Las elecciones del pasado domingo dejaron la imagen de una victoria contundente de La Libertad Avanza en Córdoba, con una amplia diferencia sobre Provincias Unidas. La brecha, de 14 puntos porcentuales, impresiona por los dos dígitos pero esconde un dato clave: los libertarios casi no crecieron respecto de la votación de las últimas presidenciales, con Javier Milei a la cabeza.
El domingo pasado, La Libertad Avanza obtuvo el 42,35% de los votos en toda la provincia. En segundo lugar quedó Provincias Unidas, con el 28,32%. Sí, como se dijo, son cifras que impactan pero que merecen un análisis más fino.
Hay que desmenuzar esos porcentajes para entender que lo ocurrido en la elección legislativa abre un interrogante similar al que se planteó en la provincia de Buenos Aires en septiembre pasado. ¿Por qué? Porque ese 42,35% equivale a 822.240 votos para los libertarios.
Hace dos años, en la elección general con Milei como candidato principal, el espacio había alcanzado 751.428 votos. Es decir, apenas 70.812 más que el domingo pasado.
Tomando como referencia los resultados de aquellas elecciones -en la categoría de diputados nacionales de 2023-, el crecimiento de La Libertad Avanza fue de solo 9%, prácticamente en línea con el aumento del padrón.
Y acá viene el interrogante, porque se esperaba que una buena porción de los votos de Juntos por el Cambio migrara hacia La Libertad Avanza. Algo que no ocurrió. La pregunta entonces es inevitable: ¿a dónde fueron a parar los 509.837 sufragios que dos años atrás acompañaron a Patricia Bullrich?
Votos que, vale recordarlo, en gran medida luego de las generales habían confluido, en el balotaje, hacia Milei.

Respuestas posibles
Una primera hipótesis es que parte de esos votos haya ido a Provincias Unidas. Pero los números desmienten esa suposición: la alianza encabezada por Juan Schiaretti obtuvo incluso menos votos que el propio Schiaretti como candidato a presidente (549.839 contra 667.447) de Hacemos Unidos por Nuestro País.
¿Se dispersaron entre otras fuerzas? En parte sí. Entre la UCR, el PRO y Ciudadanos -los viejos socios de Juntos por el Cambio-, y el Partido Libertario y su confusa propuesta, sumaron 177.995 votos. Se trata de una fracción nada despreciable de aquel electorado que efectivamente parece haber regresado a sus partidos de origen o buscó nuevas referencias dentro del mismo espacio opositor.
Incluso el voto en blanco y los nulos tuvieron porcentajes promedio entre los cordobeses, por lo que también parecen haber sido una vía de escape significativa para ese ciudadano enojada o frustado.
Pero, ¿y qué pasó con el resto? La explicación más verosímil está entre los ausentes del domingo. En total, 1.083.256 cordobeses no fueron a votar. Una abstención récord, que dejó la participación en el 65%, la más baja desde el regreso de la democracia moderna.
Participación incluso por debajo de los niveles registrados durante la pandemia.
Podría concluirse que esa buena parte del voto de apoyo “blando” a La Libertad Avanza que no fue ni para la UCR, ni el PRO ni el resto de las ofertas decidió quedarse en casa. Que esa fue su manera de votar.
En síntesis, descontando los casi 178 mil votos que fueron a Ramón Mestre, Oscar Agost Carreño, Héctor Baldassi y Agustín Spaccesi, quedaron 343.315 votantes de Juntos por el Cambio que parecen haber decidido no acompañar a la lista de Milei el pasado domingo.
Lo más interesante es que su futuro es un misterio.
Es cierto que un sector del electorado libertario más duro se había pasado a Juntos por el Cambio mucho antes, pero otra gran porción evidentemente no lo hizo (y difícilmente lo haga, salvo que haya un balotaje y del otro lado esté un kirchnerista).
Como sea, el resultado abre el interrogante sobre qué pasará con ese votante cercano a los libertarios pero crítico a la gestión efectiva. Sobre todo de cara a lo que viene: las elecciones a gobernador de 2027.
Y también plantea un dilema institucional que no deja de crecer y que tiene que ver con la legitimidad del resultado electoral. En este caso, cuatro de cada 10 cordobeses habilitados no fueron a votar, un fuerte mensaje de rechazo hacia la clase política y el sistema de partidos en Córdoba y en el país.
Está en los dirigentes reconstruir el vínculo con la ciudadanía y recuperar el apoyo que supieron tener en otros momentos.




















