El contrapeso de poder que la oposición proyectó en el segundo tiempo de la contienda electoral cordobesa que representaron los comicios capitalinos de ayer, luego de la elección provincial de hace cuatro semanas, será atenuado, menor que el pretendido e imaginado por Juntos por el Cambio.
Con contundencia, la voluntad mayoritaria de los capitalinos convalidó la continuidad del proyecto que inauguró Martín Llaryora en 2019 y que ya lo había premiado con el pasaje a la gobernación.
Juntos por el Cambio deberá conformarse y administrar lo logrado por Luis Juez y sus socios el 25 de junio: 33 legisladores propios en la Unicameral y dos tribunos de cuentas al mando de ese órgano de control sopesarán la hegemonía ejecutiva del oficialismo provincial. Apenas dos concejales más que los actuales es la magra cosecha capitalina que logró la oposición.
El flamante intendente electo Daniel Passerini y Llaryora, el próximo gobernador, tendrán una cancha con mejor césped y dimensiones más amplias, tras el contundente resultado electoral de anoche. La segunda posta del cronograma electoral que diseñó Juan Schiaretti y que Llaryora convalidó a regañadientes -quería que los comicios se realicen el mismo día- sirvió para completar el próximo esquema de poder del oficialismo.
Derrota dolorosa
Rodrigo de Loredo perdió por un margen que nunca imaginó. Los 7,7 puntos repiten la brecha que separó a Llaryora de Juez. El líder del Frente Cívico no fue un ancla para De Loredo, como se especuló durante la campaña, en la que el actual senador estuvo prácticamente desaparecido.
En el grado de solidez del vínculo entre De Loredo y Juez radica el principal interrogante de la oposición, una situación que el peronismo ve como una oportunidad, especialmente cuando piensa en la paridad legislativa de la nueva Unicameral.
Esa sociedad política que nació en el triunfo legislativo de 2019 inicia ahora una nueva fase cargada de incógnitas. Allegados de ambos juran que los lazos son sólidos y que el proyecto conjunto tendrá continuidad. Hay dudas respecto del futuro próximo de esa relación.
No son pocos quienes imaginan tanto a Juez como a De Loredo con un rol asociado a lo nacional en caso de que Juntos por el Cambio conquiste el poder presidencial. Los antecedentes de ambos dan crédito a esa posibilidad, que los podría alejar de Córdoba y menguar así su influencia en la oposición provincial.
El nuevo revés capitalino de De Loredo no le permite conquistar el liderazgo que imaginó y pretendía. Un triunfo lo hubiera colocado como conductor indiscutido y aspirante instantáneo al sillón provincial. Esos planes ingresaron en etapa de revisión.
Para el radicalismo, la derrota representa una oportunidad perdida altamente costosa: deja a De Loredo en el mismo escalón que está ahora y bloquea el surgimiento de nuevos cuadros en la Capital. Construir desde la oposición siempre es más cuesta arriba que desde el ejercicio del poder.
El PRO también defeccionó en la Capital. El aporte, aunque es difícil medirlo, parece escaso para tener una incidencia considerable, y todo pese a que Soher El Sukaria, la candidata a viceintendenta, es la dirigente con mayor estructura en la ciudad de Córdoba.
Un riesgo latente que crece
La derrota de Juntos por el Cambio es una oportunidad para que la nueva generación del peronismo, y en especial Llaryora, insista en el proyecto de propagación del “partido cordobés”. Ese anhelo del gobernador electo quedó más cerca tras el triunfo de anoche.
La puerta quedó bien abierta para que nuevos opositores vean en la radical Myrian Prunotto y en el extitular del PRO, Javier Pretto, el camino para acercarse al poder que le es esquivo desde la última experiencia ejecutiva de Ramón Mestre en 2019.
El desafío para contener esa avanzada será una prueba de fuego para Juntos por el Cambio. La derrota aún está demasiada fresca y caló hondo. El equilibrio imaginado como base de las batallas que vendrán en 2027 es menos poderoso que el pretendido. Eso es lo que quiso la voluntad popular.
