“No soy ni seré libertario, pero soy un gobernador que quiere colaborar para que al Presidente le vaya bien y tenga las herramientas en el Congreso para poder gobernar”. Así describe –en privado– su postura el gobernador Martín Llaryora, en la cambiante relación que mantiene con el presidente Javier Milei.
“El tipo me da una bola bárbara. Tengo una relación personal maravillosa. Yo no le pido nada y le dije que siempre le iba a decir las cosas de frente, aunque algunas no le gusten”, comentó el senador Luis Juez, luego del almuerzo –a solas– que compartió con el jefe del Estado, el pasado 27 de marzo.
Es casi una paradoja de la política. Por distintos motivos, y sobre todo con diferentes objetivos, Llaryora y Juez buscan un acercamiento con el presidente de la Nación. No lo admitirán, pero para ambos –rivales políticos irreconciliables en Córdoba– no es un dato menor que Milei siga siendo el dirigente con mejor imagen en la provincia.
Llaryora arrancó su gestión provincial en medio del tembladeral económico que generó el rústico ajuste con motosierra que aplica el Presidente.
Como todas las provincias, Córdoba padece los recortes de subsidios nacionales al transporte y a la educación y el quite total del financiamiento de la Anses para la Caja de Jubilaciones.
Todo en medio de una recesión preocupante, que hace caer los ingresos propios de la provincia y los que llegan por la coparticipación federal.
En este escenario, Llaryora tiene una postura que desde afuera puede parecer contradictoria, pero que el gobernador defiende lejos de los micrófonos, con argumentos atendibles. “Tengo una visión sobre el Estado muy diferente a la del Presidente. Tampoco creo que un ajuste feroz, con recesión, sea la solución. Pero estoy dispuesto a acompañar para que el Gobierno tenga las leyes que necesita para impulsar sus políticas, que la gente votó”, explica el mandatario provincial a todo el que le pregunta si es viable en lo político marcar diferencias con la Nación al mismo tiempo que asegura que apoya la “institucionalidad”.
Llaryora tiene un diálogo permanente con el ministro del Interior, Guillermo Francos. En los últimos días, también recibió en el Centro Cívico a Patricia Bullrich y a la canciller Diana Mondino.
Estas visitas son las que el gobernador exhibe como pruebas de que tiene una “muy buena relación” con la Casa Rosada.
“Ningún ministro se sacaría una foto con Martín si el Presidente lo tuviera en la mira, como dicen muchos de ustedes”, aclaró un funcionario llaryorista, en referencia a las versiones periodísticas que señalan que Milei lo tiene apuntado como uno de los gobernadores “díscolos”.
En un contexto económico complicado, Llaryora debe afrontar entre junio y diciembre vencimientos de deuda por más de U$S 355 millones.
Necesita el aval de la Nación, que ya estaría acordado con el ministro de Economía, Luis Caputo, vía el ministro Francos, para colocar deuda en pesos en el mercado local y así afrontar los compromisos que tomó su antecesor, Juan Schiaretti.
Llaryora y Milei tienen diferencias, pero ambos se necesitan para la gobernabilidad, que podría quedar sellada con el “pacto de mayo”, el próximo 25 de mayo, en Córdoba.
Almuerzo en Olivos
Juez construyó una relación personal con el Presidente, que se consolidó a partir del 1º de marzo, en la Asamblea Legislativa. El senador fue el único legislador al que Milei saludó cuando ingresó al recinto.
Dicen que fue Mauricio Macri quien le recomendó a Milei hablar con Juez, presidente del bloque del PRO, para tratar de alimentar el escaso poder que los libertarios tienen en el Senado.
En la previa del feriado largo, Milei convocó a Juez a almorzar en Olivos. Hacía varios días que intercambiaban mensajes. Según contó el senador, fueron dos horas y media de charla, a solas.
“La verdad es que casi no te conocía. Fue Mauricio (Macri) el que me recomendó hablar con vos. Él me dijo: ‘Yo me llevaba muy mal con Juez, pero finalmente fue el que mejor se portó conmigo’”, fue el recibimiento del Presidente al senador, en la primera charla personal.
Según la versión del senador, hablaron de todos los temas, pero hubo dos que pueden llamar la atención política.
El senador le habría dicho que votará en contra de la postulación del juez federal Ariel Lijo, propuesto por el Presidente para la Corte Suprema. De concretarse, esta sería una mala noticia para Milei.
Como no podía ser de otro modo, hablaron de Llaryora. Milei habría mostrado dudas sobre la relación con vaivenes que mantiene con el gobernador de Córdoba.
El senador habría sorpredido al Presidente con una visión menos crítica de la esperada sobre Llaryora. “A diferencia de De la Sota y de Schiaretti, Martín (Llaryora) tiene más ambiciones que inteligencia política, pero no te podés pelear con él ni con ningún gobernador. Si alguna provincia se cae, también afectará tu gestión. Tenés que construir gobernabilidad para gestionar; después, la política se resuelve en las urnas”, habría dicho el senador.
Cómo seguirá la relación entre Juez y Milei, nadie lo sabe. Ambos tienen personalidades fuertes. Y para las definiciones electorales falta un año. Un siglo, en este contexto político.
También es un misterio cómo continuará el vínculo de Llaryora con el Presidente. Aunque hay más pistas. Ambos tienen responsabilidades de gestión y se necesitan. Además, en el horizonte cercano aparece el “pacto de mayo”. Claro que antes está el atajo de la “ley bases”.
En el despacho principal del Centro Cívico hay optimismo de que finalmente habrá acuerdo de gobernabilidad. Aunque, en el pensamiento político, Llaryora está tan lejos de Milei como de Juez.
