Territorialidad y cercanía con la gente. Ese es el nuevo norte en la brújula que marca la campaña de Juntos por el Cambio, trastocada todavía por el traspié que representó para la coalición el triunfo de Javier Milei, particularmente en Córdoba, la provincia que le dio la presidencia a Mauricio Macri.
Para “recuperar la performance”, el comando de campaña desplegará dos acciones, que estarán delegadas en los referentes territoriales: buscar las cien personas que, en promedio, no fueron a votar en cada mesa, dato que está en cada uno de los padrones que se usaron en las Paso. Luego, en cada circuito, los caciques deberán implementar el casa por casa, una forma de “mostrar cercanía con la gente”, dice Laura Rodríguez Machado. El “timbreo” será nuevamente el método para llevar la propuesta que, ahora, tiene el motor de Carlos Melconian, la gran esperanza discursiva de la campaña de Bullrich.
Engranajes serán los intendentes reelectos y electos por la coalición, una estructura motivada a moverse por el temor a que un ajuste “motosierra” deje a los municipios opositores sin un grifo al que recurrir en el caso que Martín Llaryora privilegie a los propios.
Este viernes, Bullrich convocó en Buenos Aires a cientos de intendentes electos, para arengarlos en la previa de la nueva campaña. Adela Arnig, intendenta electa de Mendiolaza, presente en el cónclave, confirmó que las instrucciones que dio la propia Bullrich para buscar los votos que la faltan “es hacer lo que ya se hizo” en las elecciones municipales: ”Cercanía con la gente, contar que somos personas que venimos a renovar la política, que tenemos el equipo para solucionar los problema de la gente, que votar a Patricia no es un dar salto al vacío”, en palabras de la jefa comunal electa.
En ese sentido, Arnig reconoce que “hay que explicitar” que los gobiernos locales “necesitan el acompañamiento de Nación para desarrollarse”, una fórmula que una hipotética presidencia de Milei pondría en tensión, ya que propone un ajuste “mayor al que pide el FMI”.
Aunque en la comandancia se nieguen a repetirlo en público, el temor de los intendentes electos a quedarse mano a mano con el peronismo gobernando la Provincia es un aliciente, “un elemento motivador” para que salgan a buscar los votos que no estuvieron en las urnas.
Para Marco Puricelli, el radical que lideró la boleta de Juntos por el Cambio en San Francisco y que quedó a pocos puntos de ganarle a Damián Bernarte la elección municipal, “ahora si se siente” que están “peleando mejor contra un show desconocido”.
“Sumamos a un jugador que explica la complejidad del país de forma sencilla y, a diferencia de la propuesta libertaria, con realismo. Ahora queda la tarea más importante en la que de a poco Juntos por el Cambio en Córdoba empieza a caminar mientras que Schiaretti la abandona, hablar con la gente de forma directa sobre el país que queremos”, dice Puricelli.
Para el opositor en la cuna del llaryorismo, “en 2019 Macri logró convencer entre las Paso y la general a la gente sobre qué había que expresarse y copar la calle. Ahora, la dirigencia tiene que dimensionar lo que sucede: no hay tiempo para internismo”, advierte y reclama.
Desde el corazón de la campaña reconocen que las heridas internas son un problema para recuperar la “mística del ‘sí se puede’” a la que se refiere Puricelli. El caso de Río Cuarto es el ejemplo más claro: en dos domingos, el radicalismo definirá en internas quién será el candidato en la elección municipal del 2024, comicios que aún no tienen fecha.
“La idea no es pedir un voto útil, sino un voto estratégico para Córdoba”, remarca un dirigente que cree que con este discurso podrán dar vuelta parte de los votos que fueron a Juan Schiaretti en la Paso. La esperanza es lo último que se pierde.
