Córdoba elegirá por cuarta vez a su gobernador con boleta única de sufragio (BUS), el mecanismo de votación que por estar en formato papel es considerado el más económico, transparente y democrático. Sin embargo, en su diseño persiste el casillero “voto lista completa”, resaltado en negro y con la foto del candidato principal, esquema que sigue generando errores a la hora de votar, como lo indican los datos.
En 2011, en el debut de la BUS, la diferencia de votos válidos entre los candidatos a gobernador y a legisladores de la lista sábana fue de 336.045.
En ejemplos concretos: mientras que José Manuel de la Sota cosechó 766.400 votos, sus legisladores llegaron a 565.200, es decir 201.200 menos.
Lo mismo le pasó a Luis Juez: él, 532.200 votos; sus legisladores, 378.300. Y también al candidato radical Oscar Aguad: 412.140 cordobeses lo votaron como gobernador, pero los candidatos radicales a la Legislatura sumaron 350.210.
Cuatro años después se hizo un rediseño de la BUS, aunque se mantuvo el polémico casillero. Otra vez, hubo errores a granel: los votos válidos del tramo gobernador y vice fueron 1.863.355 mientras que los válidos para el tramo legisladores por distrito único fueron 1.624.606, es decir un desfase de 238.479 votos entre dos tramos que no deberían tener tan pronunciado corte.
En esa elección, Juan Schiaretti fue elegido con 745 mil votos, pero sus legisladores juntaron 599 mil, 19 por ciento menos. Oscar Aguad cosechó 629 mil, mientras que la lista de legisladores encabezada por Daniel Juez llegó a 532 mil, 15 por ciento menos; y Eduardo Accastello sumó 320 mil voluntades, mientras que sus postulantes a la Legislatura lograron 253 mil, 21 por ciento menos.
En 2019, con la oposición nuevamente fragmentada, los votos válidos para gobernador fueron 1.920.627, pero para legisladores fueron 1.647.532, es decir: 273.095 menos. Nuevamente, el perjuicio fue para todos los espacios: Schiaretti llegó al histórico conteo de 1.101.960 de votos, pero la lista sábana quedó lejos, con 878.123; Mario Negri sostuvo su caudal con 326.101, aunque los legisladores sumaron 294.360; y Ramón Mestre cosechó 222.826 sufragios, algunos más que los 205.186 que obtuvo la sábana radical.
2023, la cuarta vez
Sin percatarse de estos datos, y pese a la opinión de expertos en temas electorales que recomiendan eliminar ese casillero, el diseño de la BUS conserva el destacado en negro junto al candidato principal: una marca en ese recuadro implica votar al resto de la fila.
En el caso de la BUS que se utilizará en la ciudad de Córdoba, sólo el casillero nueve, que corresponde a Unión Popular Federal, no tiene la opción “lista completa”.
En el resto de los departamentos este diseño hace más notable la desventaja: en General Roca, Sobremonte y Minas ocho listas no cuentan con la opción destacada de “lista completa”; y en Río Seco, Totoral y Tulumba, seis listas corren con esta desventaja. Para los casos en los que no aparece la posibilidad de votar con un tilde toda la lista, el elector debe recorrer casillero por casillero, aunque ninguno de ellos está destacado.
En el caso de las 226 localidades sonde se elige intendente o jefe comunal, los sellos vecinales (es decir que no integran una estructura provincial) están ubicados al final de la boleta. Para estos casos, sí hay opción de lista completa, lo que suma confusión.
En los pueblos, los militantes recorren casa por casa para enseñar a “cortar”: la preocupación es que al votar por algún candidato a gobernador de las fuerzas principales, que llevan postulante local, lo hagan con “voto lista completa”, y también marquen el casillero “lista completa” en el tramo local a la agrupación vecinal: en ese caso se impugnan los dos votos a intendentes, otro ejemplo de cómo el diseño de la BUS contribuye a la confusión.
