El contundente triunfo de Juntos por el Cambio sigue retumbando en el escenario político cordobés. También en el país. El domingo por la noche, todos los portales nacionales titularon con la holgada victoria del espacio que apoyaron Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, entre otros aspirantes presidenciales.
El resultado sorprendió a todos, incluso al gobernador Juan Schiaretti, que por estas horas no puede entender el resultado de las últimas encuestas de la consultora que midió para el PJ en Marcos Juárez.
Según los números que manejaban en el Centro Cívico, hasta 10 días antes de los comicios, la candidata Verónica Crescente (Unidos por Marcos Juárez) aventajaba por siete puntos a Sara Majorel (Juntos por el Cambio), impulsada por el intendente Pedro Dellarossa, a la postre el gran ganador del último domingo.
Esa ventaja se había acortado en el último sondeo que hizo la consultora contratada por el Gobierno provincial: una elección pareja, con unos cuatro puntos de ventaja para Crescente, con un margen de error de cinco puntos.
Es decir, final abierto, pero aún con una luz de ventaja para la postulante que apoyaba el gobernador.
Con el diario del lunes, ya se sabe: Majorel, una dirigente de muy bajo perfil, consiguió una cosecha histórica de votos en su ciudad, y aventajó por casi 17 puntos a su excompañera de espacio político.
Cena clave
Detrás del resultado, que generó mucho ruido en el schiarettismo, hay una trastienda del rutilante pase de Verónica Crescente del gabinete del intendente Dellarossa a la alianza que armaron el PJ y el vecinalismo en la ciudad del sudeste provincial, cuna de Cambiemos.
Crescente era la influyente secretaría de Servicios Públicos Generales de la gestión de Dellarossa.
Nutricionista de profesión, pero desde hacía años volcada de lleno a la política y a su empresa familiar, una fábrica de carrocerías para camiones, Crescente tenía una muy buena imagen en la ciudad.
Impulsiva y considerada una “gran gestora”, incluso por Dellarossa antes del quiebre de su relación personal, Crescente venía diciendo desde el verano pasado que aspiraba a ser la sucesora del intendente, dentro de Juntos por el Cambio.
En marzo pasado, en el espacio que lidera Dellarossa, se sabía de la aspiración de Crescente. El intendente mantenía un hermetismo que comenzó a inquietar al oficialismo de la ciudad.
Ciudad de 34 mil habitantes, en Marcos Juárez se conocen todos. Y un rumor insistente comenzó a correr por los pasillos del poder: Dellarossa desconfiaba de Crescente, por su fuerte personalidad, y pensaba en Sara Majorel, la conciliadora y aplicada titular del Concejo Deliberante, como su posible sucesora.
Mientras esta versión ganaba peso en las mesas de café, en los mediodías y tardes de rosca política en los bares céntricos, Crescente dejaba correr su convencimiento. “Seré candidata a intendenta sí o sí”, les decía a sus íntimos.
A fines de mayo pasado, Dellarossa convocó a Crescente y a Majorel a una cena reservada en su casa. La única testigo fue la esposa del intendente.
Sobre la base de fuentes de ambos lados, La Voz pudo reconstruir aquella cena, matizada con pastas, que fue clave para el poder en Marcos Juárez.
Crescente sólo tuvo que cruzar la calle para llegar al lugar del encuentro gastronómico-político, porque vive al frente del intendente.
Antes de servir el plato principal, Dellarossa comunicó una decisión que tenía tomada. “Luego de consultar a los 40 dirigentes que integran nuestro espacio político, la mayoría se inclinó por Sara para que sea nuestra candidata a intendenta. Verónica, valoro tu capacidad de trabajo; por eso te ofrezco el cargo que elijas en el próximo gabinete y el segundo lugar en la lista de concejales, porque yo voy a encabezar”, dijo el intendente, seguro de que su partido seguiría gobernando la ciudad.
El clima de la charla se tensó. Crescente no reaccionó de inmediato, pero sus gestos daban signos elocuentes de que no estaba de acuerdo con la decisión. Al frente, Majorel seguía en silencio la charla, ya con un clima enrarecido.
Luego de unos minutos de digerir la decisión del intendente, Crescente también fue contundente.
“Pedro, esto no es justo. Lo único que pedía era que me dieran la oportunidad de competir contra Sara o contra cualquiera que vos eligieras para sucederte. No me importaba que tuviera que enfrentar a todos, pero ahora me comunicás esta decisión cuando sabés que ya no hay tiempo para una interna”, reaccionó la funcionaria.
La charla continuó, pero la tensión era indisimulable. Algún comentario de la esposa del intendente, por fuera de la política, no alcanzó para encauzar la charla.
Antes de los saludos, preocupado, el intendente preguntó: “Verónica, ¿qué vas a hacer?”
La respuesta no fue la esperada. “Lo único que quiero es ser intendenta. No quiero otro cargo. También sabés que yo no renuncio a mis sueños”, dijo Crescente antes de volver a su casa.
Dellarossa y Majorel se quedaron conversando unos minutos más. En ambos sobrevoló el convencimiento de que Crescente los iba a enfrentar en las urnas.
Al otro día de aquella cena, Crescente llegó al municipio y presentó la renuncia a su cargo en el gabinete. Ya tenía programada una conferencia de prensa. Declaró a los medios locales que su intención era ser candidata a intendenta, sin dar pistas sobre el espacio por el cual se presentaría.
Dellarossa le comunicó a su entorno que no lo había sorprendido la decisión, aunque el intendente pensaba que su exfuncionaria se presentaría por el vecinalismo o por un nuevo espacio propio.
En aquel momento no previó que podría convertirse en la candidata del gobernador.
La negociación
Juan Carlos Massei, ministro de Desarrollo Social de la provincia y referente schiarettista en el departamento Marcos Juárez, conocía desde hacía un tiempo los roces que había en el oficialismo marcosjuarense.
Cuando Crescente presentó la renuncia, el ministro schiarettista comenzó el “operativo seducción” con la exfuncionaria.
En un primer momento, la decisión de Crescente fue volver al vecinalismo. En realidad, ella comenzó su carrera política en ese espacio, como funcionaria del intendente vecinalista Eduardo Avalle (2010-2014).
En la Unión Vecinal que había fundado el fallecido exintendente Henry Dellarossa, padre de Pedro, la recibieron con los brazos abiertos.
Entonces, la estrategia de Massei fue acordar con el vecinalismo. Pero su objetivo era que Crescente fuera la candidata a intendenta, porque, según las encuestas que manejaban, era la dirigente que mejor medía, después de Dellarossa.
El otro problema que debió resolver Massei era bajar a Eduardo Foresi, quien se sentía seguro como candidato a intendente del PJ.
Massei lo convenció rápido al director del hospital Regional de la ciudad. Le mostró encuestas en las cuales Crescente le llevaba una amplia ventaja. Además, le dijo que el gobernador avalaba el acuerdo con el vecinalismo, que impulsaba a la exfuncionaria de Dellarossa.
Con la confirmación de la alianza PJ-Unión Vecinal (Unidos por Marcos Juárez), la candidatura de Crescente cayó por decantación.
El día de la oficialización de las alianzas, Crescente y Foresi viajaron a Córdoba. Acompañados por Massei, ingresaron al despacho principal del Centro Cívico, donde fueron recibidos por el gobernador Schiaretti.
La historia que siguió es conocida. Una campaña áspera, con activa participación del gobernador en apoyo de Crescente, y de todos los dirigentes nacionales y provinciales de Juntos por el Cambio acompañando a Majorel, la candidata sostenida por Dellarossa.
Con el resultado confirmado, el domingo por la noche nadie le podía sacar la sonrisa al intendente Dellarossa. Disfrutó más que una victoria electoral. Ganó una batalla personal contra su exfuncionaria, que desafió su liderazgo.
Mientras, el PJ provincial quedó envuelto en las dudas y en una pregunta por ahora sin respuesta: “¿Qué pasó?” En el oficialismo, los pases de factura están a la orden del día. Y todos los cañones apuntan a los encuestadores y a Massei, un dirigente muy cercano a Schiaretti.