador Martín Llaryora intentó que la impronta de su gestión pasara por otro lado, pero los cordobeses le contestaron que esperan una sola cosa de él: cemento. Por eso es que, pese a que no está resuelta todavía la cuestión judicial con la contratista original de la obra, Llaryora anunció la licitación a cuenta y cargo de la Provincia de una obra que es jurisdicción nacional y que estaba asignada por la Nación a la empresa CRZ Construcciones.
Cuando Vialidad nacional logre acordar la rescisión del contrato, hasta podría destrabarse un desembolso pendiente del Banco Interamericano de Desarrollo, que es quien paga la obra. Pero, como todo en el Estado se parece a un submarino a pedal, decidió encararlo ya; y que se hagan agua los helados.
Es que los trabajos demandarán 18 meses: lo justo que necesita para mostrar algo en las elecciones de 2027 que los cordobeses demandan: obra pública. Son raros los votantes locales, concluyen en el Panal. Se refieren a la postura ambivalente de los electores, que al gobierno de Javier Milei le aplauden cuando habla pestes de los retornos que se pagan en el Estado y promete dinamitar el “club de la obra pública”, pero que al gobernante de turno le piden obras de relevancia, como fueron las autovías o la Circunvalación.

Las demandas están bien focalizadas: que Milei baje la inflación y controle el dólar, que Llaryora haga obras públicas, que Passerini ordene la ciudad.
El gobernador se la pasó un año explorando otra vía: buscó innovar con las guardias urbanas para dar una respuesta al flagelo de la inseguridad y de las contravenciones callejeras; intenta darle una vuelta de tuerca a la educación superior local, reconvirtiendo los profesorados del interior en sedes de la Universidad Provincial, e intentó mejorar el perfil de atención en los hospitales públicos, presionando a los agentes de salud para que trabajen de verdad por el salario que se les paga. Esas iniciativas apuntan a una mejora de la gestión, posan la mirada en cuestiones que necesitan ordenamiento, ideas y hasta un sacudón de mantel sobre la forma de concebir la gestión pública hasta ahora.
No importa si se está logrando o no o si son todos ministros del marketing, los cordobeses no juzgan eso: quieren ver, tocar, circular. Es como que no pueden poner en la balanza cuestiones inmateriales y subjetivas que hacen a la gestión. O no quieren. Al menos así lo revelan las encuestas que manejan en el Panal ante la pregunta de “¿qué espera usted que haga el gobernador?”.
“La” obra
Le costó a Llaryora encontrar una obra emblemática y de gran envergadura. Hizo hasta ahora anuncios varios, todo chiquitaje. Sobresale el altonivel de 600 metros de la Vélez Sársfield o la duplicación de la Lucchese. Se barajó en algún momento el anuncio de un arena al lado del Kempes, para que reemplace al ya cerrado estadio Orfeo, pero se temió la crítica por tratarse de fondos públicos para un negocio que terminarán haciendo los privados.
La 19 le viene como anillo al dedo. Si bien son 63 kilómetros de los 212 kilómetros totales que tiene la traza desde Capital hasta San Francisco, representan una gigantesca deuda con el sector productivo y con todas las vidas que se han perdido en tantos años. Los buenos oficios del ministro Fabián López con el hasta hace poco titular de Epec, Luis Giovine (hoy a cargo de Obras Públicas de la Nación), permitieron que se destrabara el traspaso, aun con las dudas sobre el arreglo con el anterior contratista y con el peaje por cobrar después. ¿Será Caminos de las Sierras o será quien gane la concesión de todas las rutas nacionales?
Pero los tiempos apremian: urgía empezar ya para que se pudiera circular por allí en la previa de las elecciones de 2027. También es cierto que hoy con Javier Milei hay buena sintonía, pero son tan erráticas las buenas migas que había que apurarse.