Es cierto que la ley establecía que el impuesto Pais caducaba el 22 de diciembre de 2024 y que el Gobierno de Javier Milei no tenía otra que resignarlo. También es cierto que la alícuota del IVA se subió en 1995 del 18 al 21% por la emergencia del “efecto tequila” y ahí quedó. O el impuesto a los créditos y débitos bancarios, conocido como el impuesto al cheque, que fue dispuesto por el ministro Domingo Cavallo en la emergencia de 2001 y debía durar apenas un año.
También es cierto que la alícuota del impuesto Pais era del 7,5%, que este Gobierno la llevó al 17,5% y que en septiembre pasado se quitaron esos 10 puntos adicionales. “El equilibrio fiscal nos permitió reducir la alícuota del impuesto Pais que habíamos aumentado y su posterior eliminación”, celebró en redes el secretario de Finanzas, Pablo Quirno.
La desaparición de este impuesto, a cinco años de su creación, abaratará de manera directa las importaciones de bienes finales, intermedios e insumos. El Gobierno espera que esto contribuya en una baja de la inflación de alrededor de medio punto.
En lo que más se sentirá es en el dólar tarjeta o ahorro, que pierde uno de los dos recargos impositivos que pesan sobre la cotización oficial y que fueron dispuestos para desincentivar la demanda de los siempre escasos dólares del Banco Central. Así, este dólar pasa de los 1.670 pesos del viernes a 1.355 ahora. Esto abarata aquellas compras o servicios que se compran mediante plataformas y que se pesifican directamente, como los pasajes u hoteles. A las compras que en las tarjetas de crédito vienen en dólares seguirá conviniendo pagarlos con dólar MEP o “blue”, que están por debajo del dólar tarjeta.
En tanto, el impuesto que pesa sobre los servicios digitales (Disney, Google, Netflix, Spotify) es del 8% y no del 30%, por lo que se abaratarán en esa proporción. Sigue teniendo el 30% adicional a cuenta de Ganancias o Bienes Personales.
La eliminación del cepo cambiario –algo que ocurrirá por capas, durante el 2025, según han dicho las autoridades sin más detalles– implicaría quitarle el gravamen del 30% al dólar tarjeta, entre otras restricciones. Si se hiciera ya, estaríamos en un dólar de 1.055 pesos, 100 pesos menos que el MEP. Los dólares oficiales salen de las reservas del Central, mientras que los financieros se negocian entre privados.
Lo que sigue
En su posteo, Quirno dio pistas de lo que seguirá en el 2025 y, de paso, facturó el siempre vigente apetito fiscal de los “degenerados” del gasto.
“Poca gente recuerda que durante las negociaciones del paquete fiscal, los gobernadores intentaron que el impuesto Pais y Débitos y Créditos sea coparticipable. Nos negamos porque queremos eliminarlos y de haber aceptado se hubieran convertido en permanentes”, escribió Quirno.
El aporte del impuesto Pais a la recaudación no es menor: fue el séptimo en orden de importancia en 2023 y representó el 0,8% del PBI.
“Venimos a bajar impuestos y lo vamos a seguir haciendo como hicimos desde el primer día. Ya bajamos el peor impuesto, el inflacionario. También bajamos BBPP (Bienes Personales) y eliminamos impuesto Pais. Nuestro objetivo es ir por Débitos y Créditos y Retenciones manteniendo el equilibrio fiscal, que es innegociable”, agregó.
Ergo, las retenciones deberán esperar un casillero más. Según reveló Quirno, lo que sigue es el impuesto al cheque. Originalmente, la tasa del impuesto fue del 0,25%, después fue del 0,4% y luego del 0,6%, como rige en la actualidad. Todos coinciden en que es un impuesto malísimo, porque desalienta la formalidad: cada depósito o transferencia hecha hacia o desde una cuenta corriente, lo paga. O sea que si entra y sale, es 1,2% del monto total de la operación. Un escándalo, pero es de facilísima recaudación, porque cada banco actúa como caja de recaudación del Estado. Retiene y gira. No tiene en cuenta patrimonio, facturación o capacidad contributiva.
El desarme no será fácil, porque el cheque duplica el peso del impuesto Pais y supera incluso a lo que se recauda por retenciones.
Es el tercero en importancia recaudatoria, después de IVA y Ganancias y está afectado 100% a la Administración Nacional de la Seguridad Social.
Algunos se ilusionan con un combinado de Nación: una baja parcial de retenciones y una baja parcial del cheque, aunque al entender de Quirno se hará primero uno y después el otro.
¿Cómo podría reemplazarse? Según el manual libertario, este impuesto no debería ser reemplazado por ninguno, porque el objetivo de fondo es reducir la presión fiscal. Para eso deberían ocurrir dos cosas a la vez: que continúe la reducción del gasto público y que crezca la economía, de modo que los impuestos buenos y progresivos compensen la caída de ingresos fiscales. Particularmente, la creación de empleo privado, que aporte recursos contributivos a la Anses, podría compensar al menos parcialmente la pérdida de ingresos por la vía del impuesto al cheque.
Esta es, quizá, la promesa macro más relevante que deberá cumplir el Gobierno libertario, incluso más importante que dar fin al cepo cambiario. Porque el 2025 será un año de elecciones y todos los políticos hasta ahora, todos, han sucumbido a las mieles del gasto procomicios. Aun con las mejores intenciones –¿quién podría dudar de los beneficios de una autopista?– han decidido pisar el acelerador del gasto.
Si este Gobierno repite el superávit fiscal y financiero en el 2025, ¿qué hará con la plata sobrante? ¿La resignará y avanzará en bajar los impuestos prometidos? ¿Alguien imagina un gobernante diciendo no a un chorro de plata seguro? ¿Cederán ante los cantos siempre bien entonados que mandan a hacer esas obras que tanto le hacen falta a la Argentina? ¿Será más de lo mismo?