Cristina Fernández de Kirchner inició el nuevo año rodeada por su familia, en Río Gallegos, aunque sus días de descanso los pasará en El Calafate, “su lugar en el mundo”, como lo definió alguna vez. El 2025 será electoral y muy probablemente la expresidenta vuelva a estampar su nombre en una lista de candidaturas.
Por distintas razones, no será un año más para la líder del kirchnerismo. Será agitado, eso seguro, por dos motivos: es posible que vuelva a trajinar el conurbano bonaerense como candidata a diputada nacional, y también deberá pasar varias veces por los Tribunales federales, de la porteña calle Comodoro Py.
En este año electoral, Cristina Kirchner deberá afrontar tres juicios orales, en tres causas diferentes: la firma del Memorándum con Irán; Hotesur-Los Sauces, junto con su hijo Máximo Kirchner, y los “cuadernos de las coimas”.
Aunque es poco probable que ocurra en este año, cuando se elegirán senadores y diputados nacionales, también está pendiente la última instancia de la Corte Suprema de Justicia de la condena a seis años de prisión en la “causa Vialidad”, que ya fue ratificada por dos tribunales.
Luego de haberse caído el proyecto de ficha limpia en el Cámara de Diputados, todo indica que este año la expresidenta no tendrá impedimentos judiciales para encabezar la lista de candidatos a diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires, como lo sugieren los dirigentes cristinistas.
Flamante presidenta del PJ nacional, Cristina Kirchner se erigió en la máxima figura opositora a la gestión del presidente Javier Milei.
Desde la Casa Rosada, y desde las usinas de comunicación libertaras, fogonean constantemente que el kirchnerismo duro se convierta en la principal fuerza opositora.
Cristina Kirchner rompió el silencio en el primer día del año con un mensaje en las redes de clara connotación política: se pronunció por un cambio de rumbo al gobierno libertario.
Así como el presidente Javier Milei escribió también un mensaje para las Fiestas, resaltando los logros de su primer año de gestión, la expresidenta dejó claro que se planta como la principal opositora al gobierno libertario.
Interna bonaerense
La también exvicepresidenta de Alberto Fernández terminó el año pasado proclamada como titular nacional del Partido Justicialista.
Es un cargo que Cristina Kirchner nunca intentó ocupar, ni en el apogeo de su poder, luego de ganar su reelección como presidenta con más del 54% de votos, en el año 2011.
Afectada por el derrumbe de la gestión de Alberto Fernández –el candidato presidencial que ella impulsó en 2019–, la expresidenta buscó recuperar protagonismo desde la conducción del peronismo nacional.
Más allá de tener una leve oposición del gobernador riojano Ricardo Quintela, quien finalmente no pudo presentarse en la interna peronista por falta de avales partidarios, Cristina Kirchner fue proclamada como nueva presidenta del PJ.
Aunque el encumbramiento de la expresidenta en la conducción partidaria no tuvo el lustre esperado: ningún gobernador, ni intendentes bonaerenses importantes integran la cúpula del PJ nacional.
Las encuestas le sonríen a Cristina Kirchner en el conurbano bonaerense, pero su pulseada con su exahijado político, el gobernador Axel Kicillof, pone entre signos de interrogación su liderazgo en el distrito donde mejor mide.
Todo indica que la disputa con Kicillof terminará en un acuerdo. Pero, lo concreto, es que la expresidenta ya no tiene el poder de decisión de imponer –sin discusiones– por las redes sociales a un candidato presidencial, como ocurrió con Alberto Fernández en la mañana del 20 de mayo de 2019.
Cristina Kirchner está obligada a negociar con el gobernador bonaerense la estrategia electoral. Kicillof amenaza con desdoblar los comicios bonaerenses locales (diputados y senadores provinciales, concejales y consejeros escolares) de las elecciones legislativas nacionales, cuando se elegirán diputados nacionales.
La expresidenta se opone a esa idea de Kicillof con el argumento de que le menguaría el respaldo de los poderosos intendentes del conurbano a su eventual candidatura a diputada nacional.
Los peronistas creen que la sangre no llegará al río entre Cristina y Kicillof, pero nadie lo puede asegurar en un contexto en el cual la expresidenta ya no maneja todo a dedo, sobre todo en Buenos Aires.
La apuesta principal de Cristina Kirchner es derrotar a los libertarios en el decisivo distrito bonaerense. Está trabajando en unir a todo el peronismo bonaerense. Por eso mantiene contactos permanentes con Sergio Massa, quien también busca levantar su perfil.
En ese objetivo de hacerse fuerte en la provincia de Buenos Aires, le haría un gran favor a la expresidenta la disputa entre Milei y Mauricio Macri, que amenaza con dispersar el voto oficialista bonaerense.
A la expresidenta nunca le entusiasmó ser diputada nacional. Padeció ese cargo en el período 1999-2003, cuando ocupó una banca en la Cámara Baja.
También fue senadora, un lugar de privilegio que disfrutó mucho más. Por eso, algunos difunden que la expresidenta podría presentarse como candidata en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba), donde se eligen senadores, además de diputados.
Sin embargo, la mayor inserción electoral de Cristina Kirchner está en el conurbano bonaerense, por lo cual lo más probable es que intente llevar su pelea con Milei al territorio que a ella más le conviene.
El poder de Cristina Kirchner se ha reducido casi al principal distrito del país. En el resto de la Argentina, la mayoría de los gobernadores peronistas hace “la suya”, sin una adhesión sin discusiones a su liderazgo. Una realidad que disfrutó cuando ocupó el sillón principal de la Casa Rosada.
Cristina Kirchner siempre se manifestó fanática de Fito Páez. El cantautor rosarino publicó en 1992 el disco más vendido de la historia del rock nacional, El amor, después del amor.
Lejos de aquellos años de vinilo y casetes, ahora Cristina Kirchner vive una realidad diferente: el poder menguado después del poder absoluto que gozó durante más de una década.
