En el PRO cordobés no existen dirigentes de peso convencidos sobre qué rol adoptará finalmente Mauricio Macri en 2023. Esa intriga política que alimenta el expresidente con dosis precisas de ambigüedad dentro de Juntos por el Cambio actúa en Córdoba como una tranquera que evita que la tropa macrista salte de corral.
Horacio Rodríguez Larreta parece decidido, ahora sí, a hacer explícita su apetencia presidencial dentro del PRO y de Juntos por el Cambio. El armado de una mesa nacional para coordinar los movimientos que hará de aquí en más da cuenta de esa determinación.
En Córdoba, Larreta carece aún de alfiles “amarillos” propios con peso específico. Hay dirigentes del PRO que apuestan a su candidatura, pero ninguno ha mostrado aún decisión absoluta de abrazar esa causa. Especulan, hasta tanto se despeje el panorama nacional. Es lo mismo que hizo Larreta cuando visitó Córdoba el año pasado antes de las Paso.
Además del peso propio e histórico que tiene Macri en Córdoba, Patricia Bullrich patrulla, a su estilo, y con las charreteras que le otorga presidir el PRO a nivel nacional, el territorio más anti-K del país. El electorado cordobés, afín al PRO sólo a niveles similares a Capital Federal, es un botín muy preciado para los postulantes “amarillos”.
Larreta recién focalizó su interés por Córdoba el año pasado. Desde mucho antes de las primarias, envió allegados suyos a auscultar un terreno poco explorado en términos personales.
Sus visitas de 2021 –dos en menos de un mes y las primeras con rol formal de apoyo como referente nacional– lo acercaron a la dirigencia local, pero todavía nadie lo correspondió como aspira el alcalde porteño.
El “larretismo” aún es un colectivo con tickets disponibles en las boleterías. Nadie duda de que los pases se agotarían en un instante si consigue imponerse como el líder indiscutido del PRO –su nivel de aceptación en todas las encuestas en Córdoba lo sitúa por encima de Bullrich y de Macri–, pero por ahora reinan la cautela y el cálculo entre los “amarillos”.
El PRO cordobés no ayuda a Larreta
El desorden local del PRO, con una fragmentación más propia de sus socios radicales, ayuda a que los alineamientos se desdibujen.
“Con lo disperso del tablero local y la falta de tiempo, Horacio debe comprar lo que hay llave en mano. El problema es que no hay mucho disponible”, razona un dirigente local del PRO al tanto de la movida nacional del jefe de Gobierno porteño.
Hay quienes imaginan, incluso, una reactivación a distancia de Nicolás Massot –desde hace dos años afincado en Tigre– luego de que trascendió que Emilio Monzó (padre político de Massot y exarmador electoral de Macri en 2015) está a punto de sumarse al equipo de campaña de Larreta.
Ninguna de las principales figuras locales del PRO responde 100 por ciento a Larreta. Sí hay dirigentes que fluctúan. Gustavo Santos es el “hombre” de Macri en Córdoba, pero dialoga con el alcalde porteño. Lo mismo sucede con la diputada Soher el Sukaria. Héctor Baldassi está alineado a Bullrich –tras romper con Macri–, aunque también tiene terminales en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Laura Rodríguez Machado, en tanto, juega para Bullrich sin ambigüedades.
Larreta tiene que buscar por fuera del PRO a sus aliados más fieles en Córdoba. El senador Luis Juez se preocupa por mantenerse cerca del líder porteño. Y el concejal radical Juan Negri no esconde que trabaja para su candidatura presidencial.
Mucho por armar todavía para Rodríguez Larreta en medio del desorden provincial del PRO y de Juntos por el Cambio.
