Hace un año, Argentina entraba en un experimento único en su historia. El economista Javier Milei llegaba al poder luego de vencer al peronista Sergio Massa en la segunda vuelta presidencial. Y lo hacía votado por más de 14 millones de personas, que, hartas, dolidas, cansadas de una crisis económica y social extensa, decidieron resetear al país.
El término “resetear” no es arbitrario. Encuestas de opinión pública de aquellos tiempos daban cuenta de ese deseo. Millones de personas, muy conscientes de la propuesta de Milei y su motosierra, habían decidido apostar a una novedad temeraria porque no soportaban más la inflación, la inestabilidad y, sobre todo, a la “casta”.
Un año después, aquella apuesta tiene ya sus primeros resultados. Y la sociedad lo refleja. La crisis económica no está resuelta, aunque hay datos de recuperación, y el sacrificio que provocó un “ajuste histórico”(Milei dixit) lo han sentido y lo sienten muchos de los millones que votaron al libertario.
Sin embargo, en una franja importante de la población, el reseteo que pedían en el momento de mayor hartazgo empezó a darle paso un estado de ánimo diferente: la esperanza.
“Esperanza”. Esa es la palabra que mejor resume lo que los argentinos esperan para 2025, según una de las últimas encuestas de la consultora Delfos a nivel nacional. Y le siguen otras en sentido positivo, como “adelanto”, “avance” y “mejor”.
“Milei recreó las expectativas que había generado Macri. Pero aquel fue el ‘cambio que no cambió nada’, nos decía la gente. Ahora, están sucediendo cosas”, analiza Luis Dall’Aglio, director de la consultora Delfos.
El consultor remarca dos elementos clave que apuntalan a Milei en este momento particular de su gestión: “tranquilizó” a la macroeconomía (Dall’Aglio prefiere “tranquilizar” a “normalizar”) y enfrentó a la casta y a otros sectores de la política, de los empresarios y del periodismo, identificados con sectores que, según su lectura, han sido los privilegiados.
“A lo largo de este año, la identidad de este presidente se ha forjado en la idea de que Milei es honesto intelectualmente, porque dice lo que piensa; y, además, cumple lo que dice”, agrega Dall’Aglio.
Por ejemplo, prometió bajar la inflación y controlar al dólar, y eso está ocurriendo.
Pero también no tuvo problemas en decir, sin ningún filtro, que pensaba que los diputados eran “ratas” y los periodistas, “ensobrados”. “Años atrás, eso hubiera sido un escándalo político e institucional. Pero ahora, pocos se animan a decirle nada. Y la gente no lo castiga. Quiere decir que Milei dice cosas que la sociedad también está pensando”, destaca.
¿Qué encontró Delfos en los focus groups durante el año? “Hay dos frases muy significativas que, en nuestra opinión, definen a la opinión pública durante este año: ‘Milei no puede cambiar las cosas de un día para el otro’ y ' Hay que tenerle fe’”, detalla el director de la empresa.
Juan Manuel Aurelio, de la encuestadora porteña Aresco, es otro de los consultores más importantes del país, y con una larga historia en Córdoba. Como Dall’Aglio, afirma que la palabra “esperanza” es lo que más repite la gente en sus propios focus groups.
“Es lo que sostuvo y sostiene al gobierno de Milei”, analiza ante la consulta de La Voz.
Para Aurelio, el control sobre el dólar y la baja de la inflación y del riesgo país han ido marcando el cambio de expectativas. “Después del sacrificio de los primeros meses, mostrar resultados en esos ámbitos hace que los argentinos sientan que el país mejoró”, afirma.
Aurelio resume la cuestión con una frase: “En Argentina hay católicos, judíos, musulmanes... Pero en lo que todos creen es en el dólar”. Y agrega: “La gente no ve si estamos competitivos en la balanza comercial, o si el precio de referencia es más alto. Ve que el dólar está controlado”.
El politólogo aporta un dato llamativo que midió en Córdoba, provincia que se sale del promedio en cuanto al apoyo al Presidente (dos tercios de la población lo sigue bancando). “Preguntamos si consideraban que Milei era autoritario; y si les gustaba que fuera autoritario. Y la gente contestó que sí lo era, y que le gustaba que lo fuera”, reveló.
Preocupaciones
La fuerte recesión económica en la que Argentina había entrado con el gobierno de Alberto Fernández, y que continuó con Milei (sobre todo, por el recorte que frenó la inversión pública), había profundizado el malestar social.
Eso, por ejemplo, impactó en la imagen del libertario, que bajó hasta el 51% en Córdoba entre agosto y septiembre de este año, según Aresco.
Algo que también detectó Delfos que, al medir gestión nacional en la provincia, registró el peor número en septiembre: 52%.
Pero a partir de octubre, esa tendencia cambió y Milei comenzó a repuntar en la consideración social, con un 58,2% de imagen positiva para Aurelio en noviembre (cerrará con 55,6%) y 63% para Delfos (cerrará con 60%).
“En 2025, la oferta electoral de Milei va a seguir siendo de cambio. No creo que a nivel nacional esté por debajo del 45% de los votos”, dice Dall’Aglio sobre lo que viene a nivel electoral, aunque advierte fortalezas y debilidades para tener en cuenta en las huestes libertarias.
“En la gestión, lo afectaron aspectos que golpearon la institucionalidad, como la pelea con la vicepresidenta Victoria Villarruel; también las medidas económicas que perjudicaron a los jubilados y, sobre todo, cuando se acercó a personajes de la ‘casta’, como el juez Ariel Lijo o el senador Edgardo Kueider”, describe el director de Delfos.
En cambio, Milei se vio favorecido en dos escenarios: la economía y sus buenos datos macro. “Y sobre todo, cuando aparece Cristina Kirchner”, agrega Dall’Aglio.
En opinión de Aurelio, el cambio “rotundo” que ha propuesto Milei se mantendrá como idea central para el año que viene. “Porque a pesar de que muchos se quejan, es lo que valoran y por lo que lo han apoyado durante todo este tiempo”, expresa desde Aresco.
El experimento cierra así un año extraño y lleno de carencias económicas para la mayoría de la población. Pero con una luz al final.
Córdoba y un ordenamiento que no se toca
La relación de Javier Milei con Córdoba y, especialmente con el gobernador Martín Llaryora, es un capítulo aparte en cualquier análisis. La provincia en la que más apoyo tiene el libertario fue testigo de un ida y vuelta que termina el año con varias enseñanzas, especialmente para los ocupantes del Centro Cívico.
El año comenzó con un enfrentamiento a cielo abierto entre Milei y Llaryora con temas tan variados como la inversión en festivales de verano y la oposición al primer proyecto de la Ley de Bases.
Repasar las encuestas dejan en claro que aquello le costó caro a Llaryora, que sintió la baja en la opinión pública entre marzo y mayo.
Todo cambió a partir del cambio de estrategia de Córdoba, que mostró más diálogo pero sin dejar de remarcar diferencias que hacen a los intereses provinciales.
“Hay una idea muy clara: el cordobés vota un ordenamiento, que fue Milei presidente/Llaryora gobernador. Eso deja un mensaje: ’Vos no podés destruir lo que yo ordené‘”, explica Dall’Aglio, amplio conocedor de la dinámica de la política cordobesa.
Llaryora, que había arrancado además con el piso alto que había dejado Juan Schiaretti en cuanto a imagen, lo entendió. “Se apoya y acompaña lo que beneficia a los ciudadanos, y se defiende lo que podría afectar a la provincia”, resume Dall’Aglio.
Por lo dicho, el gobierno entendió que había que ser muy cuidadoso de no convertir en políticos temas institucionales, como el reclamo por los fondos de la Caja (reclamo que fue encausado hacia la Justicia).
“El cordobés es rebelde, pero armónico. Valora el cambio, pero espera convivencia”, analiza.
Aurelio tiene una mirada similar. “El ‘cordobesismo’ no tiene que ser un obstáculo, pero tampoco debe dejar de marcar diferencias. El gobierno de Córdoba no puede dejar que los cordobeses lo lean como un actor que le pone palos en la rueda de la Nación”, expresa.
En eso, Aurelio subraya el valor de la construcción de una identidad que se haga fuerte en la gestión. “Haberse corrido un poquito del escenario nacional, mostrar obras como las autovías, y ser dialoguista han sido buenas decisiones. Llaryora termina el año en recuperación”, afirma.
Según Aresco, esa recuperación le permitió al gobernador de Córdoba cerrar este año con mejor imagen que Milei en la provincia (57,1% a 55%). Lo mismo para Delfos, que tiene a la gestión de Llaryora con un nivel de aprobación mayor que el de la Nación (63% a 60%).