El viernes 11 de julio pasado, Juan Schiaretti tomó un vuelo rumbo a la Capital Federal. Lo hizo solo, algo poco habitual en él. Ni su esposa, la senadora Alejandra Vigo, ni sus colaboradores más cercanos lo acompañaron en ese viaje breve pero significativo desde lo político.
En el aeroparque Jorge Newbery lo aguardaba un vehículo que lo condujo sin escalas hasta el centro porteño, a las oficinas de Jorge Triaca, el exministro de Trabajo macrista.
Allí, en ese escenario reservado, lo esperaban dos viejos conocidos: Mauricio Macri y Miguel Ángel Pichetto. Este último, el peronista todoterreno, ofició de puente para un reencuentro, luego de un distanciamiento personal y político, desde hacía tres años. Aunque en los últimos meses habían tenido contactos por teléfono.
La distancia entre Macri y Schiaretti tenía fecha y origen concreto: mayo de 2023. Por entonces, el exgobernador cordobés buscaba sellar un acuerdo electoral con Horacio Rodríguez Larreta, en plena carrera presidencial.
La maniobra no cayó bien en el expresidente, que se sintió marginado. Intuyó que Rodríguez Larreta, entonces jefe de Gobierno porteño, quería correrlo del tablero.
Como respuesta, Macri jugó con fuerza en favor de Patricia Bullrich en las Paso de Juntos por el Cambio. Su apuesta resultó ganadora: Bullrich ganó con amplitud y terminó como candidata presidencial de Juntos por el Cambio.

En paralelo, en Córdoba, la tensión también estalló. Luis Juez era el candidato de Juntos por el Cambio a la Gobernación y, al enterarse de las conversaciones entre Schiaretti, Larreta y el radicalismo nacional, viajó a la Capital a manifestar su enojo. Aquel intento de alianza naufragó. Macri, Bullrich y el propio Juez lo hicieron inviable. Finalmente, Juez perdió la elección provincial por apenas 64 mil votos, frente al peronista Martín Llaryora impulsado por Schiaretti.
Política, sin la urgencia electoral
El encuentro entre Schiaretti y Macri no giró en torno a candidaturas inmediatas. Según las fuentes consultadas, fue una conversación centrada en la política, con la cuestión electoral inmediata apenas sobrevolada.
Schiaretti le compartió a Macri su idea de construir una “ancha avenida del medio” que le haga frente al avance libertario en las elecciones de octubre.
Pero su mirada va más allá: ya piensa en 2027, y lo deja claro en cada paso. Lo suyo es un proyecto que busca despegarse también del kirchnerismo, el otro extremo que hoy confrontar con los libertarios.
El exgobernador fundó Hacemos por Argentina, un partido de alcance nacional que ya articula con otros espacios en distintas provincias.
La prioridad por estos días está en la provincias de Buenos Aires, donde el tiempo apremia: este sábado vence el plazo para la presentación de candidaturas con miras a las elecciones provinciales del 7 de septiembre, en las que se renovarán senadores, diputados y concejales bonaerenses.
Macri, por su parte, se mostró en un rol más reflexivo. Escuchó con atención, intervino con cautela. Si bien marcó diferencias con la gestión de Javier Milei –especialmente en el plano institucional–, habría reconocido el “coraje” del presidente libertario para aplicar un ajuste y reformas que él mismo no logró concretar durante su mandato.
En la reunión, Schiaretti detalló su trabajo en la conformación de la alianza Somos en territorio bonaerense. Allí confluyen radicales, peronistas no kirchneristas, la Coalición Cívica de Elisa Carrió, el GEN de Margarita Stolbizer, y sectores referenciados en Emilio Monzó y Nicolás Massot, dos exmacristas con vuelo propio.
Macri, pragmático, lanzó una advertencia que dejó ecos: algunos intendentes peronistas que hoy están en Somos aún mantienen vínculos con el PJ oficialista que lidera Axel Kicillof.
“Cuidado con los intendentes peronistas, que se juegan mucho en sus concejos deliberantes. Te pueden cagar a último momento”, habría dicho.
Schiaretti tomó nota de alguien que conoce muy bien el territorio bonaerense.
Dos rutas, una charla
El reencuentro fue cordial, pero cada uno navega en aguas políticas distintas. Schiaretti sigue enfocado en ampliar su armado político a nivel nacional, mientras que analiza la posibilidad de ser nuevamente candidato en Córdoba para enfrentar a los libertarios.
Macri, en cambio, parece haber dado un paso al costado de la primera línea, sobre todo después del resultado de las elecciones en Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba), donde el PRO quedó tercero detrás del libertario Manuel Adorni.
Ahora delegó las negociaciones bonaerenses: depositó su confianza en Cristian Ritondo y Diego Santilli en la tarea de definir los lugares en las listas bonaerenses del 7 de septiembre y en las legislativas nacionales del 26 de octubre.
Las versiones que circulan en el microclima político porteño señalan que Macri ya no tiene el control de antes. Ritondo, Santilli, y el intendente marplatense Guillermo Montenegro, cerraron acuerdos con los libertarios y luego informaron al expresidente, que no tuvo más remedio que aceptarlos.
Quizás por eso Macri hoy prefiere moverse por el mundo, abocado a su rol como presidente de la Fundación FIFA. Sin embargo, no soltó del todo las riendas del PRO: sigue interesado en sellar un acuerdo con los hermanos Milei para las elecciones legislativas en Caba. Todo indica que los libertarios encabezarán las listas, con Patricia Bullrich como figura central para el Senado.
Macri aspira a colocar a un hombre de su confianza para acompañar a Bullrich, a pesar de la tensa relación que los une desde hace tiempo.
El encuentro entre Schiaretti y Macri terminó con un apretón de manos y una promesa: seguir hablando de política. No hay acuerdo político cerrado ni estrategias compartidas, pero sí una coincidencia reveladora. Ambos guardan un profundo encono contra Sergio Massa, hoy incluso más fuerte que el que siempre tuvieron por la ahora detenida Cristina Fernández de Kirchner.