“Estamos en el Congreso. Nos está viendo la sociedad. Tratemos de defender este espacio común donde todos estamos metidos. Tratemos de respetarnos entre todos”. Con la autoridad que le da una extensa trayectoria parlamentaria, Miguel Pichetto le puso palabras a una preocupación creciente en la Cámara de Diputados: la proliferación de insultos y agravios entre los legisladores.
Pichetto llamó a la cordura después que la kirchnerista Florencia Carignano se refiriera como “loca” y “gato” a las diputadas libertarias Lilia Lemoine y Nadia Márquez. Carignano, exdirectora de Migraciones, también felicitó al legislador del PRO Gerardo Milman (presuntamente involucrado en el atentado contra Cristina Kirchner) por “haber dejado los fármacos, que lo tenían dopado”.
En otro pasaje de la sesión, el oficialista Lisandro Almirón (protagonista de un recordado cruce a las piñas con Oscar Zago) bautizó al cordobés Oscar Agost Carreño como “Agost Carroña”. El agredido contraatacó y recordó que el correntino “está nervioso” porque está denunciado por supuestas maniobras fraudulentas con el reparto de bienes incautados la Aduana.
La violencia verbal crece en Diputados y baja el nivel del debate. Ejemplos recientes hay varios: en una reunión de la Comisión de Libertad de Expresión, Carolina Gaillard (Unión por la Patria) se refirió a la libertaria Márquez como “rubia teñida”. En otra oportunidad, en el recinto, la radical Karina Banfi le gritó a Gaillard: “¡Dénle un Rivotril, que está sacada!”.
“Tenemos que jerarquizar el debate. Me sorprende escuchar en Diputados malas palabras”, regañó Pichetto en la última sesión. El jefe de Encuentro Federal salió en defensa de Agost Carreño: “Es imperdonable golpear tan bajo cuando es un tipo que respeta y que se maneja dentro del código parlamentario de alto respeto para con todos”.
La descalificación contra Agost Carreño hizo que Marcela Pagano, una diputada que integra La Libertad Avanza pero tiene posiciones encontradas con sus pares y está enemistada con Martín Menem, presentara un proyecto de repudio que reunió varias firmas, como la del expresidente de la Cámara Emilio Monzó.
No obstante, Pagano tampoco está exenta de polémica: basta recordar el cruce que tuvo con Lemoine meses atrás. “¿Qué te pasa, forra?”, le gritó en aquel escándalo por la Comisión de Juicio Político, que terminó con la diputada Rocío Bonacci arrojando agua mientras Almirón y Zago se agarraban a los golpes en un rincón del recinto.
El fenómeno de violencia motivó la presentación de otro proyecto este viernes. Su autora es la cordobesa Alejandra Torres (Encuentro Federal), quien pidió repudiar los “insultos personales, denigrantes y cargados de connotaciones agraviantes” hacia diputados “en clara violación del decoro parlamentario y la convivencia democrática”.
A su vez, expresó su preocupación por “la reiteración de discursos agresivos, descalificadores y ofensivos entre representantes del pueblo, lo cual contribuye a la degradación del debate público y socava el respeto institucional que esta Honorable Cámara debe sostener”.
En diciembre pasado, la radical disidente Carla Carrizo había propuesto la creación de una “Comisión de Ética y Disciplina”, que funcionara dentro de la Comisión de Asuntos Constitucionales. Proponía elaborar en ese ámbito “recomendaciones tendientes a orientar el buen comportamiento de los legisladores, especialmente en lo referente a las cuestiones de orden, ética y transparencia”.
“El propósito de esta comisión no es ni el de perseguir ni señalar diputados, sino proteger de manera clara el marco de buen trato e institucionalidad que debe reinar en el Cuerpo”, explicó Carrizo, al aclarar que no existe en la estructura de la Cámara un ámbito que permita canalizar los posibles reclamos o denuncias por estos hechos.
El clima virulento traspasa los muros del Congreso y se traslada a las redes sociales, donde los diputados retoman los insultos sin piedad. Un caso: la libertaria Juliana Santillán (que esta semana quedó en la mira por informar un dato incorrecto sobre pobreza y por sus faltas de ortografía) comparó a la massista Cecilia Moreau con “Mamá Luchetti”, la caricatura de la marca de pastas.
Carignano vs. Milman
El cruce entre Carignano y Milman trascendió la sesión. “Voy a impulsar medidas para reparar el daño producido y la falta de decoro de la diputada Carignano. Estoy consultando con las autoridades de la Cámara y mis letrados para tomar medidas, en los ámbitos institucionales que correspondan, contra Carignano por sus dichos improcedentes contra mi persona y la de otros diputados en la sesión”, arremetió el legislador bullrichista.
La aludida redobló la apuesta y denunció penalmente a Milman porque, según su criterio, en medios de comunicación y redes sociales tuvo “expresiones que revisten gravedad penal y jurídica”, tales como que “ha dicho estupideces en la sesión que le van a traer consecuencias”.
“Si le pasa algo a la diputada Carignano tengo otro problema porque me van a acusar de ser el autor de la amenaza. Ojalá no le pase nada, por Dios. Pero algo tengo que hacer, no puedo dejar las cosas así”, fue otro de los textuales citados por la exfuncionaria en su denuncia penal.