Se sabe: Cristina Kirchner cumple arresto domiciliario en su departamento de la calle San José al 1100, en el barrio porteño de Constitución. Condenada a seis años de prisión e inhabilitada para ejercer cargos públicos por la causa Vialidad, la expresidenta vive bajo un régimen que le permite algunas comodidades domésticas pero le impone controles rigurosos, incluyendo el uso de tobillera electrónica y restricciones en las visitas.
El régimen de detención domiciliaria se rige por la Ley 24.660. A diferencia del encierro en una cárcel común, en este esquema, por ejemplo, CFK puede recibir pedidos de delivery sin mayores restricciones, utilizar su teléfono celular y tener acceso a internet.
Además, explica Clarín, puede comprar online, ver plataformas de streaming o participar en reuniones virtuales.
En las unidades penitenciarias, estos elementos están prohibidos o fuertemente regulados, pero en el contexto del arresto domiciliario y, tras la flexibilización que generó la pandemia, su uso se volvió más habitual.
Visitas
Sin embargo, no todo está permitido. Cristina necesita autorización judicial para recibir visitas. Por ahora, solo pueden ingresar libremente algunas personas autorizadas, como sus asistentes de confianza: Zulma, quien la ayuda con tareas domésticas, y Nancy, su colaboradora cercana.
Ambas trabajan desde hace años con la exmandataria y viven en un departamento frente al suyo.
Para el resto de los casos, como dirigentes políticos, asesores o incluso sus propios secretarios, se requiere una aprobación previa del juez.
Esta situación generó tensiones. Su abogado, Carlos Beraldi, pidió formalmente a la Justicia que se flexibilicen estas exigencias, argumentando que no se puede limitar el contacto político de una figura institucional en ejercicio. En esa línea, puso como ejemplo que el presidente Alberto Fernández tuvo que pedir permiso judicial para visitar a Lula da Silva cuando éste estaba preso en Brasil.
El control sobre CFK está a cargo del Servicio Penitenciario Federal, dependiente del Ministerio de Seguridad. Le colocaron una tobillera electrónica y se le instaló un celular especialmente habilitado. En cualquier momento del día o la noche, puede recibir un llamado del sistema para confirmar su presencia en el lugar. Si no contesta, o si el sistema detecta movimiento fuera de los límites permitidos, se activa un protocolo que incluye a la Policía Federal, la Policía de la Ciudad y personal del SPF.
El departamento en el que cumple la condena no es pequeño. Tiene 190 metros cuadrados, cuatro dormitorios, dos baños, cocina y comedor. Fue adquirido por su hija, Florencia Kirchner, en 2015. Allí, Cristina se mueve con libertad de puertas para adentro, aunque no puede salir del edificio.
Mientras cumple su pena, la defensa de la vicepresidenta busca ampliar su margen de acción dentro de los límites de la ley. Por ahora, su vida transcurre entre videollamadas, café por delivery y notificaciones judiciales.
La causa
La semana pasada, la expresidenta y exvicepresidenta de la Nación comenzó a cumplir su condena de seis años en la causa Vialidad bajo la modalidad de prisión domiciliaria.
La decisión del Tribunal Oral Federal N° 2, integrada por los jueces Jorge Gorini, Andrés Basso y Rodrigo Giménez Uriburu, respondió a dos argumentos centrales: la edad de la exmandataria (tiene 72 años) y el riesgo concreto para su vida, especialmente tras el intento de magnicidio sufrido en 2022.
Pero hay un detalle. En el fallo, de 19 páginas, la Justicia enfatizó que “ser expresidenta no le otorga prerrogativas ni inmunidades especiales”, aunque reconoce que alojarla en una cárcel federal supondría “una afectación inadmisible a derechos constitucionales básicos”.
Por eso, el tribunal optó por un régimen de control estricto en el domicilio, bajo supervisión judicial y policial.
Ahora bien. Entre las condiciones impuestas, Kirchner debe permanecer en su domicilio y no puede salir salvo situaciones excepcionales de fuerza mayor, debidamente justificadas y autorizadas por el tribunal.
Uno de los puntos más debatidos es el uso del balcón. Si bien el fallo no menciona explícitamente una prohibición, la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, aclaró que Cristina Kirchner no podrá salir al balcón a saludar, como solía hacer para mantener contacto con sus seguidores.
El tribunal exige que la condenada “se abstenga de adoptar comportamientos que puedan perturbar la tranquilidad del vecindario”, lo que fue interpretado como un límite a cualquier aparición pública desde su domicilio.